Firas Alshater fue preso del régimen sirio y de los terroristas antes de hacerse famoso en Berlín.

Firas Alshater fue preso del régimen sirio y de los terroristas antes de hacerse famoso en Berlín. S. M.

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Firas Alshater, de refugiado a estrella de internet

Este sirio asilado en Berlín, se ha convertido en el 'youtuber' de moda en Alemania colgando vídeos sobre la sociedad germana y la crisis de los refugiados en una crítica social llena de sarcasmo y chispa.

16 marzo, 2016 01:46
Berlín
A Firas Alshater nadie podía decirle hace cuatro años que iba a ser una estrella de internet en Alemania. Por aquel entonces cumplía meses de torturas y privación de libertad en las cárceles del régimen de Bashar al Asad. Hoy, sin embargo, la vida sonríe a este refugiado sirio nacido en Homs hace 25 años que ha encontrado un segundo hogar en Berlín. Sus vídeos en Youtube se han convertido en un fenómeno mediático en Alemania a base de ingenio, espíritu lúdico, rapidez de ejecución y saber tratar el problema de la inmigración y la tensión social que está generando la crisis de los refugiados en suelo germano.
Sus apariciones en la Red están movidas por una noble idea en el actual contexto de crisis de los refugiados. “Lo que yo hago es mostrar que los refugiados son gente normal”, explica Firas a EL ESPAÑOL. Jasmine, una amiga suya alemana de origen sirio, opina que Firas “está abriendo los ojos a la gente, algo que hay que hacer en Alemania”. “Le necesitamos de verdad”, añade esta joven de 25 años, que conoció a la ahora flamante estrella internáutica a través de Facebook hace seis meses.
Según explica Jan Heilig, el productor audiovisual con el que trabaja Firas, “Alemania vive estos días una especie de guerra entre la gente que está a favor de los refugiados y la gente que está en contra, [pero los refugiados] no juegan ningún papel en ese debate”. 
Los refugiados son como el resto de la gente, con ellos se puede reír y hacer cosas normales
Eso es precisamente lo que quiere cambiar la serie de Youtube que firman Firas y Heilig y que lleva por título 'Zukar' (transcripción de "azúcar" en árabe y a la vez con una pronunciación similar a la misma palabra en alemán). En ella, Firas está ofreciendo “una demostración de que los refugiados son como el resto de la gente, que con ellos se puede reír y hacer cosas normales”.
De un tiempo a esta parte, la opinión pública germana se muestra más proclive a relacionar la inmigración y refugiados con temas como criminalidad e inseguridad. Las agresiones sexuales y robos masivos a mujeres de la pasada Nochevieja juegan un papel fundamental en este cambio. “Algunos refugiados estuvieron implicados en esos ataques, pero las malas personas vienen de todos lados. Se puede ser sirio y mala persona, pero también se puede ser alemán y mala persona, porque mala gente hay en todos los países, igual que hay gente buena en todos los países”, dice la joven estrella de internet.
A Firas, que antes de convertirse en uno de los organizadores de las primeras manifestaciones contra el régimen sirio en su tierra estudiaba para ser actor en Damasco, le ven ahora muy buenas maneras frente a la cámara en la Film Arche, la escuela donde se forma para ser montador de cine. “Hicimos una prueba en un set de realización de televisión y él actuó interpretando a un extranjero en Alemania, un personaje divertido y lo hizo muy bien”, dice el británico James Rosalind, miembro del cuerpo docente de la Film Arche. “Es alguien dinámico, abierto, simpático y comprometido”, añade Rosalind.
Nos dijimos que podríamos hacer vídeos para pasar el rato y por amor al arte
De su saber hacer frente a la cámara dan buena cuenta sus vídeos en Zukar. Su primer éxito viral, un capítulo de apenas tres minutos colgado en internet el pasado mes de enero, recibió en cuestión de días más de un millón de reproducciones. Lo filmó junto a Jan Heilig en las instalaciones de Filmbit, su productora.
En ese primer vídeo, Alshater se preguntaba en clave de humor “¿Quiénes son los alemanes?”. La pregunta se la hacía en calidad de refugiado sirio que ha visto cómo la sociedad alemana se está polarizando. Por un lado figura la gente que está en contra de recibir demandantes de asilo, como pueden ser los miembros del movimiento xenófobo Pegida o los militantes del partido Alternativa para Alemania (AfD). Por otro, los hay que se vuelcan prestando ayuda a las personas que escapan de la miseria y de la guerra, comentaba.
En las oficinas de esta pequeña empresa está el ya célebre sofá sobre el que se sienta Firas en su serie. “Firas estaba aquí haciendo unas prácticas porque las necesitaba para poder hacer sus estudios de cine, nos dijimos que podíamos hacer un par de vídeos para pasar el rato, por el amor al arte, y así apareció el primer vídeo de Zukar, como algo para nada planeado”, cuenta Heilig. “Salió sin plan alguno, ocurrió sin más”, adhiere Firas.
Si Zukar surgió de forma espontánea, la relación de Heilig con Firas resultó mucho menos casual. Entre ellos, todo empezó en 2013, tras la trágica muerte del director de cine Tamer Al Awam. Heilig y él estaban implicados en la producción del largometraje Inside Syria, una cinta sobre la guerra civil del país árabe. Pero Al Awam perdió la vida por culpa de la explosión de un misil cuando estaba rodando las últimas escenas de la película.
“El proyecto Inside Syria estaba muerto, pero me llegó la recomendación de Firas a través de una red de cineastas, nos pusimos ambos en contacto y él hizo las últimas escenas que quedaban por rodar, luego hicimos el montaje juntos en Berlín, lo traje aquí con un visado de trabajo porque lo necesitaba, así fue cómo lo conocí”, recuerda el productor alemán, de 45 años.
Se nota que Firas ha aprendido bien alemán y que ha encontrado su sitio aquí
Firas se había forjado un nombre trabajando como reportero de guerra en el norte de Siria. “Trabajé cubriendo la guerra, las batallas, lo que ocurría en el frente, el día a día de la gente de siria”, afirma Firas, que también estuvo preso unos días a manos de la milicia yihadista y brazo de Al Qaeda en la región, el Frente al Nusra. En Damasco pasó nueve meses en los calabozos de Al Asad.
“Cuando vino a Berlín, Firas quería únicamente acabar Inside Syria, pero habiendo pasado por las cárceles del régimen sirio y de los [terroristas] islamistas, pudo pedir el asilo político y se lo concedieron”, explica Heilig.
Eso ocurrió año y medio antes de que estallara una crisis de refugiados que ha supuesto, sólo en 2015, la llegada a Alemania de 1,1 millones de demandantes asilo. Como muchos de los llegados estos meses a Europa, Firas ha dejado su familia en Siria. Pero ha encontrado en Heilig, su mujer y sus dos niñas, lo más parecido a un núcleo familiar al que pertenecer. “Firas me ha dicho muchas veces que yo he hecho mucho más por él que su propio padre y, para mí y mi familia, él ya es uno de nosotros”.
James Rosalind, el profesor de Film Arche, dice que “se nota que Firas ha aprendido bien alemán, que ha encontrado su sitio en Alemania y que está bien integrado”. Lisa, compañera de clase en dicha escuela, asegura que “Firas es encantador”. “Nos conocemos desde septiembre, un día salimos juntos los compañeros de clase y él hizo espontáneamente de pinchadiscos. Fue capaz también de hacer reír a la gente”, señala esta también aprendiz de cineasta.
Ser un fenómeno de internet no lo ha cambiado, Firas sigue siendo un tío genial
El éxito de Zukar ha generado un gran interés en Firas por parte de los grandes medios alemanes e internacionales. Por eso ha hecho entrevistas con prestigiosos diarios como el Washington Post y el Financial Times. Pero “ser un fenómeno de internet ahora no lo ha cambiado para nada, sigue siendo el mismo tipo de persona, un tío genial”, asegura su amiga Jasmine. No obstante, el propio Firas dice sentirse “más responsable”. “Estoy ofreciendo con Zukar una imagen de los refugiados y de la gente que viene de mi país”, explica. 
Recientemente, los vídeos de Alshater han tocado temas como el estereotipo sobre los refugiados según el cual éstos venden droga o el violento recibimiento que dieron un grupo de radicales de extrema derecha a un autobús que transportaba demandantes de asilo en la localidad de Clausnitz. En éste último, se pone en contacto, a modo de experimento, con actores haciendo de neonazis con un inofensivo bebé de una familia de refugiados.
En su despacho, tiene tras de sí los campos de fútbol de un polideportivo situado cerca de la estación de tren de Ostkreuz, en el este berlinés. “En Damasco, veía desde la ventana del cuarto de mi casa un pequeño jardín y una interminable cantidad de edificios amontados en el oeste de Damasco”, recuerda Firas. Asegura que no hay día que pase en el que no piense en su país. Pero eso no quiere decir que se vea volviendo a Siria. 
Cuando los refugiados sientan que ya están en casa y se sientan bienvenidos de verdad, entonces podrán aportar algo a la sociedad
“Ahora se me permite estar aquí y no sé si podré seguir porque depende de las autoridades, pero ya estoy construyendo mi vida aquí. ¿Por qué volver si tengo mi vida en Berlín?”, se pregunta Firas, que tiene como planes estudiar arte dramático en Alemania, una carrera que comenzó en la capital siria, pero que quedó truncada por su activismo contra la dictadura. “Estuve organizando manifestaciones contra Asad y aquello fue suficiente para tenerme mucho tiempo en la cárcel”, cuenta. 
Heilig revela que “Firas no suele hablar de su tiempo en prisión”. Lo hace con razón. Lo torturaron, dejándole por el cuerpo marcas todavía hoy visibles. En su personalidad también hay cicatrices perceptibles. Este joven no siempre está buscando generar las risas de sus interlocutores. “Firas es alguien con mucho encanto, capaz conquistar a las personas con las que se relaciona, pero también sabe estar tranquilo y da la sensación de ser muy maduro. Yo soy mayor que él y lo veo”, dice Lisa, su compañera de clase, que tiene 42 años. 
Firas Firas no es el típico alumno de Film Arche. Él se identifica con los refugiados sirios que han llegado en los últimos 24 meses a Europa. Pide “seguridad para quienes vienen”, especialmente ahora que son alarmantes el número y la violencia de los ataques contra los centros y hogares de demandantes de asilo. En 2015 se contabilizaron 1027 agresiones de este tipo, según datos recientes de la policía.
“Los refugiados, primero, tienen que sentirse seguros, tienen que sentirse en casa, porque vienen huyendo de la guerra”, estima Firas. “Cuando sientan que ya están en casa y empiecen a sentirse bienvenidos de verdad, entonces podrán aprender el idioma, trabajar y aportar algo a la sociedad”, añade. “Al menos así ocurrió en mi caso. Sobre todo, los refugiados necesitan tiempo”.