Estos tiempos convulsos en los que parece estamos inmersos, donde la mentira se confunde con el cambio de opinión y el engaño con el tacticismo partidista, cabría recordar en qué términos define la Real Academia de la Lengua Española la mentira, para refrescar la memoria de algunos, y aunque un poco ilusorio, sacar los colores a otros.

Una mentira, según la RAE, es una expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

Saber parece que suena más contundente, como si requiriera tener conocimiento pleno, pero aquello de creer o pensar, igual, y muy acertadamente, expande el concepto de la falsedad más allá del documento y el dato constatado.

Al parecer debe importarnos mucho eso de la mentira porque hemos dedicado mucho ingenio y gracia para colmar al refranero español de frases entorno al sustantivo, pero también al que realiza la acción, el que miente.

El poder de la verdad está subestimado, y en un momento álgido de inspiración poética llegaríamos a afirmar incluso: "la verdad te hará libre".

Pero, y esto sí que es verdad, a pesar de que sobre la mentira se habla mucho y, a lo visto, también se escribe, lo más cierto es que se actúa poco.

Y si asociamos la verdad y la política, sin entrar en perturbadores análisis filosóficos, la normalización de la continuidad en el ejercicio de los cargos políticos o de los por ellos designados, a pesar de la mentira, aniquila por completo la transcendencia de la verdad, porque la mentira se ha mimetizado en el sistema hasta estandarizarse.

Tres meses después de la catástrofe de la dana, la primera intervención del presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, que es nombrado por el secretario de estado de Medio Ambiente, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, liderado, hasta no hace tanto, por Teresa Ribera, fue para mentir.

Si no resultaba ya bastante patético el silencio al que se nos estaba sometiendo, la mentira como respuesta no debería ser otra reacción que la cesión en el cargo de Miguel Polo como presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, de manera inmediata y fulminante.

"En ese tiempo no se envió información de la rambla del Poyo".

Prontas llegan las contrapartidas poco originales y demasiado trasnochadas de la recurrente expresión: "está sacado de contexto".

De un modo u otro, la verdad igual no llega a alcanzar los techos de libertad anhelados por los demócratas convencidos, pero sí dará paz a los valencianos que vivimos días que ni en nuestras peores pesadillas habríamos imaginado.

La búsqueda de la verdad genera una sociedad exigente en sus mandatarios, pero la normalización de la mentira es el germen de la desafección, y ésta de la abstención o el abrazo de los extremos populistas, la primera es la negación del sistema, la segunda su destrucción.