Nadie sabe lo que el futuro depara. Tampoco por dónde llega la aventura que definirá su vida. Claro ejemplo es la historia de Ernesto y Tamara, pareja de origen argentino, que llegó a Ourense en el año 2000 para seguir dedicándose a la música y, ahora, dos décadas más tarde, su pasión se encuentra entre los fogones y la barra de su restaurante en Vigo.
Situado en el número 9 de la calle Valencia, Cactus Mexican Fusion Food es la viva imagen de la energía, amabilidad y pasión que transmiten sus dueños, que han encontrado en su primera aventura gastronómica un nueva forma de expresarse tras 30 años dedicándose a la música.
Después de ser bajista de Carlos Baute y pasar en Ourense sus primeros años en España, Ernesto decidió mudarse a Madrid junto a su mujer, Tamara. "Es donde estaba todo, había reventado con Operación Triunfo", explica el ahora cocinero.
A su vez, Tamara se fue haciendo un nombre en la organización de eventos. "Fue una época muy buena, pero a partir del 2008-2010 se empiezan a complicar las cosas", añade Ernesto. Él sufrió el "cambio de modelo de negocio en la industria de la música", mientras que su mujer vivió de primera mano las consecuencias de la crisis del ladrillo.
Terraza del restaurante de Tamara y Ernesto
Tras una etapa trabajando para orquestas en Galicia, Ernesto y Tamara acabaron en Vigo durante la pandemia. Su intención era abrir una escuela de música y baile, pero un flechazo de amor de Tamara con un local de la calle Valencia les hizo cambiar de planes.
El bajista no estaba seguro, el local era pequeño y llevaba mucho tiempo abandonado, pero la determinación de Tamara le hizo cambiar de opinión. "Es muy difícil, porque hay que salir de la zona de confort, de una profesión a la que te has estado dedicando durante 30 años", afirma Ernesto.
¿Por qué montar un restaurante mexicano siendo argentinos?
Ernesto no sólo dedicó su tiempo en la música antes de montar Cactus. Cuando en sus manos no había un instrumento o una mesa de mezclas, realizaba cursos de cocina, especializándose en la gastronomía mexicana y peruana.
Así, cuando llegó el momento de decidir de montar o no el restaurante, Tamara le dejó a él tomar la decisión final: "Es cosa tuya, porque tú vas a cocinar, te tiene que gustar a ti lo que vas a hacer".
Ernesto y Tamara, dueños de Cactus
Entonces, los productos gallegos jugaron una parte esencial para que Cactus fuese una realidad: "Con la cantidad de buena carne, buen marisco, buena fruta y buena verdura que hay aquí en Galicia, podemos poner un mexicano que va a estar buenísimo", recuerda Tamara las palabras de su marido.
Tampoco estaban muy convencidos los vecinos de la zona. Tamara recuerda que una señora se acercó para preguntarles qué iban a abrir y mostrar sus dudas sobre el éxito de Cactus. "Ay mi niña, esto no va a funcionar, aquí nunca funcionó nada", les dijo una persona que ahora es clienta habitual del restaurante.
Tacos de Cactus Mexican Fusion Food
La realidad fue muy distinta al pronóstico de los vecinos. El primer día se llenó y no salieron de la cocina y la barra hasta la madrugada. "Fue tal el asunto que al día siguiente no pudimos abrir porque nos quedamos sin género", comenta Ernesto.
Pasión por la cocina y por el producto gallego
Desde un primer momento, Cactus ha apostado por los productos locales y el comercio de cercanía. Tan solo los chiles, que no había en aquella época, los tenían que comprar en el Carrefour. Ahora cuentan con cosecha propia y productores de confianza, lo que les ayuda a fusionar en cada plato los productos estrella de Galicia con las recetas mexicanas.
Y más allá, ya que Ernesto siempre añade un toque especial y nuevo en cada taco, quesadilla o salsa, que llegan a trasladar al cliente a América desde lo más profundo de Asia, haciendo una parada en España. De hecho, está preparando un nuevo taco que incluye una receta tan clásica como los huevos rotos.
México es el hilo conductor de cada plato de la carta de Cactus, que incluye opciones para todo tipo de cliente: celíacos, personas con algún tipo de intolerancia o vegetarianos y veganos. Cabe mencionar además, toda la preparación es casera.
Y no sólo los tacos, las salsas, los burritos y los nachos, sino también los postres y las bebidas. Destaca una tarta "muerte por chocolate", que han renombrado como "muerte en Tijuana". "Un bizcocho con leche vainillada y coñac de chocolate, con un fondant de chocolate picante, chocolate y chile habanero", explica Ernesto.
Tamara se encarga de innovar en las bebidas: produce una serie de tequilas caseros, que incluye opciones picantes para los más atrevidos. Además, trata de ofrecer una experiencia única y personalizada para cada cliente, que pueden incluso sacarse fotos con alguno de los 20 sombreros mexicanos que tienen expuestos en el restaurante.
