Parece mentira que un alimento tan básico como la leche pueda provocar polémica a estas alturas, pero ahí está la leche cruda para atestiguarlo. Defensores contra detractores, sabor natural contra riesgo sanitario, vuelta a los orígenes contra quienes defienden el tratamiento de la leche como una gran victoria sobre las enfermedades alimentarias. ¿En qué puesto te encuentras tú? Sea cual sea tu posición hay un hecho que resulta irrefutable: consumir leche cruda es mucho más peligroso que beber leche tratada con los procesos industriales comunes, como son la pasteurización y la uperización (UHT).

Cataluña ha abierto la veda en nuestro país con el polémico visto bueno a la venta de leche cruda procedente de manera directa de los ganaderos. Las razones para proceder con la autorización son la enorme cantidad de controles sanitarios que se realiza a la ganadería, también la idea de que con la venta directa de su producto los ganaderos tendrán una manera de obtener ingresos sin pasar por las grandes cadenas de distribución

Ante la idealización del consumo de leche cruda estamos asistiendo a un movimiento que reivindica las escasas garantías de que un producto tan contaminado pueda tratarse adecuadamente en casa. La ciencia, y la erradicación de enfermedades asociadas históricamente al consumo de leche cruda, avalan las restricciones a la venta directa del producto sin tratar. Pese a la polémica en contra, y a las razones objetivas para impedir la venta, el decreto ya está aprobado en Cataluña. La farmacéutica y especialista en tecnología de la alimentación Gemma del Caño repasa en Naukas el decreto y analiza de manera pormenorizada sus consecuencias.

Gemma no solo analizó el decreto en Naukas, también escribió un excelente hilo en Twitter con la manera en la que hay que tratar la leche cruda en casa para evitar cualquier riesgo de salud. Vistas todas las recomendaciones queda claro que es mucho más cómodo y seguro, además de barato, comprar un brick de leche en el supermercado.

Cada consumidor debe ser consecuente con lo que compra y también con lo que ingiere. Como hemos visto, la leche cruda no tiene por qué entrañar riesgos si se prepara siguiendo a rajatabla todo el proceso. El problema llega cuando no realiza de manera adecuada o cuando se obvia algún paso de la cadena: ponerse en riesgo solo por un supuesto mejor sabor no es la mejor de las ideas. Además, hay productos seguros que tienen un excelente sabor y calidad, como la leche fresca obtenida por pasteurización.