Entre festividades y celebraciones de nuestra Carta Magna, pocos medios van a hablar hoy, 6 de diciembre, de la onomástica de San Nicolás. Sinterklass (origen de Santa Claus), un galán encantador,  embelesa a grandes y pequeños en Bélgica y antiguas colonias neerlandesas donde es todo un mito. Según la tradición de estos países, este mago generoso viene nada menos que de España: viaja en un barco de vapor para satisfacer los anhelos de grandes y pequeños.

No sé si casualidad o no, lo cierto es que ha sido hoy, su día, la fecha elegida para hacernos entrega del regalo más esperado a quienes nos ocupa y nos preocupa este ámbito: el último Informe PISA. El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes presenta los resultados de las pruebas de Matemáticas, Lectura y Ciencias de niños de 15 años de más de 72 países. Este estudio se espera con ansiedad cada tres años por parte de la comunidad educativa, los medios y los políticos. Lo cierto es que, con algunos matices, PISA permite comparar la evolución del sistema de un país, en primer lugar, consigo mismo y, en segundo lugar, con relación a los demás.

Tal vez influido por la onomástica de San Nicolás, el Ministerio ha presentado los últimos datos con un tono triunfalista… demasiado triunfalista. Así, esta institución se ha lanzado a aseverar que "España ha roto la brecha educativa y se ha situado a la altura de los mejores países del mundo”.

Nada más lejos de nuestra voluntad que estropear el optimista espíritu prenavideño. Pero por mucho que lo intentamos, no podemos secundar esta lectura festiva. Nos congratulan los tres puntitos con los que España se sitúa por encima de la media de la OCDE en la lectura (496 frente a 493), pero por mucho que lo intentemos, poco más podemos celebrar. Que el ministro y Santa Claus nos perdonen, pero escasos motivos para la euforia tiene este informe PISA.

Es cierto que España avanza ligeramente -muy ligeramente- en comprensión lectora. Sin embargo, con respecto a 2012, empeoramos en Ciencias y nos estancamos en Matemáticas. Por otra parte, los resultados difieren en poco de los de 200 y 2003. Ni LOE ni LOMCE, por tanto, han mejorado significativamente nada.

Al mismo tiempo, seguimos rezagados con respecto a economías con niveles de gasto en educación y PIB per cápita similares, e incluso inferiores, a nosotros. Portugal, Polonia, Eslovenia y Estonia nos superan y estamos aún muy lejos de países como Finlandia o Corea.

Desgraciadamente, también, nos mantenemos en la pole position de fracaso escolar, con unas tasas elevadísimas de abandono escolar temprano y unas cifras de desempleo juvenil que nos hace ostentar un vergonzoso liderazgo compartido sólo por Grecia. ¿Se podía haber hecho más? Sí, por supuesto. En el mismo periodo nuestros vecinos lusos con esfuerzo y e inteligencia nos han superado y han bajado la tasa de abandono escolar del 40 al 13% en un tiempo récord.

Por otra parte, los niveles de repetición de curso en nuestro país siguen siendo excepcionalmente altos. En esto sí estamos en Champions: tres de cada diez niños repite curso antes de haber cumplido quince años, hecho que afecta especialmente a los menores de familias con menos recursos económicos. En España se sigue abusando de esta solución, simple, costosa e inefectiva, que agrava los problemas y que es la antesala al abandono escolar.

Curiosamente, también, el Ministerio alardea del alumnado excelente. Dice que en España hay un 5% de alumnos de este tipo en Lectura (OCDE 8%), un 7% en Matemáticas (OCDE 10%) y un 5%  en Ciencias (OCDE 8%). En definitiva, en este indicador tan importante para Ciudadanos, estamos tres puntos por debajo de la media; vaya, que no despuntamos en nada.

Pero si hay un dato grave que exige poner soluciones sensatas urgentemente es el aumento de las diferencias entre las Comunidades Autónomas. PISA apunta que mientras los niños de Castilla y León, Navarra o Madrid compiten con los mejores del mundo, hay menores en Andalucía o Extremadura cuyos conocimientos de matemáticas son muy inferiores a la media de la OCDE. Lo más grave es que estas divergencias empeoran año tras año, hasta el punto de que, controlando las diferencias económicas entre territorios,  el mero hecho de estudiar en una comunidad autónoma en lugar de otra condena de facto a niños con la misma edad a un año menos de escolarización real. 

En fin, que nuestra lectura del Informe PISA es distinta de la versión oficial. Con los datos en la mano, deducimos que el sistema educativo en España aparece como mediocre y es cada vez menos equitativo y más desigual. Hoy, más que nunca, estamos obligados a impulsar reformas y cambios.

Ciudadanos ha hecho, desde el principio una apuesta firme por el Pacto Social y Político por la Educación como el marco en el que, centrándonos en los temas relevantes, Gobierno, comunidad educativa y fuerzas políticas tenemos que ser capaces de generar un proyecto educativo estable, justo y de calidad, que sirva para toda una generación.

Estamos orgullosos de haber sido útiles ya. En 40 años, pese a encomiables intentos, ni PP ni PSOE habían sido capaces de generar una Subcomisión como la que se aprobó en el Congreso hace una semana.  Una subcomisión que algunas fuerzas políticas se han negado a apoyar esgrimiendo azoradas excusas. Nosotros no vamos a cejar en el empeño de que, al margen de frentismo y de demagogia, grupos políticos, padres, profesores, alumnos, instituciones y expertos nos unamos para tratar y dar solución con rigor y seriedad a problemas como los que aquí se han mencionado.

Esperemos que haya suficiente altura de miras y que no acabemos teniendo que invocar a San Nicolás.

Marta Martín Llaguno es diputada de Ciudadanos en el Congreso y portavoz de Educación.