Los chicos, las chicas, tu vestuario, tu altura por encima o debajo de la media, tus kilos de más o los de menos. Tus granos y hasta tus uñas mordidas. A los doce años intentas encontrar el espacio exacto que ocupas en tu vida. En tu vida y en la de todos los que te rodean. La opinión del resto es aún más importante que la tuya propia. “75 consejos para sobrevivir en el colegio” bien merece ser el título de un libro. Y ese libro existe hasta con versión en el instituto.

Qué tipo de mujer puedes llegar a ser si aprendes desde pequeña que lo mejor que te puede pasar en esta vida es tener novio “sea el que sea” . Qué tipo de persona serás si en el colegio señalas al compañero que recibirá las burlas y puñetazos del resto garantizándote que no seas tú el pelele de turno.

Sobrevivirás; puede. Pero vaya tipejo o tipeja serás, si sobrevives siguiendo esos consejos.

Agradezco enormemente haberme pasado las tardes desde los seis hasta los quince años en una biblioteca leyendo a Virginia Woolf, Anaïs Nin y hasta al machista de Nobokov, del que siempre rescataré los ardores de Ada. Doy gracias de no haber tenido novio hasta la época de la facultad a cambio de llevarme maravillosamente con los chicos del instituto que compraban El Víbora, Ruta 69 y Kiss. Gracias a sus tebeos inicié mis incursiones masturbatorias con las viñetas de Milo Manara, imaginando que alguna vez él mismo querría dibujarme.

Leí a los que no debía y aprendí, también antes de tiempo, a responsabilizarme de todos mis actos, sintiéndome satisfecha conmigo misma solo cuando lo mereciera. Es poco probable que a los trece años las niñas lean La señora Dalloway de Virginia Woolf. Tus hormonas no te dan ninguna tregua y aún no tienes claro qué puedes hacer con lo que se queda entre tus dedos cuando escondes las manos entre tus piernas. Las dudas de Clarissa Dalloway te preparan para alcanzar la vejez reconociendo si amaste, quisiste y te acostaste con quien de verdad elegiste. Sin que importara lo más mínimo quién fuera si no cuánto lo admiraste, deseaste y respetaste.

María Frisa, autora de esos 75 consejos para sobrevivir en el colegio se presenta como educadora social y psicóloga clínica. Ella misma reconoce que muchos de los premios obtenidos a lo largo de su trayectoria profesional (más de 80) se deben a que la mayoría de los jurados pensaban que era un señor mayor (en vez de una mujer joven) quien escribía los textos que otros ancianos premiaban. Tú no eres joven, María Frisa, tú no has podido ser joven en toda tu vida. Tú perpetúas el machismo a través de Sara, la protagonista de esos manuales que escribes para niñas que aprenden a supeditarse a un novio temprano e incluso insultan a su mejor amiga si hace falta. Todo con tal de sobrevivir en el colegio.

La pena es que la editorial Alfaguara publicara semejante panfleto. Lo peligroso es que María Frisa siga teniendo su título de educadora social y psicóloga clínica después de fomentar el acoso escolar y el machismo en el colegio y en el instituto. Lo dramático es que Nabokov, Virginia Woolf o Simone de Beauvoir sigan sin recomendarse en el colegio y esa basura esté aún en la calle.