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La Navidad está cada vez más próxima, pero aunque las luces de la ciudad de Sevilla aún no se hayan iluminado, grupos de amigos, familiares y compañeros de trabajo ya están llenando los restaurantes y veladores de la ciudad celebrando la tan tradicional cena de Navidad.

"Hemos recibido más de 100 reservas solo para la primera quincena de diciembre", declara a este periódico Isabel, una sevillana que trabaja de camarera desde hace algo menos de diez años. "No recuerdo un arranque de campaña tan fuerte", reconoce.

La hostelera reconoce que "este año la gente ha reservado con mucha antelación" y es que, según recuerda, en octubre ya tenían cerradas más de la mitad de las fechas.

Por supuesto, este aumento del servicio lleva a un reforzamiento de la plantilla. "Hay días en los que tenemos tres turnos completos", declara, a lo que añade que, "casi con total certeza", su jefe tendrá que plantearse buscar a alguien más para que el resto de personal pueda "al menos, vivir", bromea.

Esta camarera, que ve pasar cliente tras cliente desde una esquina del barrio de la Macarena, insiste en que ya en noviembre el tránsito de personas por el centro está siendo excesivo.

Teme lo que pueda pasar en diciembre, ya que, según su experiencia, "el centro en diciembre no para: grupos de empresas, familias, turistas… Estamos llenos desde el mediodía hasta la noche".

El fin de semana, dice, es "una locura". "No damos abasto atendiendo terrazas y salón al mismo tiempo", apunta mientras atiende otra comanda. Una saturación que, lejos de remitir, parece ir en aumento conforme se acercan las fechas clave.

Más cliente local

En cuanto al tipo de clientela, asegura que "la mayoría son grupos de entre 10 y 20 personas, aunque ya tenemos varias reservas de empresas grandes con más de 25".

Esto obliga a trabajar con mucha más previsión y a agilizar el servicio. Por eso, explica, "se está pidiendo mucho menú cerrado porque es más rápido y evita esperas. El 80 por ciento opta por esa fórmula".

A Isabel no le tiembla la voz cuando reconoce que "lo más difícil es coordinar los tiempos entre cocina y sala cuando coinciden varios grupos grandes".

Aun así, mantiene que diciembre es un mes especial para quienes trabajan en la hostelería: "Es uno de los meses más bonitos para trabajar porque la gente viene con buen humor y con ganas de pasarlo bien".

También nota ciertos cambios respecto a otros años. "Notamos que hay más clientes locales y menos turistas en estos días, algo que siempre se agradece porque conocen la zona y vienen a tiro hecho", comenta.

Y, según afirma, las tradiciones vuelven con fuerza. "Las cenas de empresa tradicionales están regresando. Después de unos años más flojos, ahora hay lista de espera".