La entrada del primer Pujol a la cárcel, cuatro años después de que la Justicia iniciara la investigación sobre las actividades del clan, supone un salto cualitativo en este caso. El juez que ha ordenado ahora  el ingreso en prisión incondicional de Jordi Pujol Ferrusola, primogénito del expresidente catalán, ya definió en un auto a la familia como "una organización" dedicada a "blanquear dinero". Tanto el matrimonio como sus siete hijos están imputados.

Durante la instrucción, los indicios han ido sepultando a Pujol Ferrusola, un hombre que según las investigaciones sacaba de España fajos de billetes de 500 euros en el maletero de su coche, guardaba sumas millonarias en paraísos fiscales y, al calor de la Generalitat de Cataluña, cobraba comisiones y daba pelotazos empresariales. El juez ha detectado movimientos para ocultar pruebas sobre su fortuna.

Herederos políticos

Que su entrada en la cárcel coincida con una semana en la que la corrupción vuelve a desbordar la cloaca, no puede ocultar el enorme carácter simbólico de la caída del primer Pujol. Estamos ante un apellido que ha marcado la historia reciente de España, que tiene mucha responsabilidad en la deriva soberanista en Cataluña y que ha sido santo y seña del nacionalismo. Por mucho que los actuales dirigentes del procés quieran despegarse de su sombra, no pueden negar que son sus herederos políticos.

Aunque no cabe extraer deducciones automáticas en Justicia, el hecho de que el resto de los integrantes de la familia Pujol haya participado en prácticas similares y haya actuado de forma coordinada en todo momento, hace prever un futuro procesal complicado para ellos. Muy probablemente estamos ante un punto y seguido.

"¿Qué coño es la UDEF?"

Hasta ahora, el clan parecía intocable. Existía un halo de impunidad que se arrastraba de lejos, desde que Jordi Pujol Soley salió indemne del caso Banca Catalana. Y cabe recordar con qué descaro respondió a las primeras averiguaciones -"¿Qué coño es eso de la UDEF?"- y la saña con la que se persiguió a los medios de comunicación que empezaron a informar de la trama.

El cinturón de seguridad con el que siempre contaron los Pujol, fruto de componendas políticas, se ha roto definitivamente al meter la Justicia entre rejas a su hijo mayor. Parecía que tenían barra libre. Pero estamos ante el final de la escapada.