Vladímir Putin, presidente de Rusia,  en el Congreso de la Unión Rusa de Industriales y Empresarios, en Moscú.

Vladímir Putin, presidente de Rusia, en el Congreso de la Unión Rusa de Industriales y Empresarios, en Moscú. Reuters

Europa

Rusia se salta las sanciones y logra financiar la guerra de Ucrania vendiendo petróleo a Corea del Norte

Habría exportado hasta 165.000 barriles de petróleo al norte de la península coreana sólo en el mes de marzo.

3 mayo, 2024 02:47

Desesperado por encontrar apoyos debajo de cualquier piedra, hace tiempo que el régimen de Putin ha decidido incluir al de Kim Jong-Un entre sus aliados. Corea del Norte, especialmente enfadada con Occidente desde que se considerara humillada por Estados Unidos en las negociaciones de Hanoi de 2019, no dudó en salir en apoyo de Rusia cuando esta invadió Ucrania. Algo más tardó la propia Rusia en aceptar la ayuda, pero ante la ausencia de más aliados y en medio de serios problemas económicos y armamentísticos, no tuvo más remedio.

Aunque la relación entre Rusia y Corea del Norte ha sido tradicionalmente tensa -como lo ha sido entre Rusia y China, por otro lado-, tener un enemigo en común ha hecho que sus disputas pasen a un segundo plano. A lo largo de los años, Rusia ha votado repetidamente a favor de las sanciones a Corea del Norte porque siempre ha sido consciente de que tener una potencia nuclear a pocos kilómetros de su frontera era un peligro difícil de asumir. Sin embargo, desde que, en julio de 2023, durante la pasada contraofensiva ucraniana, el ministro de exteriores ruso, Sergei Shoigú, negociara en Pyongyang un acuerdo armamentístico, refrendado en septiembre por los líderes de ambos países en el cosmódromo de Vostochni, ese peligro parece cosa del pasado.

El temor a la formación de un “eje del mal”, por utilizar las palabras del presidente George W. Bush, compuesto por Rusia, Corea del Norte, China e Irán está cada vez más fundado. Gracias a la ayuda rusa, Kim Jong-Un no sólo está trabajando en la construcción de submarinos nucleares con los que amenazar a su vecino del sur y a enemigos potenciales como Japón, Filipinas o Taiwán, sino que su ejército ha anunciado maniobras conjuntas con el de Putin, algo que no sucedía desde los tiempos de Kim Jong-Il.

Municiones por combustible

Desde el verano de 2023, Corea del Norte ha mandado a Rusia millones de municiones que han resultado claves primero en la defensa del eje Zaporiyia-Donetsk y después en el propio contraataque ruso en esa misma zona. De todos los problemas que Ucrania se ha encontrado en el frente, el más acuciante ha sido precisamente la falta de proyectiles, con ratios que han llegado a ser de cinco disparos a uno y que podrían haber llegado a duplicarse si el Congreso estadounidense no hubiera aprobado el último paquete de ayuda militar.

Obviamente, más allá de las rencillas contra Occidente y el interés de Kim Jong-Un en que el mundo sea un lugar más caótico, el apoyo de Corea del Norte exige contrapartidas por parte de Rusia. Si Putin ha hecho bien en confiar en las deficientes municiones norcoreanas y en los drones iraníes, es decir, si ha sido buena idea pasar a depender de dos países completamente impredecibles y que en cualquier momento pueden pasar de aliados a enemigos, lo dirá el tiempo. El hecho es que Rusia, que se codeaba con la élite occidental, se lucraba con sus exportaciones a Europa y se beneficiaba de la inteligencia antiterrorista estadounidense, ahora ha pasado a colaborar con dos estados marginales y brutalmente sancionados por las Naciones Unidas.

El día después de que Putin ordenara a su embajador ante la ONU vetar la renovación del panel de control del programa nuclear de Pyongyang, con el consiguiente desmembramiento de la comisión, Estados Unidos ha filtrado que las relaciones entre Rusia y Corea del Norte van más allá de lo militar y llegan también a lo económico. Según estas fuentes, Rusia habría exportado hasta 165.000 barriles de petróleo al norte de la península coreana solo en el mes de marzo. Para hacerse una idea, la ONU había fijado un límite humanitario de quinientos barriles… anuales.

[La realidad de la ofensiva que la propaganda rusa intenta vender al mundo: 15 kilómetros en un año]

Lo que sacamos en claro de esta noticia es que Rusia ha aceptado convertirse en el torpedero de Kim Jong-Un en las Naciones Unidas, poniendo en riesgo la seguridad militar de medio Océano Pacífico. Aparte, está permitiendo a un régimen dictatorial y completamente volcado en la producción armamentística, ampliar sus programas mediante la llegada de un recurso vital que hasta ahora podía comprar con cuentagotas. Si Rusia necesitaba municiones por encima de cualquier cosa, Corea del Norte necesitaba combustible. Toda su economía de guerra depende de ello.

Cómo financiar una guerra con Gazprom en pérdidas

A su vez, este acuerdo económico permite a Putin encontrar una salida a su exceso de combustible y paliar las pérdidas producidas por las limitaciones comerciales impuestas por Occidente. De esta manera, aunque probablemente Corea del Norte no sea el mejor ni el más fiable de los pagadores, Putin consigue el dinero que necesita para seguir financiando su guerra de atrición en Ucrania. Una guerra que ha disparado el gasto militar en los últimos dos años, ha provocado unas pérdidas enormes en material que tendrán que ser compensadas y se ha llevado por delante a unos 100.000 soldados. Todo, para conquistar en torno al 10% del territorio ucraniano.

Aunque hay cierto consenso en que las sanciones occidentales no han conseguido tumbar la economía rusa -en ello ha influido también la ayuda de Xi Jinping, que no está dispuesto a dejar caer a Putin tan fácilmente-, sí han hecho mella en determinadas compañías como Gazprom, que anunció este jueves pérdidas por valor de 6.700 millones de dólares por primera vez en 25 años. Aparte, las necesidades de Rusia no son las de antes. Un país en guerra requiere de un aumento constante de producción y materias primas que a su vez exige un gasto elevadísimo. En ese sentido, los presuntos incrementos del PIB hay que verlos con cierta prudencia.

Primero, por la fiabilidad de las fuentes. Segundo, porque Rusia, para triunfar en Ucrania, necesita un crecimiento más rápido. De lo contrario, tarde o temprano, no habrá con qué sostener la inmensa industria armamentística. Todos los esfuerzos en el frente dependen de que el ejército mantenga su actual superioridad de medios. En el momento en el que esa superioridad desaparezca, Rusia se verá obligada a retirarse. Ya pueden Kim, Xi y Raisi echar todas las manos del mundo, que no bastarán.