La oposición en Andalucía se frotó las manos cuando la semana pasada la portavoz del Gobierno andaluz, Carolina España, anunció que el debate de la comunidad sería el jueves 27 de noviembre.

En el momento más delicado, el presidente Juanma Moreno se expondría públicamente en el Parlamento andaluz y tendría que aguantar una lluvia de críticas incesante por las dos vías de agua abiertas.

Quizás han sido las semanas más aciagas de los casi siete años de gobierno de Juanma Moreno con estos dos frentes: los fallos en los cribados de cáncer y el caso Mascarillas por los que acabaron detenidos -y ya en libertad- el ya expresidente de la Diputación de Almería, su vicepresidente y el alcalde de Fines.

Existía la opción de celebrarlo el 22 y 23 de diciembre y que el personal estuviera pendiente de si le tocaba la lotería o no -que sería lo más seguro-, pero prefirió apretar los dientes y que pasara rápido, porque esto se le podría volver en contra.

Al acabar el pasado viernes, seguro que en su cinturón le haría falta un agujero más. Notaría como si hubiera perdido diez kilos de golpe al vender sus 30 medidas, su estabilidad frente al fango y su gestión en el SAS, que permitirá que, a partir de ahora, en un solo día una mujer se pueda hacer la mamografía, la ecografía y hasta la biopsia si es necesario.

También porque el factor suerte entró en juego. Justo antes de que interviniese en el debate la portavoz socialista, María Márquez, el juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente enviaba a la cárcel al exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, y a su mano derecha Koldo García.

"Señora Márquez, qué papelón", exclamó Moreno nada más subirse a la tribuna. Además con retranca: "La última vez que tuvimos un debate fue en verano y ese día el señor Santos Cerdán entró en la cárcel. Casualidad. Hoy que tenemos un debate de nuevo, entran el señor Koldo y Ábalos. No se preocupe que no da tiempo a otro debate esta legislatura, no sea que vaya otro del PSOE a prisión".

Sin temor a debatir con ningún portavoz, Moreno tampoco dudó en sacar toda su artillería contra la que será su contrincante en las urnas, la ausente María Jesús Montero, este viernes de visita en Lebrija dejando caer su dificultad para compaginar sus múltiples responsabilidades.

Por ese lado, en el Gobierno andaluz están tranquilos. Saben que lo de Almería no empata al cerco de Pedro Sánchez con sus ex secretarios generales en prisión, aunque uno de ellos ya haya salido, pero sí enfanga, y que la oposición -y Montero- irán como pollos sin cabeza en los próximos meses de campaña electoral.

No obstante, sí les preocupa el crecimiento de Vox, que aunque no dejará que gobierne la izquierda sí puede convertirse en un ariete político mucho más duro que cuando propiciaron su gobierno a finales de 2018.

Todo se andará en "siete u ocho" meses - Moreno quiere agotar la legislatura hasta el mes de junio - o cuando quiera Pedro Sánchez porque si aprieta el botón de adelanto electoral, el presidente andaluz ha dicho cientos de veces que también lo hará.