"En Sevilla, el trabajo es de temporada y sin futuro", se lamenta el hostelero.
Un sevillano se muda a Barcelona para ser camarero: "Hice hostelería y en mi ciudad iba a cobrar 600 euros siempre"
"En la mayoría de los bares te contratan cuatro horas, pero trabajas ocho o nueve", protesta el sevillano.
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En Sevilla, donde el turismo y la hostelería son pilares económicos, paradójicamente muchos jóvenes formados en el sector no consiguen vivir de su profesión.
Es el caso de Antonio Díez, un sevillano de 27 años que decidió hacer las maletas y marcharse a Barcelona para poder trabajar de camarero "de verdad, con contrato, sueldo digno y opciones de crecer".
"Hice un ciclo de hostelería y en mi ciudad iba a cobrar 600 euros siempre. En Barcelona, al menos, puedo plantearme un futuro", resume.
La historia de Antonio no es una excepción. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la hostelería en Andalucía se caracteriza por la alta temporalidad y los contratos parciales, especialmente concentrados en los meses de primavera y verano.
En Sevilla, donde las terrazas se llenan con el buen tiempo, abundan los contratos de pocas horas, los turnos partidos y los sueldos por debajo de lo que marca el convenio. "En la mayoría de los bares te contratan cuatro horas, pero trabajas ocho o nueve. Y si protestas, te cambian por otro. Hay mucha gente dispuesta a trabajar por lo que sea", explica el joven.
En cambio, en ciudades como Barcelona, donde el sector está más profesionalizado y abierto todo el año, la hostelería ofrece más estabilidad y posibilidades de progresar.
"Aquí no solo eres camarero, puedes formarte, ascender o pasar a la gestión de sala. En Sevilla, el trabajo es de temporada y sin futuro", asegura Antonio, que actualmente trabaja en un restaurante del Eixample con contrato indefinido y un salario que supera los 1.400 euros mensuales.
Los expertos apuntan a que el problema no es la falta de turismo, sino el modelo laboral que sostiene al sector. En Andalucía existe una cultura de la temporalidad, mientras que en Barcelona, en cambio, muchas empresas apuestan por plantillas estables y profesionales formados, conscientes de que la calidad del servicio es también una inversión a largo plazo.
Mientras Sevilla sigue siendo uno de los destinos turísticos más visitados de España, sus trabajadores del sector continúan lidiando con jornadas interminables, contratos precarios y sueldos insuficientes. "No me fui por gusto", dice Antonio, "me fui porque quería vivir de lo que me gusta. En mi tierra no se puede, y eso duele".