Vista de 2010 de enclaves del barranco del Poyo en los que se proyectaron las actuaciones jamás materializadas. EE

Vista de 2010 de enclaves del barranco del Poyo en los que se proyectaron las actuaciones jamás materializadas. EE

Reconstruir Valencia

El ingeniero que redactó el proyecto para encauzar el Poyo rompe su silencio: "Muchas vidas se habrían salvado"

"Fui el día siguiente a recorrer la zona. Era todo espantoso. Sentí impotencia y tristeza", lamenta Jorge Paciarotti, autor del plan que no ejecutó el Gobierno.

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Valencia
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"Sentí una impotencia y una tristeza muy grandes. Al ser protagonista de tantos estudios, al haber dedicado tanto tiempo a resolver los problemas que presentaba el proyecto y ver después que no se aplicaran... Provoca una tristeza enorme por la enorme cantidad de pérdidas humanas".

Es el doloroso testimonio de Jorge Paciarotti, autor del proyecto para encauzar el barranco del Poyo, que concede a EL ESPAÑOL su primera entrevista desde la catástrofe que se cobró el pasado 29 de octubre 227 vidas -tres son todavía desaparecidos-.

Paciarotti atiende a este periódico desde Argentina, su país de origen, si bien reside en Valencia, donde se encontraba la noche de la dana. "Recorrí la zona al día siguiente. Era espantosa. Uno de mis hijos vivía en Catarroja. Por suerte, se había mudado unos días antes", relata.

El ingeniero de caminos, canales y puertos, que elaboró su trabajo para Typsa, responde sin ambages ante la pregunta clave. ¿El encauzamiento del barranco que jamás ejecutó el Gobierno de España habría evitado las muertes?

"Como técnico, sé muy bien qué se proyectó. Tengo datos precisos de la gota fría. Es cierto que los datos superaron ampliamente los registros de los que se disponían. Si rehiciéramos hoy el proyecto, los registros deberían ser superiores, trabajaríamos con caudales superiores después de lo que hemos visto", expone en primer lugar.

Pero, añade, "eso no quita que, si se hubieran realizado las obras proyectadas, se habrían reducido los daños". "Muchas vidas se habrían salvado", asevera.

Como informó a este periódico Javier Machi, director de Typsa en Valencia durante aquellos años y actual decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Comunitat Valenciana, el conjunto de la actuación estaba proyectado en 240 millones de euros.

Hasta 300 millones

"Esto era el proyecto constructivo. La ejecución pudo haber estado un 20% o un 25% por encima", precisa Paciarotti. El máximo, en consecuencia, habría sido de 300 millones. Este montante "incluía las expropiaciones por las áreas de laminación de agua en Saleta y el Poyo".

Se trata de una cantidad importante, pero muy inferior al coste de la catástrofe. El conjunto del daño generado por los desbordamientos en la provincia oscila entre los 17.000 y los 20.000 millones de euros, según los estudios del Ivie y la CEV.

Por desgracia, tres gobiernos de España orillaron este proyecto, que logró la preceptiva declaración de Impacto Ambiental positiva en 2011, el último año de José Luis Rodríguez Zapatero.

Las imágenes que encabezan este artículo corresponden al estado en el que se encontraban en aquella época el barranco del Poyo a su paso por Chiva, la confluencia de los barrancos del Poyo y Gallego, y tanto la pasarela como el puente de Picanya.

Pago secuencial

La iniciativa impulsada durante el mencionado gobierno socialista no fue desarrollada ni con este ni con los dos Ejecutivos posteriores, el popular de Mariano Rajoy, que comenzó a finales de ese año, ni el también socialista de Pedro Sánchez tras la moción de censura de octubre de 2018. Este último ahora sí afirma que lo va a ejecutar.

"Como ingenieros, hacemos los proyectos para que se hagan. Se proyectan para que se ejecuten, no para quedarse en un cajón", lamenta Paciarotti. El ingeniero subraya además que el Gobierno tenía facilidades económicas para desarrollarlo.

"Como autor, lo proyecté con precios realistas para evitar la disuasión. Eran precios de mercado razonables. Y se había fijado una secuencia. Se podía hacer por fases, se dio un orden, que permitía avanzar poco a poco para no tener que hacer de repente todo el desembolso", revela el experto.

A su juicio, las actuaciones "quedaron a la voluntad política, la de la administración central y la de los ayuntamientos afectados, por la presión que podían realizar". "Porque había un riesgo potencial importantísimo. Era meritorio que se hiciera", rememora.

"Costó un par de años estudiar con detalle toda la zona de construcción. Aunque, si se cuenta desde el principio, fueron diez años. Desde el año 2000, cuando se empezó a trabajar en la fase uno", precisa.

Como precisó este periódico, el conjunto del proyecto "abarcaba seis actuaciones constructivas que derivaron en siete". Las más importantes, dos "vías verdes" -desvíos- desde la cuenca del Poyo hasta el nuevo cauce del río Turia.

Estas dos últimas actuaciones, unidas a las áreas de laminación, habría "desviado una gran cantidad de agua que no habría entrado a las poblaciones".

"Las derivaciones habrían funcionado muy bien, habrían sido clave. La cantidad de agua, la velocidad y el tiempo de permanencia se habría reducido, y eso habría salvado vidas", concluye.