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No hay manera. Aquel Celta revulsivo, capaz de darle la vuelta al marcador obrando gestas heroicas en la pasada temporada 2024/2025, parece haberse dormido en su particular "día de la marmota".

No es por falta de ocasiones o buen hacer, pero a los de Claudio Giráldez les falta esa conexión definitiva, ese idear mejores jugadas que terminen siendo fructíferas para salir de la senda que marcan los uno a uno y dejar un coqueteo, el que mantiene el club olívico con los puestos de descenso, que cada vez es más peligroso. 

Y es que el dicho de "bueno, al menos un puntito" no vale cuando de nueve encuentros, siete han terminado con empate a uno y los dos únicos resultados diferentes han sido desfavorables para los de Vigo: Cero a dos frente al Getafe, en la primera jornada liguera; y dos uno a favor del Elche.

Empate en el último minuto

Otro de los monstruos que acecha al Celta es el gol en contra en el último minuto, un mal que se extiende desde la era Giráldez y que ayer, para sorpresa de la afición -o no tanto-, terminó tragándose la victoria en Balaídos.

Todo parecía indicar que los olívicos consagrarían, al fin, su primera victoria en casa ante una Real Sociedad que no atraviesa su mejor momento en La Liga. Pablo Durán puso por delante a los locales con un gol en el minuto 20 de la primera parte y esa ventaja duró, nada menos, que 89 minutos. En esa franja "maldita" de tiempo, la que transcurre entre el 80 y el pitido final, Carlos Soler hizo enmudecer  Balaídos empujando el esférico con la cabeza dentro de los tres palos. Precisamente, a la cabeza se llevaban las manos los aficionados celestes.

El Celta de Vigo ocupa, actualmente, el puesto 17 de la tabla, a un punto de los puestos de descenso. Lugar en el que se encuentra, precisamente, la Real Sociedad, que ayer cogió oxígeno en Vigo.