"Teníamos claro que queríamos abrir en Galicia. Estuvimos tanteando A Coruña y Vigo, pero Vigo nos gustó más, encajaba más con nuestra forma de ser". Así lo afirman los dueños de uno de los restaurantes de referencia de la ciudad olívica, recomendado por la Guía Michelin y con un 'Solete de barrio' Repsol, que aterrizaron en Hispanidad hace casi una década con una de las propuestas más interesantes de la comarca.
Mariana y Carlos reciben a Treintayseis nada más terminar su servicio del mediodía y tras mantener una charla culinaria en la que también participaba el chef de Nikko, Nico. La familiaridad y la sencillez que muestran en el trato son características que también desprende su pequeño gran restaurante, Kita, situado en el número 89 de la Avenida de Hispanidade.
Esta pareja llegó a Vigo en 2016, con el objetivo de empezar un proyecto propio, diferente a cualquier negocio que se podía encontrar entonces en la ciudad. "Había restaurantes japoneses clásicos, pero nosotros queríamos destacar, hacer un concepto fuera del del clásico japonés, incorporando técnicas y sabores de aquí", explica Mariana, encargada de la sala.
La cocina es el hábitat de Carlos, que acumula más de 20 años de experiencia en cocina nipona. De hecho, esta pareja de hosteleros se conocieron trabajando para el grupo Kabuki, uno de los restaurantes insignia de la fusión de la cultura japonesa con la mediterránea. "Estuvimos haciendo muchas inauguraciones, estuvimos en Valencia, en Málaga, en Miami. Y después de toda la experiencia acumulada queríamos abrir nuestro propio restaurante", afirma la hostelera.
El valor del boca a boca
"El concepto que tenemos nosotros no es un sitio en el que tú vas caminando y digas: mira, un restaurante, paso; sino que la gente investigue un poco", dice Mariana para explicar por qué decidieron situarse en Hispanidad. "Al mismo tiempo, nunca nos gustó que todo esté concentrado en un solo barrio, sino que todos tengan su encanto, su sitio para ir a comer", añade desde la mesa seis de su restaurante.
Hispanidad, además, fue clave en los inicios de Kita. Como recuerda el chef, no hicieron "ningún tipo de publicidad": "Abrimos y ya". Entonces, la novedad atrajo a los vecinos de la zona, que comenzaron a recomendar el restaurante a amigos y familiares. Así, gracias al boca a boca y a la ayuda de los proveedores, la cocina fusión de Carlos y Mariana fue cogiendo relevancia en la ciudad, hasta tal punto que en 2019 consiguieron ser recomendados por la Guía Michelín.
Aun así, el punto de inflexión de Kita para convertirse en el restaurante que es hoy en día fue la pandemia. Pasaron de ofrecer dos turnos y contar con personal a realizar un turno continuo y contar solo con una empleada. "Ganamos tanto en calidad para el comensal, tranquilidad de que este venga y coma a su aire, como para nosotros:no tener que estar corriendo y hacer las cosas con calma y bien", asegura Carlos.
"Lo único, que sí tenemos una hora de cierre. Es estricto porque hay que cumplir también con los horarios de personal", añade el chef gallego, natural de la comarca de Quiroga (Lugo). Por eso, la cocina está abierta de 13:45 a 15:45 horas y de 21:00 a 22:00 horas de martes a sábado —martes y miércoles solo abren al mediodía— y Carlos y Mariana cierran la puerta del restaurante a las 17:00 y a las 00:30 horas, respectivamente.
Piezas de nigiri del restaurante Kita
"También en nuestra zona tenemos compañeros con cafeterías, que para hacer la sobremesa pueden ir perfectamente a tomarse la copa y al final generamos una corriente de clientes que nos beneficia", añade Carlos, que, como también defiende Mariana, afirma que "cuando sube el nivel de la gastronomía en una ciudad, nos beneficia a todos".
La regularidad y los nigiris, buques insignia de Kita
"Lo más importante de Kita es cocina, producto y el mejor servicio", resume Mariana, aunque, como su pareja, acaba destacando por encima de todo la regularidad. La constancia, consideran, es fundamental para alcanzar siempre ese nivel de calidad que los representa y evitar así "defraudar" y la "desilusión" de quien repite: "Muy rico, como siempre. Ese es el mayor elogio que nos pueden hacer nuestros clientes".
Asimismo, ponen en valor toda la labor que rodea la cocina. "Hay muchas veces que no se valora el trabajo que hay detrás de cada elaboración. También el trabajo de la persona que está atendiendo, de la persona que limpia, de los proveedores", asevera Carlos, que recalca que, como se puede ver en su decoración, Kita es un restaurante sin más pretensiones que ofrecer un buen producto y un buen servicio.
Por otro lado, destacan los nigiris como su plato estrella. "Es en lo que más nos volcamos", asegura Carlos, a pesar de que también ofrecen sashimi, capachos, sushi y tartar en su carta, la cual no suelen variar. "No es el típico nigiri clásico, hasta a alguien que no le gusta el crudo puede comerlos porque llevan su toque de soplete o van cocinados", detalla el cocinero.
"Además, con sabores que puedas reconocer", añade, ya que muchas piezas recuerdan a sabores de platos típicos del norte de España. Por ejemplo, el nigiri de gamba roja lo preparan con la cabeza a la plancha, dándole así un "toquecillo como cuando se comen unas gambas al ajillo con un toque picantito". Entre los más demandados, también se encuentran los nigiris de jurel ahumado con tocino, de pescado blanco con su corteza o el de toro.
