La iniciativa de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría de viajar todas las semanas a Barcelona para reunirse con políticos y representantes de la sociedad catalana representa un cambio respecto a la política del Gobierno ante el desafío soberanista, y revela que, al menos, hay una estrategia. Hasta ahora, el Ejecutivo se había limitado a mantenerse de brazos cruzados y a que la Justicia le sacara las castañas del fuego.

Los resultados dirán si esta estrategia política da frutos o no. El plan de la vicepresidenta consiste básicamente en dar solución a algunos problemas de los ciudadanos que constituyen viejas reivindicaciones -como la mejora de los servicios en el transporte ferroviario de cercanías-, ofrecer ventajas a los empresarios -como el impulso del Corredor Mediterráneo- y satisfacer demandas de los políticos -como el cambio de financiación autonómica-.

La cumbre de la CUP

En definitiva, Soraya Sáenz de Santamaría ofrece mano tendida para tratar de desmontar el argumento permanente de los nacionalistas de que el Gobierno desprecia el diálogo. Por lo pronto, el dialogante Puigdemont ha respondido a la vicepresidenta del Gobierno convocando una cumbre entre los partidos separatistas para impulsar el referéndum de secesión.

Lejos de ser la suya una posición de fuerza, Puigdemont no hace sino complacer a la CUP, que condicionó el apoyo a sus Presupuestos a esa cumbre con la que se pretende seguir alimentando la caldera independentista.

La batalla mediática

Así las cosas es improbable, por no decir imposible, que los gestos del Gobierno lleven a los líderes secesionistas a dar marcha atrás en sus posiciones. Sin embargo, además de ayudar en Cataluña a visualizar quiénes son los radicales, la iniciativa de Sáenz de Santamaría podría generar deserciones en ese nacionalismo más moderado que empieza a comprobar que la situación se les ha ido de las manos.

Si los guiños del Gobierno de Rajoy a Cataluña no significan un agravio comparativo para el resto de comunidades autónomas y contribuyen a equilibrar la batalla mediática, bienvenidos sean. Desde luego, ver a Puigdemont haciéndole la cobra a Sáenz de Santamaría para echarse en brazos de los antisistema de la CUP, es algo que puede ayudar a abrir los ojos a algunos.