En 2003 Isabel Pantoja brindó una lección gratuita a toda España que se ha quedado grabada a fuego en el imaginario colectivo y reflota con solo pronunciar dos palabras: "Dientes, dientes". La recuerda cualquiera que no fuese un niño en aquellos tiempos en los que la tonadillera ya no escondía su amor por Julián Muñoz aunque este hubiese defendido su matrimonio tan solo unos meses antes de que el idilio saltase a las portadas.

Detrás de esas dos palabras se encierra una sabiduría milenaria: "Dientes, dientes, que eso es lo que les jode", diría una Pantoja susurrante, paladeando cada palabra sin dejar de sonreír falsamente a cámaras y fotógrafos que retrataban el paseo de ambos. Unas imágenes que siempre es bueno recordar y que, sin duda, trasmiten la necesidad de mantenerse —al menos en apariencia— firme ante cualquier adversidad porque eso es lo que hunde al enemigo:

Pues bien, aquellas imágenes de 2003 han regresado a nuestras retinas gracias a una fe de errores que ha publicado el diario El País y ha compartido, posteriormente, en Twitter la periodista Claudi Pérez. Expliquemos primero que, como recuerda la Fundeu, la fe de errores no es lo mismo que la fe de erratas. 

La segunda se refiere a "la lista de erratas observadas en un libro inserta en él al final o al comienzo, con la enmienda que de cada una debe hacerse" y la primera a "aquellas informaciones erróneas que aparecen en el contenido de los periódicos, y suelen aparecer en la sección Cartas al director aclarando aquello que estaba equivocado".

Pues bien, ahora que Pantoja vuelve a estar de actualidad envuelta en lo que se ha venido a llamar Caso Cantora, cualquiera podría imaginar que una fe de errores relacionada con ella respondiese a una enmienda más problemática, pero El País ha hecho un alarde de grandeza publicando esta:

La fe de errores es fundamental para la credibilidad de un medio de comunicación y se emplea también para resarcir a las víctimas de una información equivocada. El País acumula unas 7.700 desde que empezó a imprimirse, según sus propios datos, y ahora estudian cómo darles visibilidad en su edición digital puesto que se pierde más de un 80% de esas aclaraciones obligatorias, según su Libro de Estilo, para reconocer los fallos "lo más rápidamente y sin tapujos".

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