La enfermera Teresa Romero.

La enfermera Teresa Romero. Moeh Atitar

Salud Virus del ébola

El desgarrador testimonio de Teresa Romero: "Miré a dos compañeros y les supliqué que me ayudaran a morir"

La primera afectada por ébola fuera de África relata su experiencia mientras estuvo ingresada en el Hospital Carlos III. 

3 enero, 2017 17:24

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El 7 de octubre de 2014 el nombre de Teresa Romero se hizo conocido para todos los españoles. Esta técnica de cuidados auxiliares de enfermería, que tenía entonces 44 años y que vivía en un absoluto anonimato, se convirtió de la noche a la mañana en la primera víctima del virus ébola adquirido fuera de África. Lo hizo tras haber cuidado a los dos primeros españoles fallecidos por la enfermedad, que la habían contraído en el continente donde ejercían de misioneros y que fueron repatriados a España tras una polémica decisión del Gobierno. 

Han pasado más de dos años desde aquella fatídica fecha, y Teresa Romero ha dado varias entrevistas, en las que ha contado sobre todo cómo volvió a incorporarse a su vida normal y cuáles fueron las secuelas de la enfermedad que logró superar. 

Pero poco se sabía hasta ahora de los sentimientos de Romero durante los 30 días que estuvo ingresada, 25 en aislamiento estricto y cinco en una habitación estándar.

En diciembre de 2015, tres de las personas que ayudaron a salvarle la vida pidieron a Romero que desgranara sus recuerdos, que han sido ahora publicados en la revista Enfermería Clínica, en un artículo científico en el que Alicia Cerón, Rafael Jiménez y Ana María Gómez, del Grupo de Investigación en cuidados IdlPAZ y de la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital de La Paz describen cómo cuidaron a la enferma. 

He aquí algunas de las frases más impactantes del relato en primera persona de la auxiliar:

Aquella situación me imponía porque iba empapada en mis propios fluidos. Era un momento muy angustioso, sentía humedad por todas partes. 

Uno de ellos [los compañeros vestidos con el equipo de protección individual para casos de évola] me decía: 'Teresa, venga para adelante, que este fin de año tenemos que cenar juntos'

Infundir esperanza fue la tónica de esa noche y de los días sucesivos. Quiero creer que fue la llave de mi curación 

Quería agua, casi no podía articular palabra, pero sentía una gran necesidad de comunicarme. Era una situación de impotencia

Era inevitable pensar en los dos pacientes con évola repatriados de África que había atendido y en su triste final. Me veo en el mismo destino, el pánico se apodera de mí, no quiero dormir, sentía que si lo hacía ya no volvería a despertar

Mis pulmones estaban empezando a fallar, sentía que me ahogaba y me costaba respirar, era una situación de agonía

Entraron dos compañeros [...]. Les miré y les supliqué que me ayudaran a morir. Me faltó una línea, la cruzaba y fin...

Sentía que la muerte me acechaba, un ente apoyado en mi hombro me esperaba tranquilo 

Creo que hubo un día que se me alinearon todos los factores para sacar el ébola de mi cuerpo 

De las tres estepas que se me presentan, ésta [la fase de resolución] es la que podría citarse como "la más feliz" por la noticia de mis dos PCR negativas, se torna dramáticamente como la etapa de más contradicciones emocionales que se me dan en tan extraño lugar

Es impactante la primera vez que me veo en el espejo del baño de la habitación, me encuentro muy delgada y demacrada, con claros signos de haber padecido una grave enfermedad

De lo negativo que se ha podido decir sobre mi persona diré que es más fruto de la desinformación que de la información

Quizá me haya dejado muchos detalles sin escribir, nadie puede imaginar lo que yo viví en octubre de 2014 exceptuando los supervivientes de ébola

Soy un alma inquieta, no me guían mis ojos, solamente el afán por descubrir