Opinión

Refugio

Refugio.

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(Crítica teatral a 'Refugio' producción del Centro Dramático Nacional, con texto original y dirección de Miguel del Arco).

Un político dando explicaciones sobre un presunto caso de corrupción que atañe a su partido, repitiendo la letanía de los casos aislados, de la vocación por el servicio público, del respeto a la Justicia, de su colaboración máxima con ella, de que la democracia funciona correctamente, utilizando las evasivas para eludir sus propias responsabilidades, presumiendo de transparencia solo en escenarios en los que imponer sus normas, etc… acorralado, casi desesperado, buscando refugio, en este caso a través de sus palabras.

Nuestra enferma sociedad contemporánea y dos de los dramas que la marcan: la corrupción y la crisis de los refugiados, desubicados en sus países de origen y víctimas de sus sueños aquí. Ambos ejes son utilizados por Miguel del Arco para construir un magnífico espectáculo que engancha al espectador desde el mismo inicio del mismo, manteniéndolo anclado a su butaca hasta el momento de la ovación final, que brota natural, unánime y llena de bravos y aplausos.

Lola (Macarena Sanz) la rebelde hija mayor de Suso (Israel Elejalde), nos muestra la peculiar familia del político, desde el seno de su moderna casa, acosada por los fotógrafos y periodistas que acuden ávidos de noticias …también de espectáculo, y lo hace jugueteando con la dualidad de la miseria que sucede realmente dentro de los cristales que marcan sus límites y las imágenes que se pueden observar desde fuera, destacando, Farid (Raúl Prieto), el refugiado sirio acogido por Suso, convertido en coartada y signo de la, aparente, empatía social y compromiso del líder político, allí está, allí come, allí bebe… pero nadie sabe nada más de él.

La casa de los Santiesteban es representada a través de un cubo transparente que se va deslizando por el escenario durante el espectáculo, adaptándose a cada escena y cada momento, por momentos abierto, en otros momentos cerrado, pero dejando visibles a quienes lo utilizan como refugio. El trabajo de escenografía de Paco Azorín es magnífico, destacando por su originalidad y creatividad, marcando el nivel para el resto de oficios técnicos, todos sobresalientes.

La trama se desarrolla a través de dos historias, la de la familia encabezada por Suso, y la de Farid en diálogo permanente con el espíritu de su mujer, Sima, ahogada junto a su bebé de tres meses, cuando naufragó la embarcación en la que viajaban destino a poner a refugio sus sueños. Ambas historias se yuxtaponen de forma tan fluida, que la una enriquece a la otra, hasta formar una sola, acierto que hay que anotar a la hábil dramaturgia de Miguel del Arco.

Muy interesante alegoría la del refugio que busca Farid, físicamente acogido por Suso y familia, y voluntariamente recluido en su propio silencio, pero a la vez convertido en el refugio particular de cada integrante de la familia con la que vive, quienes uno a uno van depositando en él sus secretos, sus miserias, sus frustraciones, sus preocupaciones, él no les entiende, pero ellos lo único que necesitan es sentirse escuchados y verbalizar sus propios demonios.

Durante toda la obra, el espectador se siente conectado a través de las emociones, sin necesidad de instrucciones previas, porque nada de lo que se le presenta ante él le es ajeno, pero destacaré dos momentos en especial: por un lado la evocadora escena que protagoniza Beatriz Argüello, formidable, recreando las tardes de gloria de Amaya como cantante de opera; y por otro cuando Raúl Prieto nos emociona al recrear la oración de Farid: “…no soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia. No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.”

Ya conocíamos los logros, e hitos, de Miguel del Arco como director teatral, pero en este Refugio da un paso más y nos demuestra su capacidad, y brillantez, como dramaturgo, construyendo un texto original y vibrante, que no deja indiferente a nadie, consiguiendo una obra redonda, en la que todo funciona, sin necesidad de instrucciones, interpretaciones o aclaraciones.

El acierto de Miguel del Arco incluye el casting de los actores, pareciendo, todos ellos, la medida exacta del personaje que se les asigna, destacando Israel Elejalde, soberbio, en el rol del político sin escrúpulos, incapaz de dejar su cinismo fuera de las cristaleras que limitan su casa.

Refugio tiene previsto mantenerse en la cartelera del Teatro María Guerrero de Madrid hasta el once de junio, lo mejor que puedo hacer es animar a cualquier buen aficionado al teatro a no perderse esta auténtica maravilla que ha compuesto Miguel del Arco, al cual le pude expresar mis felicitaciones a la salida de la representación a la que acudí, aún emocionado y conmocionado. Gran trabajo, y gran resultado, construido sobre la potente alegoría del uso del lenguaje, la construcción de realidad desde él y el pecado de incomunicación de nuestra vida contemporánea. Absolutamente imprescindible.