Cuando aprieta el frío nuestra gran aliada es la comida. Pero la de verdad, la de toda la vida. La que no se anda con chiquitas. La de nuestras madres y abuelas. Zambullirnos los fines de semana en un abanico de platos de cuchara y suculentos segundos cárnicos que, inevitablemente, acaban dejándonos fuera de juego durante un rato sin poder movernos del sofá.

Sobre esto los gallegos lo saben prácticamente todo. Por algo son auténticos profesionales a la hora de cebar a cualquiera que visite su tierra y el caldo, para ellos, cura todos los males. Anunciar un cocido en Galicia es verte obligado a abrir la mesa para que quepa todo y saber que podrás comer una semana más con lo que sobre de ahí.

La sopa, de primero, deja paso a bandejas interminables repletas de garbanzos, repollo, patatas, lacón, costilla, chorizo, tocino, jarrete... Vamos, que del cerdo pueden echar lo que sea a la olla, incluso la cabeza. Ante tales manjares, ¿quién podría resistirse a sacar una foto para dar envidia en las redes sociales? El vigués Richard Barreira no se resistió y este domingo a mediodía publicó algunas imágenes del cocido de su madre regado por un vino Mencía, pero ocurrió algo con lo que no contaba.

Censurado por violencia

Esa misma tarde, al cabo de unas horas, recibió una notificación de la red social comunicándole que le habían eliminado la publicación por "infringir sus normas comunitarias", que incluirían "violencia gráfica; lenguaje que incita al acoso, violencia y bullying; desnudos y actividad sexual": "¡Que son fotos de un cocido!", exclamaba el gallego en su Instagram para criticar la medida que habían adoptado.

Barreira, que se quedó sin poder mostrarle al mundo el "primer cocido de la temporada", tiene dos teorías que explicarían la censura del plato. Argumenta en su primera hipótesis que "la unidad censora de Instagram está gobernada por un o una vegana" o, en su defecto, que "es un problema mental o simplemente es que son gilipollas".

"Me parece increíble. No habrá restaurantes, cocineras y cocineros en Instagram que ponen sus manjares. Puedes ver tropecientas publicaciones de comida, de hamburguesas", denunció Barreira a EFE, insistiendo en que desconoce si su publicación la ha denunciado un particular o fue cosa de los algoritmos. En todo caso, le parece "surrealista" porque, dice, "por mucho que una persona denuncie tienen que haber alguien que diga que el usuario tiene razón".

Involucrar al Gobierno gallego

En la misma publicación en la que denuncia la censura, Barreira instó a la Xunta de Galicia a "tomar medidas contra este atropello a nuestra cultura gastronómica" etiquetando a organismos de Cultura, Turismo y Gastronomía dependientes del Gobierno gallego y lo que sucedió a continuación puede darnos una idea de la importancia que tiene el cocido en esa tierra.

Galicia Calidade, la marca de garantía para productos gallegos promovida por la Consejería de Economía, Empleo e Industria, ha publicado este martes un mensaje de apoyo a la causa de Barreira, acompañado de una fotografía de un cocido en el que no falta ni el fuciño (la nariz del cerdo): "Dice el Instagram que esta temporada no podremos compartir fotos del cocido gallego en la red social, ¡pues va a ser que no!", escribían.

Relatando lo que le había pasado al vigués, explican que "nosotros defendemos uno de nuestros platos más tradicionales e icónicos publicando hoy las fotos de nuestro cocido y animándoos a preparar el vuestro y compartir las imágenes en vuestros perfiles, ¡que se llenen las redes de cocido gallego!".

Conviene recordar que el cocido tiene incluso un día dedicado en Galicia. Aunque el más famoso es el de la localidad pontevedresa de Lalín, el plato se elabora en casas y restaurantes de toda la geografía gallega y es la iniciativa #CocidoDay la que busca que se hable de él en toda España. Así, en fechas cercanas a los Carnavales, se celebra este evento gastronómico para darle visibilidad. 

Visto lo visto, deberían de barajar el nombre de Barreira para ser el próximo pregonero.

[Más información: El Instagram de la Muerte que oculta una campaña del Gobierno de Nueva Zelanda]

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