Hay clientes que regatean como si estuvieras vendiendo un mueble de segunda mano, se lamenta.

"Hay clientes que regatean como si estuvieras vendiendo un mueble de segunda mano", se lamenta.

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Inés, diseñadora gráfica: "La gente no sabe cuánto vale mi trabajo; una identidad visual profesional ronda los 400"

"Primero hago una reunión con el cliente, luego analizo el sector, reviso referentes, creo varias propuestas, preparo paletas cromáticas y tipografías", relata.

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En un mercado saturado de creadores, plataformas digitales y generadores automáticos de imágenes, el diseño gráfico profesional lucha por hacerse entender. Más allá de un logotipo bonito o una tarjeta de visita llamativa, detrás de cada identidad visual hay horas de investigación, pruebas, correcciones y un conocimiento técnico que rara vez se percibe desde fuera.

Inés, diseñadora gráfica freelance desde hace siete años, lo explica sin rodeos: "La gente no sabe cuánto vale mi trabajo; una identidad visual profesional ronda los 400 euros como mínimo".

Su afirmación no es una queja aislada, sino un síntoma de un sector donde el intrusismo, las prisas y la cultura del "hazme algo rápido" afectan directamente al valor del trabajo creativo.

"Hay quien te pide un logo por 30 euros. Y cuando les explicas que eso no es viable, se sorprenden. Pero es que detrás hay investigación de la marca, elección de tipografías, colores, aplicaciones... No es algo que se haga en una hora", expone.

Inés detalla que el proceso de crear una identidad visual completa puede llevar entre una y tres semanas, dependiendo de la complejidad del proyecto.

"Primero hago una reunión con el cliente, luego analizo el sector, reviso referentes, creo varias propuestas, preparo paletas cromáticas y tipografías", relata, y añade que "después viene la fase de ajustes, que puede ser eterna si el cliente no tiene claro lo que quiere".

El mayor problema, según cuenta, es que muchos clientes desconocen todos esos pasos y comparan el trabajo profesional con plantillas baratas o herramientas automáticas.

"La gente cree que un logo es solo un dibujo. Pero un logo mal hecho puede costarle dinero a una empresa porque puede derivar en una mala impresión al cliente, incompatibilidades al imprimir, errores de escala…".

Competencia desleal

La diseñadora reconoce que el sector creativo arrastra una precariedad que no siempre se ve. "Si quieres vivir exclusivamente del diseño, tienes que encadenar muchos proyectos. Y si te tiras para abajo en precios, ya no hay vuelta atrás porque el cliente se acostumbra y luego es imposible subir".

Una de las situaciones más habituales es la negociación constante. "Hay clientes que regatean como si estuvieras vendiendo un mueble de segunda mano. Yo intento ser clara desde el principio: una identidad visual por menos de 400 euros no cubre ni el tiempo mínimo necesario".

A esa presión se suma la competencia de diseñadores muy jóvenes que empiezan cobrando tarifas bajas para entrar en el mercado. "Yo hice lo mismo al principio, pero después te das cuenta de que no es sostenible. No puedes pagar cuotas de autónomos, software, equipo y horas de trabajo si cobras 100 euros por un logo".

El coste real

Inés detalla que entre sus gastos fijos mensuales están la cuota de autónomos, el alquiler de un pequeño estudio compartido y las licencias de programas de diseño. "Solo en software ya se me van casi 80 euros al mes. A eso súmale impuestos, formación, equipo… Al final, esos 400 euros por identidad no son tan altos como parecen".

Pese a las dificultades, asegura que sigue disfrutando del proceso creativo. "Me encanta ver cómo una empresa nace visualmente, cómo evoluciona su marca. Pero hace falta poner en valor el trabajo. Si no, la profesión se devalúa".