Galicia cuenta con numerosos pueblos con encanto y un rico patrimonio medieval. Su estratégica ubicación, entre el mar Cantábrico y el océano Atlántico, la convirtió en un territorio codiciado a lo largo de la historia. Por ello, muchos de sus pueblos conservan un legado histórico notable.
Vilanova dos Infantes, en Celanova (Ourense), es un ejemplo perfecto. La práctica totalidad de la villa es casco histórico y en sus nuevos edificios se ha tratado de respetar la línea constructiva de la zona, basada en piedra y madera.
Repleto de encanto e historias del pasado
Hórreos de Vilanova dos Infantes (Fuente: Turismo de Galicia)
Ubicado a tan solo 20 minutos de Ourense, y con algo menos de 300 habitantes, Vilanova dos Infantes constituye un interesantísimo conjunto urbano que se avista desde la N-540. Sus calles empedradas y sus acogedoras plazas hacen de esta pequeña villa un reducto medieval que todavía conserva su esencia original.
La Torre Medieval es el monumento más relevante de Vilanova. Construida entre los siglos XII y XIII, constituye el único vestigio que se conserva de la antigua fortaleza que protegía el burgo medieval, propiedad del Monasterio de Celanova.
La actual es una reconstrucción, pues fue víctima de las Revueltas Irmandiñas, ocurridas a mediados del siglo XV, pero su importancia es tal que se declaró Bien de Interés Cultural (BIC) en 1994.
Un agradable paseo por Vilanova dos Infantes nos acerca también hasta la iglesia románica de San Salvador, que guarda en su interior un valioso Cristo del siglo XII tallado en madera, del que se dice que es el más antiguo de Galicia.
Elementos tradicionales, como casas de piedra con balconadas de forja y otras de madera, fuentes de piedra y hermosas plazas llenas de vida, como la plaza Mayor, la plaza de O Balcón y la plaza Tralacerca, también forman parte del encanto de esta villa medieval.
Una fiesta típica gallega de comienzos del siglo XX
Cada 17 de mayo, las plazas y calles de Vilanova se llenan de puestos donde un numeroso grupo de artesanos ofrece al visitante sus productos y muestras de oficio. En el Día das Letras Galegas, la música y el baile, los oficios tradicionales y los juegos populares se convierten en protagonistas.
La Romaría Etnográfica Raigame traslada a los visitantes a una fiesta típica gallega de comienzos del siglo XX. De hecho, pueden ver en directo cómo se elabora una hoz, cómo se teje un paño, cómo se labra una piedra e incluso cómo se hace una chanca.
La plaza Maior, la plaza de O Balcón y la plaza Tralacerca son los escenarios por los que, a lo largo del día, pasan agrupaciones de baile tradicional; mientras que desde el Obradoiro de Xogos Populares se organizan distintas actividades para que los más jóvenes aprendan los juegos de sus abuelos.
