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La historia de Alberte Gutiérrez es la de la persistencia y la vocación convertida en una realidad con forma de restaurante. Nacido en una familia donde nadie tenía relación con la hostelería, tuvo claro desde pequeño que quería dedicarse a la cocina, a pesar de los reparos de sus padres, que lo veían como un "oficio muy sacrificado y muy duro".

Pero el empeño del vigués tuvo sus frutos. Cuando la etapa de la Universidad asomaba en el horizonte, se "plantó". "Al final empecé a no ir al instituto, pero me llevaba muy bien con los profesores, porque entendían lo que quería y decían 'jo, es que este chaval tiene que hacerlo'", narra a Treintayseis Alberte.

Logró acceder a la escuela de hostelería Hofmann, de Barcelona, y desde allí hizo prácticas con grandes como Martín Berasategui. Su primera experiencia profesional la tuvo en un tres estrellas Michelin, el Can Fabes de Santi Santamaría. "Fue el mejor restaurante donde he estado con muchísima diferencia, no en el que más he aprendido", reconoce, y asegura que nunca vio "la excelencia tan elevada" como allí.

Can Poal y Pepe Solla

Por el contrario, confiesa que fue donde peor lo pasó en todos los sentidos, "entraba todos los días por la puerta llorando", aunque con el tiempo piensa que le hubiese gustado quedarse un poco más. En el que más aprendió también fue en otro restaurante catalán, el Can Poal, de Ferrán Balet, un chef al que define como "un crack, lo mejor de lo mejor" y con el que todavía mantiene relación. "Es mi padre dentro de la cocina", asegura.

Alberte. Treintayseis

En Galicia, pasó por A Rexidora, con Javier González, y por Casa Solla, donde "todo era muy diferente, súper bien en todos los sentidos, un trato totalmente distinto". Incluso un día Pepe Solla le llamó la atención: "Aquí no se grita". En resumen, entendió que "se pueden hacer las cosas muy bien sin tener ese mal carácter".

Tras volver a Can Poal, regresó a Vigo para abrir su primer restaurante en 2013, el Hierba Luisa, en Serafín Avendaño. Fue el último paso antes de lanzarse con esta aventura llamada como él, Alberte, que abrió hace poco más de dos años, tras otros tantos de obras, en plena crisis de materiales, situado en el número 65 de Rosalía de Castro.

De Hierba Luisa a Alberte

Para su nuevo proyecto, Alberte quiso dar un salto de calidad, una "apuesta mucho más seria en infraestructura, puesta en escena, una sala más preparada, una cocina más equipada para trabajar más cómodos y que el cliente se sienta también muy cómodo". Esta apuesta también se ve reflejada en una mejor bodega y en el producto que ofrece. "Antes ya usábamos un muy buen producto, pero aquí lo hemos elevado más".

Alberte. Treintayseis

A pesar de que todo un referente como Ferrán Adriá dijo que la comida era la cuarta opción a valorar de un restaurante, el chef vigués no pierde de vista que a la experiencia gastronómica de un local con pocas mesas, tranquilidad y amplitud para el cliente, no se le puede despistar lo que se ofrece en la carta, que en este caso va variando ampliamente cada semana ofreciendo una cocina de temporada.

Para ello, el pescado que ofrecen llega casi en su totalidad de las lonjas de A Guarda y Aldán. Antes, era el propio Alberte el que se desplazaba hasta ellas para seleccionar el producto y participar en la subasta; ahora, lo hace directamente por teléfono, gracias a que ya saben qué quiere y cómo lo quiere. "Me gusta hablar con el marinero, que me aconseje, saber dónde ha sido pescado, lo que comió, cosas que me parecen muy importantes para la calidad del producto", esgrime.