Esa es la pregunta, la incómoda, dirigida a todos aquellos que exigen justificación para tal osadía como es reclamar el dominio “.val” para el valenciano, como ya tienen disponible el catalán, el vasco o el gallego, por favor, entiéndase la ironía al tildar de osada la petición, que, por otra parte, todo hay que decirlo, ya estaba tardando.

Lejos de seguir cediendo frente a los que requieren argumentación entorno a todas y cada una de las solicitudes con origen y finalidad identitaria, tal vez, ha llegado el momento, en el que sean esos mismos los que deban dar explicaciones, sí, precisamente aquellos que las solicitan, y que muestren, de una vez por todas, abiertamente, los motivos por los cuales no solo no defienden, sino que ni tan solo reconocen y llegan incluso a torpedean todo aquello que huele a señas de identidad.

Todavía se escuchan mensajes, cuanto menos alarmantes, relativos no a una cuestión filológica, ojalá lo fuera, sino dentro del contexto de un asunto de pertenencia y ahí no caben vacilar, ni mostrar equidistancia.

El uso político del valenciano lleva a una separación más ideológica que societaria rompiendo al colectivo del territorio que, ante la falta de unanimidad de los representantes en cuanto a aquello que nos identifica y nos diferencia como pueblo, tiende, en muchos casos, a retraerse por el temor a exponerse de una manera pública.

Después de un 9 de octubre donde el president del Consell, en su declaración institucional, puso en valor la figura de Jaume I, con motivo de la efeméride de su fallecimiento que el próximo 2026 conmemorará los 750 años de la muerte del monarca, es momento de reconocer notablemente a Jaume I como padre del autogobierno valenciano, y defenderlo desde el orgullo de pertenencia, con las cuotas de autogobierno impulsadas desde un legislativo autonómico cercano y resolutivo frente a las necesidades de los valencianos.

Así que, ¿por qué no?, ¿por qué no un dominio .val?, ¿por qué no reconocer lo que ya nuestro Estatuto recoge en su artículo 6: “La lengua propia de la Comunitat Valenciana es el valenciano”?

Esas son las preguntas dignas de una respuesta clara, con caretas fuera, sin acudir a la sujeción de una barra de trapecio como así lo parece esa insultante denominación de catalán/valenciano.

Respeto identitario, orgullo de pertenencia y defensa de lo propio dentro y fuera del territorio de la Comunitat Valenciana, que parece que suena a poesía, pero exige altura, y mucha, como mínimo la que demuestra tener el Poble Valencià.