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Miguel Rivas Rodríguez (Vigo, 27 de octubre de 1989) se dedica a la construcción de instrumentos de música tradicional, entre ellos, panderetas, tambores o bombos. También a la docencia de percusión en asociaciones y para grupos tradicionales.

El Celta encargó a este artesano vigués la elaboración de varias panderetas para obsequiar a los equipos europeos que se enfrenten a los olívicos en el marco de la Europa League. Cada una estará personalizada con la fecha del partido y el nombre de cada equipo. Un detalle que sigue la filosofía del club de difundir los valores y la tradición de Galicia.

La suya fue una pasión que le nació cuando era muy pequeño: recuerda que en el año 95 tuvo su primera actuación y también cómo se adentró en este mundillo de la mano de su mentora, Leni Pérez. "Empecé con un grupo de panderetas, pero luego me entró la curiosidad por la gaita y, a partir de ese momento, me vinculé de lleno a la música tradicional", rememora el vigués. "Con Iván Blanco aprendí la percusión", apunta.

Pero Miguel quiso ir mucho más allá dentro de este mundo "tradi" y aquella curiosidad le llevó a intentar comprender cómo se trabajaba la madera para hacer los instrumentos: "Yo, de pequeño, me hacía mis propias cabañas de madera, casetas... Siempre me gustó", recuerda. "Cuando estaba en la ESO ya sabía que mi futuro pasaría por crear mi propio taller de construcción de instrumentos", anota. Así, Miguel estudió el ciclo de carpintería y a continuación inició sus estudios en la Universidad Popular de Vigo -realizó el curso de fabricación de gaitas-. 

Un taller en Cabral

En la parroquia viguesa de Cabral, Miguel hizo realidad su sueño: Fundó su propio taller. Este vigués siempre tuvo el apoyo de su familia, pues a ella también le gustaba el mundo tradicional. "Tengo el taller en casa. Reformé unas bodegas y siempre tuve el apoyo de mi familia", reconoce.

Las panderetas que Miguel elabora para el Celta. Treintayseis

Miguel es consciente de que, actualmente, parece que no muchas personas apuestan por los oficios como salida profesional: "Parece que demandas un carpintero y no hay, o un fontanero, y tampoco, pero en el sector más artesanal sí que somos bastantes", remarca. "Solo en este entorno somos unos 30 y la gente se queda sorprendida. Es como que estamos escondidos, pero estamos", anota. Y es que muchos de estos talleres están en las propias viviendas y ni siquiera los vecinos son muy conscientes de esta actividad.

Un trabajo demandado

El artesano explica que, a día de hoy, el grueso de su clientela lo conforman asociaciones, particulares y músicos profesionales. "Tengo una filosofía de trabajo que me lleva a pensar que no todo vale. No produzco en serie e intento cuidar mucho los detalles. Son instrumentos a los que les dedico muchas horas y no hay dos iguales", remarca.

Miguel no sabría decir cuánto tiempo tarda en elaborar una pandereta -admite que pierde la noción del paso de las horas dentro de su taller- ni cuántas hace o instrumentos, en general, elabora al año: "Llevo una temporada que hago más tambores. Hasta ahora igual hice unos 35 fácilmente", precisa.

Además de para el Celta, músicos reconocidos como Carlos Núñez han solicitado el trabajo de este artesano vigués. 

El taller de Miguel Rivas en Cabral. Treintayseis

No es algo que pase todos los días

Miguel explica que cuando el Celta le contactó para hacer las panderetas con las que obsequiar a los equipos de la Europa League no se lo esperaba: "Me sorprendió. No es algo que pase todos los días", dice emocionado. "Recibí la propuesta con mucha ilusión", anota.

El artesano comulga y defiende la filosofía del club de preservar la música, la artesanía y los valores tradicionales de Galicia: "Es nuestro patrimonio y es algo que hay que cuidar. Mucha de la sabiduría y de las tradiciones que tenemos han perdurado en el tiempo por tradición oral, si eso no se cuida se termina perdiendo", explica Miguel. "Y al final un equipo de fútbol mueve gente. Este tipo de iniciativas visibilizan nuestra cultura. A mí me anima a seguir y me halaga", anota.

Precisamente, sobre seguir adelante con su sueño cumplido, Miguel incide en que su taller comenzó a funcionar hace 15 años y, a pesar de la parte dura, quiere continuar con él: "Aquí he invertido mucho. Tanto económicamente, como en tiempo", destaca. "Esto crece y quiero seguir evolucionando. Es un trabajo muy sacrificado y me gusta decirlo, porque a veces parece que hacer panderetas no tiene nada, pero tiene mucha entrega, y hay muchas horas detrás. A mí me gustaría vivir y jubilarme aquí. Ahora mismo tengo una lista de espera de medio año, así que creo que tendré suerte", concluye.