Puerta exterior de una casa.

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La palabra que solo se usa en Sevilla y Córdoba de origen árabe y que significa "vestíbulo": es desconocida en España

Gracias a las ricas variedades diatópicas que hay en Andalucía, este mismo elemento arquitectónico está designado con otros significantes a lo largo de las provincias.

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Sevilla
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En Andalucía no solo hay mar, sol y buena comida. También hay palabras que encierran siglos de historia y que, sin embargo, apenas traspasan los límites de una o dos provincias.

Es el caso de zaguán, un término tan común en el habla de sevillanos y cordobeses como extraño para el resto de España, donde esa misma realidad se nombra de otra forma o, según las circunstancias, no existe.

El zaguán es ni más ni menos que el espacio cubierto que da acceso desde la calle al interior de una vivienda. En los edificios actuales se asimila al portal, pero en ciudades como Sevilla o Córdoba va mucho más allá de una simple entrada.

Se trata de un vestíbulo con identidad propia. Muchos de ellos están decorados con azulejos, suelos hidráulicos y cancela de forja, y actúa como zona de transición entre el espacio público y el privado.

Gracias a las ricas variedades diatópicas que hay en Andalucía, este mismo elemento arquitectónico está designado con otros significantes a lo largo de las provincias.

En Cádiz, por ejemplo, se le llama casa puerta. En otras provincias simplemente entrada. Pero zaguán, con todo su peso sonoro y simbólico, solo sobrevive con fuerza en las dos capitales andaluzas mencionadas.

Árabe hispánico

La historia de esta palabra es tan antigua como fascinante. Procede del árabe hispánico istawán o istawánǧ, y este, a su vez, del persa istawān, que significaba literalmente “vestíbulo” o “sala de espera”.

Durante siglos, el término fue utilizado en el mundo islámico para referirse a la estancia previa a un patio o sala principal, común en las casas señoriales y edificios públicos.

Cuando esta arquitectura se integró en el urbanismo andalusí, el vocablo se adaptó fonéticamente al castellano y se quedó.

No es casual que esta palabra haya sobrevivido especialmente en Sevilla y Córdoba. Ambas formaron parte del corazón de al-Ándalus durante siglos, y sus hablas conservaron numerosos préstamos del árabe occidental.

En cambio, en provincias como Granada, Málaga, Jaén o Almería —donde el contacto con el árabe fue incluso más prolongado— la influencia lingüística se diluyó tras la Reconquista y la posterior repoblación castellana. Allí calaron más términos como “portal” o “entrada”, de origen plenamente castellano.

Pero el zaguán sevillano o cordobés no es solo funcional: tiene un valor casi ritual. Es el espacio donde se recibe al que llega, donde se espera sin molestar, donde el mundo exterior se frena antes de entrar del todo.

Se convierte, en muchas viviendas, en una carta de presentación: los vecinos lo adornan, lo limpian, lo muestran. En barrios históricos de Sevilla o en patios de Córdoba, el zaguán sigue siendo ese umbral que no se cruza sin pedir permiso.