Juan Manguán en su taller de máquinas de coser. EE

Juan Manguán en su taller de máquinas de coser. EE

Valencia

Juan Manguán es el español ejemplar: trabaja desde los 12 años, tiene 77, es autónomo y no piensa jubilarse nunca

Asegura que cuando él muera, su negocio se irá con él porque su hijo "se dedica a otra cosa".

Más informaciónApertura confirmada: llega al centro de Valencia un nuevo supermercado de una conocida cadena de alimentación

Valencia
Publicada

Toda la vida dedicada a su pasión. Misma rutina, mismo trabajo y lo más importante, la misma ilusión que el primer día. Esta es la historia de Juan Manguán, un valenciano de 77 años que regenta un pequeño negocio histórico en el barrio de El Carmen de Valencia.

Se trata de su propio taller. No es de coches, no es de motos, sino que allí arregla y vende máquinas de coser. En el mismo local, ubicado en la céntrica calle de los Borja, comenzó su padre hace 65 años, y en él continúa Juan hasta que el cuerpo diga basta. 

De hecho, cuando llegue ese momento, sabe que el negocio deberá cerrar. "Mi hijo no va a continuar con el taller, se dedica a otra cosa", explica.

"Este negocio lo puso mi padre en el año 60. Yo tenía 12 años y empecé a trabajar con él. Todavía no me he ido", destaca Juan.

El local se encuentra en una calle poco transitada pero muy cercana al Palau de la Generalitat, por lo que sirve de paso para cientos de turistas. Allí, entre pisos turísticos y negocios que se han reinventado para poder sobrevivir, Juan lo lleva haciendo durante 65 años.

A su edad (77), lo común es estar ya jubilado, tener pocas preocupaciones y ganas de vivir de una forma más tranquila. En su caso no es así, y tampoco le gusta escuchar esa pregunta: "No quiero irme, no quiero jubilarme", dice rotundo, vestido con su delantal de trabajo.

No es por cabezonería ni por necesidad económica. Argumenta Juan que, simplemente, en su lugar de trabajo es "feliz". Así, insinúa que cuando se jubile será porque ya no está en este mundo. Y reitera: "Yo soy feliz trabajando aquí".

Lo hace rodeado de máquinas de coser históricas, algo que le recuerda de dónde viene y cómo ha evolucionado el mundo. "Tengo algunas del año 1800, son muy antiguas y las he puesto ahí de exposición".

Su día a día es bastante sencillo. Su trabajo se basa en arreglar máquinas de coser, algo que le ha permitido "conocer a mucha gente" y que a él lo conozcan "en muchos sitios". "Conocen el taller por todas partes", subraya.

Eso es en la actualidad, pero en los 65 años que lleva el negocio abierto, han ocurrido muchas cosas. "Cuando empezamos eran años difíciles económicamente, mi padre no pudo ni poner cristales en el local porque no había dinero", recuerda Juan.

Poco a poco fueron llenando el espacio de vida, concretamente de máquinas industriales. "En aquellos años había mucha industria en la Comunitat Valenciana y tuvimos que llenarlo. Ahora han desaparecido la mayoría", lamenta.

Además, de los inicios junto a su padre recuerda también las largas jornadas de trabajo que desempeñaban en el taller: "Cuando empezamos hacíamos 12, 13 o 14 horas todos los días".

Presume de que actualmente, ese número de horas de jornada laboral es menor. Aunque no mucho. "Antes venía más pronto, ahora estoy desde las 8.00 u 8.30 horas y me voy sobre las 20.00 horas", detalla. Eso sí, con pausa para comer.

Así, durante el día trabaja arreglando las máquinas de coser que le traen sus clientes, pero echa de menos cuando tenía más carga de trabajo: "El negocio ha ido a menos, desde que existen las grandes superficies ya no quedan empresas pequeñas".