A vísperas de alcanzar un año desde aquel fatídico día 29 de octubre del 2024, en el que nuestro pueblo valenciano sufrió una de las tragedias más catastróficas de la historia, siguen pendientes de ejecución las obras hídricas que, sin lugar a duda, son la prevención que necesitamos para salvar vidas, mientras tanto el uso partidista e interesado de la tragedia está servido.
Esta semana la iniciábamos desayunando con la carta publicada por la periodista Maribel Vilaplana que, haciendo uso de la libertad de expresión que, a sorpresa de muchos, también, le ampara, consideró necesaria difundir en tiempo y forma, volviendo a sacar los colores del machismo más rancio de nuestro país.
No es pregunta sino una rotunda afirmación decir que: si el president del Consell hubiera estado comiendo con el Sr. X este "debate", por llamarlo de alguna manera, no estaría sobre la mesa.
Seguimos el devenir de los días laborales, con el informe de la Confederación Hidrográfica del Xuquer, y puestos a exigir dónde estaba quién, el Sr. Polo, presidente de la entidad, se encontraba en la Universidad Politécnica de Valencia, sin mostrar signos de preocupación, según sostienen los presentes, y, al parecer, tampoco alertado por lo que se venía por el Barranco de Poyo.
Entre machismos y cuñadismos judiciales, volvemos a vueltas con las horas y los relatos, la política partidista produce sorprendentes juristas-transformers, vuelve jueces a políticos, a golpe de argumentario e injerencia, pero no solo como instructores, incluso van más allá, ¿por qué no?, ya puestos, instruyen, juzgan y sentencian, todo en uno, a costa de aniquilar la imparcialidad judicial.
Por supuesto, crítica incluida, cuando se tratan de analizar las resoluciones judiciales, la seguridad jurídica igual podríamos dejarla para los que sí son jueces, esos a los que se les acusa de hacer política cuando interesa a la causa.
Entre políticos haciendo de jueces y jueces acusados de hacer política por los propios políticos, lejos de afinar en formato trabalenguas, el juicio paralelo al judicial, el social y mediático está bajo los mandatos ambiciosos de la disciplina del partido.
No existe, al menos, dentro de nuestro ordenamiento jurídico, otro recorrido distinto que el judicial, para la averiguación y el esclarecimiento de los hechos, de todos y cada uno de los casos que entran por la puerta de la administración de justicia.
"Valores democráticos vendo que para mí no tengo", al ritmo polarizante de la política actual, podría incorporarse al refranero español para definir el partidismo interesado, siempre bajo en política.
Cartas, informes, juicios, y valores, cada uno en su encuadre, no mezclemos churros con merinas, que esta sí es una buena sentencia.