No estamos hablando solo de hacer fotos, ya que hay un trabajo de edición, maquetación, selección de materiales, anota la fotógrafa.

"No estamos hablando solo de hacer fotos, ya que hay un trabajo de edición, maquetación, selección de materiales", anota la fotógrafa.

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Inés, fotógrafa, sobre el trabajo en Navidad: "Hay familias que se dejan hasta 1.000 o 2.000 euros en álbumes o postales"

La sevillana reconoce que "hay clientes que reservan en octubre para asegurarse hueco" en noviembre y diciembre.

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La Navidad no solo llena las calles de luces y los comercios de compradores de última hora. Para muchos estudios de fotografía, estas fechas suponen uno de los periodos de mayor carga de trabajo del año y, por tanto, de mayor ganancia.

Sesiones familiares, retratos infantiles, álbumes personalizados y postales navideñas convierten noviembre y diciembre en dos meses clave para la supervivencia económica del sector.

"No es cuando hacemos el año, porque la primavera y la época de las bodas es el mayor ingreso, pero se ve que hay un aumento importante de ganancias", reconoce Inés, fotógrafa profesional de estudio, que lleva media década dedicándose a la fotografía familiar y de retrato.

Según explica, la campaña navideña comienza cada vez antes. "Hay clientes que reservan en octubre para asegurarse hueco. Si esperan a diciembre, es muy probable que ya no tengamos citas disponibles", señala.

Durante esas semanas, la agenda se llena de sesiones consecutivas, muchas de ellas con familias completas, niños pequeños y varias generaciones posando juntas.

El valor del recuerdo

Aunque existen packs básicos de sesiones navideñas a precios asequibles, Inés subraya que una parte importante de los ingresos procede de encargos más completos y personalizados. "Hay familias que se dejan hasta 1.000 o 2.000 euros en álbumes, ampliaciones, marcos y postales. No es lo habitual, pero pasa todos los años", afirma.

Estos encargos suelen incluir álbumes artesanales, impresiones en papeles de alta calidad, cajas personalizadas o postales diseñadas a medida para enviar a familiares y amigos. "No estamos hablando solo de hacer fotos. Hay un trabajo de edición, maquetación, selección de materiales y producción que muchas veces el cliente no ve", explica.

La fotógrafa insiste en que el precio no responde a un capricho, sino al valor del producto final. "Son recuerdos que se guardan toda la vida. Muchas familias repiten año tras año y ven cómo crecen sus hijos en los álbumes. Eso tiene un valor emocional enorme", añade.

Jornadas interminables

La otra cara de la Navidad para los fotógrafos de estudio es la intensidad del trabajo. "Hay días de doce o catorce horas, sin descanso", reconoce Inés.

A las sesiones fotográficas se suma la edición posterior, la atención al cliente, la gestión de pedidos y la coordinación con laboratorios para que todo llegue a tiempo antes de Nochebuena.

"El estrés es alto porque nadie quiere su álbum después de Reyes. Todo tiene que estar listo antes de Navidad y cualquier error o retraso se multiplica", explica.

Esta presión se agrava cuando se trabaja con niños pequeños. "No siempre quieren colaborar, hay que tener paciencia y repetir tomas. Eso forma parte del trabajo, aunque no se refleje en el precio".

Aún así, para Inés es su "época favorita del año". "Vienen con mucha ilusión y siempre hay muy buen ambiente, además es un trabajo más ordenado que en las bodas, que tienes que estar persiguiendo a la gente y sin poder parar".