Dormir es un placer que se acaba con la edad.

Dormir es un placer que se acaba con la edad. GTRES

Salud Neurología

Dormimos menos cuanto mayores somos: la culpa es de nuestro cerebro

A más edad menos tiempo se dedica a dormir, pero hasta ahora se desconocían las causas. 

10 abril, 2017 01:52

Noticias relacionadas

Es un hecho conocido que, a medida que se envejece, se tiende a dormir menos. En 2015 la National Sleep Foundation de EE.UU. elaboró una tabla donde dividía las horas de sueño necesarias según la edad. Dormir 8 horas no es el estándar necesario para todo el mundo y aún menos cuando alcanzamos determinada edad.

Sin embargo, hasta ahora se desconocía la causa por la cual las necesidades de sueño disminuyen con la edad. No está claro si las personas de mayor edad necesitan realmente menos sueño, o si lo que sucede es que no pueden superar unas horas determinadas del mismo.

Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley) y publicado en la revista Neuron ha indagado acerca de este asunto y sugiere una causa: el cerebro humano es incapaz de otorgar el descanso necesario debido al envejecimiento.

La desventaja del sueño

Como bien afirma Matthew Walker, jefe del Laboratorio del sueño y neuroimagen de la UC Berkeley, todos los animales del planeta necesitan dormir a pesar de que, evolutivamente hablando, es una clara desventaja ante los depredadores: mientras dormimos somos inútiles, ya que nos encontramos inconscientes, no socializamos y somos vulnerables.
Sin embargo, el sueño es vital para sobrevivir, pues ese descanso es absolutamente necesario para que todos los sistemas y órganos funcionen con normalidad.De hecho, existen diversos trabajos que han detectado relaciones entre la falta del sueño y múltiples problemas de salud como la alteración del comportamiento, la falta de memoria, los atracones, el daño cerebral, un mayor riesgo de infarto; entre otros muchos problemas
Según el trabajo de Walker y sus colaboradores, a medida que se envejece se pierden conexiones neuronales en el cerebro cuyo trabajo era recoger las señales de somnolencia; por lo tanto, lo que realmente sucedería es que el cerebro no procesa correctamente la necesidad de dormir.Para llegar a esta conclusión los investigadores compararon la cantidad y el tipo de señales químicas implicadas en el sueño que se producían en un grupo de ratones jóvenes en comparación a ratones más viejos.
Según sus hallazgos, la firma química es la misma, independientemente de la edad. El problema no es la cantidad de señales químicas, sino los receptores cerebrales que recogen las señales, los cuales no funcionan correctamente y degeneran con el paso de los años.Como dice Walker: "Es como si se tratara de una antena de radio débil; la señal está ahí, pero la radio no puede captarla correctamente".

La pescadilla que se muerde la cola

Según Walker, su estudio plantea una duda paradójica: anteriormente se solía pensar que la falta de sueño era una consecuencia del envejecimiento; sin embargo, este estudio plantea que precisamente esta falta de sueño podría ser la causa del mismo envejecimiento. Y es este cambio de enfoque podría dar lugar a la mejora de los tratamientos antienvejecimiento.
Asimismo, los investigadores dejan clara una cosa: la falta de sueño no se produce en la tercera edad, como se suele creer, sino que a menudo empieza a finales de los 20 o 30 años de edad, y continúa de forma progresiva a medida que avanzan los años.De hecho, según Walker, a los 50 años solo se obtiene un 50% del sueño profundo que se recibía a los 20 años; a los 70 años, la mayoría de los individuos tienen poco o ningún tipo de sueño profundo de alta calidad, lo cual da lugar a despertares nocturnos y a un descanso escaso.
Por desgracia, según Walker, no existe una solución rápida para este problema: las investigaciones sobre los receptores del sueño son escasas, y los medicamentos para dormir son poco más que un parche. Por el momento, los investigadores sugieren algunas medidas de higiene del sueño tales como evitar la toma de cafeína por las tardes, dormir en una habitación ligeramente más fría que el resto de la casa y realizar ejercicio de forma constante y a diario.