Rosalía sufre por un "hijo de puta" en un club de alterne: su vídeo 'Bagdad' en siete claves
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Bagdad fue una de las canciones del último disco de Rosalía mejor acogidas por el público desde el momento del lanzamiento y el vídeo tenía que estar a la altura de ese desgarro musical. La artista catalana viene epatando con cada una de sus propuestas visuales, que hasta ahora han supuesto la médula de sus himnos y han ido redondeando su simbología y su personalidad. No se entienden sus temas sin el fundamental trabajo de la productora Canadá, que vistió Malamente y Pienso en tu mirá del imaginario cañí que hoy la acompaña.
En el primero jugaron con la estética Bigas Luna -España profunda, sangre, toros, camiones, oros, comadres charlando en corro en las sillas- y en el segundo relataron las fases oscuras de una mujer que padece un romance enfermo de celos, hasta que, finalmente, se sacude la relación tóxica y se libra de los fantasmas, como desgranamos aquí. Su tercera bala, Di mi nombre, fue obra de la productora Caviar: ahí Rosalía reinventaba a La maja vestida de Goya, pero, a diferencia de la hembra retratada, se independiza del cuadro, del pintor y de la mirada del hombre, y se entrega al furor -entre el arrebato sexual y la expiación, entre lo erótico y lo religioso-.
Para darle cuerpo a Bagdad ha confiado en la productora Division y el resultado vuelve a ser impactante. “Y se va a quemar si sigue ahí, las llamas van al cielo a morir. Ya no hay nadie más por ahí, no hay nadie más, sentaíta dando palmas”, canta. “Por la noche, la salía del Bagdad, pelo negro, oscuro, bonita pero apená. Sentaíta, cabizbaja dando palmas. Mientras a su alrededor pasaban, la miraban”. Este tema pertenece al capítulo 7: Liturgia. Aquí algunas de las claves del vídeo.
1. El club de alterne Bagdad
Tanto el nombre de la canción como la ubicación del vídeo parecen un guiño al club de alterne Bagdad, célebre en Barcelona. Se trata de una sala porno que ofrece espectáculos de streptease y sexo en vivo. Como aseguraron sus propios dueños, “el límite lo pone el espectador”, porque los usuarios del club incluso se levantan de su butaca y pueden entrar en la escena. En el vídeo, una Rosalía con peluca larga y rubia y una malla roja con cremallera -que recuerda a la de Britney Spears en Oops! I did it again- sonríe mientras se balancea en la barra del poledance. Mueve las caderas, unos tipos la devoran con los ojos. En una esquina del local, una prostituta tiende un cigarro y un cliente se lo enciende.
2. La estética de Suzhou River
La estética de la cantante en este vídeo remite a la protagonista de la película Suzhou River, considerada por muchos críticos uno de los mejores filmes de la sexta generación del cine chino, llegando a ser comparada con obras de Hitchcock o Wong Kar-wai. Es puro ejercicio atmosférico. Un homenaje a los ambientes urbanos decadentes. Lumpen, luces rojas y personajes que habitan los márgenes de la sociedad.
3. El desamor como leitmotiv
Rosalía lo ha avisado al lanzar la canción. Va dedicada: “Pa’ todos los que les rompieron el corazón y se ahogaron en su pena”, ha escrito, acompañando el mensaje de iconos de corazones rotos. En el vídeo, cuando termina de bailar, coge el móvil y se la ve discutiendo -nota de audio mediante- con algún romance maltrecho. Agita los brazos, eleva la voz. Acaba enfadándose y tirando el móvil mientras murmura “hijo de puta”. Entra en el baño y cierra de un portazo. Una primera lágrima comienza a rodar por su mejilla y rompe en el suelo, de nuevo remitiendo a la estética de las vírgenes con mejillas húmedas en el arte sacro de todo el mundo.
4. Guiño a La forma del agua
La protagonista de la canción llora tanto que acaba inundando el baño. Hay charcos de sus lágrimas rebosando bajo la puerta, hasta que ella misma queda sumergida. Esta imagen recuerda a una escena de La forma del agua (2017), del cineasta mexicano Guillermo del Toro, que se hizo el año pasado con el Oscar a la mejor película y a la mejor dirección. En un instante del delicado filme, Elisa, la heroína muda, intenta salvar a su amor anfíbico inundando el cuarto de baño, para que él pueda volver a respirar bien -en la bañera se asfixiaba-. De nuevo, la habitación acaba convirtiéndose en una enorme piscina en la que ellos, por fin, se encuentran en un hábitat común y mantienen sexo por primera vez.
En este caso, Rosalía trata de representar a una mujer ahogada por su propia angustia y su propio dolor, una mujer que no hace nada por salvarse, sino que se autodestruye por una pasión tóxica. En la pared se ve escrito: “Thomas was here”.
5. El renacimiento
La liturgia, es decir, la ceremonia de culto en esta religión (que es el Mal querer), tenía que acabar con un renacimiento. El agua que mata es el mismo agua que resucita. De repente, el líquido torna bautismal y en el momento en el que ella ya apenas puede respirar, la imagen da un vuelco y aparece vestida de blanco virginal, iluminada por una nueva luz naranja. Ya no se asfixia. Ya no pelea contra el agua, sino que el agua la eleva: ella junta las manos en actitud de rezo. Ahora lleva paz en la cara, con aires de geisha -probablemente para redondear el homenaje a la película Suzhou River-.
6. ¿Hay mensaje sobre la prostitución?
En pleno 2018, cuando el feminismo se erige como el movimiento más potente del siglo XXI, es inevitable pensar en las connotaciones ideológicas que contiene la representación de la mujer cosificada y sexualizada, como sucede en este vídeo. El feminismo moderno se divide entre regulacionistas -que llaman a las prostitutas “trabajadoras sexuales” y exigen la puesta al día de su situación laboral- y abolicionistas -que centran su postura en el terror y la explotación que viven las víctimas de trata y hablan de “mujeres prostituidas”-. Éste sigue siendo uno de los debates más urgentes del movimiento feminista.
Teniendo en cuenta las connotaciones de la letra -“solita en el infierno, en el infierno está atrapá”-, hubiese sido una buena oportunidad para sugerir un dardo abolicionista, pero esta posibilidad ha quedado desechada con la presentación que ha hecho Rosalía sobre su propio producto. Como en el caso de la tauromaquia, empleada en otros de sus vídeos, la artista se limita a proponer imágenes espinosas y polémicas sin subrayar su postura al respecto, sirviéndose sólo de su potencia estética. No hay conciencia aquí.
7. El sample
Pocos han pasado por alto que Bagdad utiliza la melodía de Cry Me a River, la canción de 2002 de Justin Timberlake. Pero ojo, no es uno de esos homenajes que rozan el plagio. El artista está debidamente citado y acreditado en su disco. Timberlake aprobó este uso de su tema.