La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha seguido desgranando este miércoles los detalles del Plan de Infraestructuras Críticas 2026-2031 anunciado el pasado jueves en el Debate sobre el Estado de la Ciudad, el primero después de la dana del pasado octubre.
Se trata de un proyecto en el que el Ayuntamiento de Valencia invertirá 120 millones de euros y que, según los cálculos realizados por la propia corporación local, estaría amortizado en apenas día y medio.
Según fuentes municipales consultadas por EL ESPAÑOL, en caso de que Valencia estuviera 24 horas sin agua potable, las pérdidas que comportarían para comercios, locales y empresas en la ciudad superarían los 100 millones de euros al día.
Esto significaría que el plan ideado ahora para autoabastecerse de agua potable en situaciones de emergencia quedaría amortizado en menos de 36 horas.
Y, aunque la propia alcaldesa ha reconocido este jueves que puede parecer un proyecto "poco sexy", lo ha considerado totalmente "imprescindible" para los vecinos después de haber vivido el apagón en abril y la dana, que comprometió el suministro de agua a la ciudad.
De hecho, dada su trascendencia, la primera edil ha anunciado que plantearía a la Emshi (Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos) la posibilidad de que el área metropolitana de Valencia haga un plan de infraestructuras similar para proteger a su población ante situaciones críticas.
En definitiva, que vaya más allá del término municipal. De hecho, la alcaldesa ha recordado que la ciudad ostenta actualmente la presidencia de la Emshi y que la capital tiene también "responsabilidad metropolitana".
Ahora bien, la intención es que también se extienda al ámbito energético. "Ahora vamos a por la energía", ha aseverado Catalá tras desvelar que la concejalía dirigida por Carlos Mundina trabaja en un proyecto similar relativo a la energía.
"No sé si el Gobierno está desarrollando su plan de obras hidráulicas en barrancos, pero conozco el plan de parque inundable en el que trabaja la Generalitat y conozco el Plan que queremos poner en marcha nosotros. Preparar la ciudad para ser más resiliente ante fenómenos climáticos extremos", ha defendido.
Plantas potabilizadoras
El proyecto se basará principalmente en la construcción de cuatro pozos y plantas potabilizadoras para asegurar que, ante situaciones catastróficas como el apagón o la dana, Valencia pueda tener garantizado el suministro de agua potable durante al menos durante 48 horas, o más.
Actualmente, según Catalá, estarían garantizadas solo las primeras 24 horas. Pero el objetivo es duplicarlo y, a partir de ahí, potabilizar a través de las plantas.
Estas se construirían en Pío Baroja, Malilla, Tres Cruces y Ronda Nord. La primera, para que esté lista en el segundo trimestre de 2027 y con una capacidad de producción de 150 litros por segundo. Y los tres últimos, sin fecha de finalización, producirán 200 litros por segundo.
Una capacidad que en la pasada dana hubiera evitado que Valencia tuviera que reducir la presión de agua nocturna para garantizar el suministro a los pueblos afectados de la zona cero.
El Plan también contempla la renovación de 8,9 kilómetros de tuberías arteriales para "hacer más fuerte el sistema" y minimizar el riesgo de roturas. Una actuación dirigida también a proteger a la población ante emergencias y hacer la ciudad más resiliente.
Estas se sitúan en San Isidro, Malilla y hacia el Saler, por la V-30. En caso de que se rompiera la primera, quedaría comprometido el suministro a un tercio de la ciudad de Valencia, mientras que la fractura de la segunda, la de Malilla, implicaría un descenso de presión en un cuarto del municipio.
En el caso de El Saler, la rotura supondría el desabastecimiento de la zona. Junto a estas tres, también existe una tubería que resulta clave en el suministro de agua potable para la mitad de la capital: la que transcurre por debajo de Avenida del Cid.
El refuerzo de todas ellas costará al consistorio un total de 22,6 millones de euros.
Red de baja presión como París
El Ayuntamiento de Valencia también invertirá 10,8 millones de euros en aumentar la red de baja presión. Valencia, según ha reiterado Catalá, es la única gran ciudad, junto a París, que tiene una red de agua de baja presión para los servicios urbanos. La intención es ir ampliando la red para adecuarla al crecimiento de la ciudad.
Con esta actuación se conseguiría que el 100% de las zonas verdes de la ciudad se riegue con agua de pozos y reducir en un 25% el transporte en cubas de agua para baldeo.
De forma paralela, también se buscará aprovechar el agua que se achica en las estaciones de metro y ferrocarril. Tan solo en las estaciones de Cabanyal o Turia se extrae 1,2 hectómetros cúbicos de agua mediante achique.
Esto equivale a tirar al mar 500 piscinas olímpicas, según ha comparado la propia alcaldesa. La idea, en realidad, es aprovecharla para limpiar las calles mediante el baldeo y no desperdiciarla.
El ayuntamiento también busca desplegar 40 cañones de agua en la Devesa-El Saler para proteger el parque natural frente a incendios, algo para lo que "es necesario un suministro independiente, algo que este plan permitiría".
