Alba Planas, la dueña de Abricoc.

Alba Planas, la dueña de Abricoc. E. E.

Cocinillas

La pequeña tienda de un pueblo del Ampurdán que vende unos de los mejores quesos artesanos de Cataluña

Abricoc tiene venta online, además de su tienda, de productos originarios en Ampurdán, desde quesos a vinos y aceites elaborados con variedades autóctonas.

3 mayo, 2024 01:47

Alba Plana es de esas personas a las que le gusta oler todo, probar todo y, sobre todo, saber la historia, el origen, de todo lo que cae en sus manos y en su boca. Creció en una tienda de ultramarinos de pueblo, "de esas donde se vendían verduras recién cortadas y calcetines", bromea. Y fue allí donde entendió muy pronto a qué huele el producto fresco, ese que ahora se llama de proximidad, y que era lo más habitual en el negocio de sus padres.

Así que cuando pudo, montó Abricoc, una pequeña tiene en la Fonteta, otro pequeño pueblo en el Ampurdán, pero que tienen cosas muy grandes y muy ricas.

Eso sí, en este espacio-tienda, ya que también organiza catas y otros eventos, no entra nada a sus expositores ni se oferta a los clientes que no se sepa de dónde viene, cómo ha nacido y de qué está compuesto.

Parte de la tienda Abricoc en la Fonteta.

Parte de la tienda Abricoc en la Fonteta. E. E.

"La idea principal de este proyecto es dar voz a los productores. Y así lo intento hacer, día a día, para que se pueda conocer un poco más estos productos con alma propia, que me tienen el corazón robado", aclara en su web, en la que se pueden hacer pedidos desde toda España.

Aunque muchos pensarán que la estrella de la tienda tienen que ser los vinos, por la calidad de las nuevas bodegas que están surgiendo en la región del Ampurdán, el rey de Abricoc es sin duda el queso. Pero no un queso cualquiera, sino los quesos artesanales más ricos de la zona.

Ahora mismo se pueden adquirir de forma online hasta 25 variedades entre quesos de vaca, de oveja, de cabra o el famoso recuit, muy típico de la región y que se hace en el propio pueblo donde se encuentra la tienda, Fonteta, de las manos de Casa Martell.

Una de las tablas de quesos que crea Alba Plana.

Una de las tablas de quesos que crea Alba Plana. E. E.

Una de las principales demandas de los clientes son precisamente las tablas de quesos artesanales ampurdaneses donde se mezclan las distintas variedades y están ya listas para consumir en casa. Alba las prepara para recoger en tienda, pero también hace envíos al resto del país con sus frutos rojos, sus frutos secos o las mermeladas especiales que dan el maridaje perfecto a estos cortes.

Además, para aquellos que quieran escuchar, la dueña de este colmado ampurdanés está dispuesta a contar de dónde viene cada queso y el proceso que han sufrido estas queserías para recuperar la tradición y crear bocados de dioses.

"Algunos probaron a tener sus propios rebaños, otros a comprar la leche a productores locales de la región y otros vienen haciendo estos quesos toda la vida", explica Alba mientras coloca una tabla de madera, perfectamente decorada, con cuatro variedades distintas solo para probar.

Uno de los más exquisitos con los que cuenta este colmado es el queso Altejó de Molí de Gere que está hecho con pasta cocida de vaca a 45ºC, una forma de trabajar muy típica de Suiza y Francia, con corteza natural.

Cuesta unos 14 euros el medio kilo y tiene una maduración de entre cuatro y seis meses. Para los que aún no se hayan decidido, hay que saber que en boca resulta agradable, dulce, ligeramente elástico.

Abricoc tiene más variedades de esta misma quesería que ha recuperado la forma de hacer quesos tradicionales de la región y que cuenta con leche de su propia producción para algunas de sus referencias más importantes.

Pero no es el único negocio ecológico y autóctono que se puede encontrar en la tienda. También hay un queso de oveja curado de la zona de la Garrotxa; otro de oveja ripollesa, ligeramente salado por el agua de mar del Cap de Creus; o el de cabra de la Fonteta que Casa Martell lleva haciendo décadas con leche fresca recogida diariamente a ganaderos de la comarca y los famosos paños.

Imagen de la tienda de Abricoc, donde también se realizan catas.

Imagen de la tienda de Abricoc, donde también se realizan catas. E. E.

Vinos de cariñena o aceites con argudell

Una de las experiencias más satisfactorias de este espacio gastronómico es mostrar algunas de las variedades de vinos y aceites que se producen en el Ampurdán y que se habían abandonado por el paso de los tiempos y el triunfo, al final, de la cantidad sobre la calidad.

Alba cuenta cómo algunos aventureros han optado por empezar a hacer vinos de cariñena, una variedad de uva que crece en esta región de Girona y que está marcada por la proximidad al mar y el famoso viento de la Tramontana pero que acaba haciendo un trago de mucha calidad y tradición.

"Aquí había muchos lugares donde se hacía el típico vino de payés, que es el de andar por casa. Pero ahora están cogiéndolos las nuevas generaciones para crear vinos de calidad recuperando una uva que es de aquí, la cariñena, y viendo qué cosas se pueden hacer con ella", explica la dueña de esta curiosa tienda.

Alba tras los cristales de Abricoc.

Alba tras los cristales de Abricoc. E. E.

Un ejemplo de este esfuerzo para que no se pierda lo antiguo es Vinyes dels Aspres, que en apenas 35 hectáreas ha conseguido crear una bodega con unos vinos que saben a lo que es esta tierra: el suelo de pizarra y granito, pedregosa, pero muy rica.

Lo más llamativo de la oferta de productos de Abricoc, sin duda, es el aceite y los proyectos que han logrado cultivar de nuevo una aceituna muy ampurdanesa, la argudell, que se había perdido entre bosques y tierras abandonadas.

Los aceites del Ampurdán cuentan hasta con su propia denominación de origen, puesto que no es habitual encontrar olivos tan al norte de la Península Ibérica, pero el trabajo que se está haciendo para recuperar la argudell está siendo increíble.

La mayoría de estos cultivos fueron abandonándose en favor de la alberquina porque ésta tenía un rendimiento mayor a la hora de contar litros de aceite. Sin embargo, el toque de la argudell consigue que el oro verde huela a pura aceituna y quede un sabor redondo, cremoso y de larga duración en boca.

Por eso, si le preguntan a Alba, lo tiene claro: pon un poco de argudell en tus platos aunque sea en copage y, sobre todo, saboréalo en crudo y con calma. Una receta perfecta para no salir ni de Abricoc ni del Ampurdán gironés.