Aquel día terminé pronto mi reunión en el bufete de Gran Vía y decidí aprovechar las dos horas que aún me quedaban para tomar el tren para pasear hacia el Four Seasons por la calle Alcalá. Me gusta mucho el chocolate que sirven en el hall del hotel, así que me senté en uno de los sofás del fondo esperando que un camarero me atendiese.
Antes de que me tomaran nota de mi bebida favorita, me di cuenta de que el ex ministro José Luis Ábalos estaba sentado a un metro y medio de mí leyendo un periódico. Al principio dudé pero volví a mirar hacia mi izquierda con cierto disimulo y constaté definitivamente que ese señor era Ábalos. Inmediatamente se acercó Anne, una camarera que ya me había atendido en ocasiones anteriores y me saludó muy cordialmente anotando mi petición.
Mientras esperaba mi taza de chocolate caliente, que a algunos extrañaría dada la época estival que ya disfrutábamos, por el rabillo del ojo volví a comprobar que era él y además estaba solo. No podía ser un doble: era el ex secretario de organización del PSOE.
Cuando estaba pensando cómo podría iniciar una conversación con el ex ministro, pues no iba a desaprovechar una ocasión como esa, don José Luis se dirigió a mi inesperadamente:
-¡Vaya cómo me pones en tus videos, Luis!
Antes de girarme a mi izquierda, intenté asumir la situación y convencerme de que la voz que se había dirigido hacia mi era la del famoso político socialista. Tragué saliva y vi que me estaba mirando sonriente:
-¡Ahí te trae tu chocolate Anne, que es la más bonita del hotel!
En ese momento bajó y acercó su bandeja la camarera y colocó ordenadamente en la mesa frente a mí una jarrita con el chocolate caliente tras haberme servido antes en la taza de porcelana blanca.
-¡Don José Luis, encantado! ¡Me alegro mucho de saludarlo!
-¡Hombre, ya veo que te gusta el chocolate que sirven aquí! Yo lo suelo tomar en invierno y me gusta mucho porque lo hacen con la fórmula tradicional.
-Ya veo que usted está tomando un vermut. A mí me encanta servido muy frío y con la rodajita de naranja, pero llevo unos meses sin tomar alcohol.
-¿Y qué, de juicios en Madrid?
-Pues he venido para dos reuniones y como tengo el despacho cerca, me gusta venir aquí. Desde que terminó el confinamiento, es uno de mis sitios favoritos en Madrid.
-Qué sepas que me veo tus videos y estoy suscrito a tu TikTok y YouTube.
-Muchas gracias, José Luis ¿Y qué tal? ¿Cómo van las cosas?
-Pues te puedes imaginar, preparando mi declaración en el Supremo. Ahora he quedado aquí con mi abogado.
-Yo no quiero entrometerme en el trabajo de mi compañero pero me imagino que al final llegaréis a un acuerdo con la fiscalía, cómo hizo Aldama.
-¡Ah, mira! Ahí viene la mulata, creo que es brasileña. Me encanta el acento portugués.
-Miré hacia la derecha y era una chica que no había visto hasta ahora en el bar del hotel. Pero he de reconocer que era muy guapa.
Vi que Ábalos miraba su móvil y a continuación me dijo precipitadamente al mismo tiempo que se levantaba:
-Luis, me tengo que marchar pues me cita mi abogado en el Marriott: dice que esto está rodeado de periodistas y me va a recoger por la puerta trasera. Encantado de saludarte.
-Igualmente, José Luis.
Me quedé pensando en la escena mientras degustaba el exquisito chocolate templado acompañado de un pastelito que me habían dejado como detalle.
Lo vi ciertamente relajado y tranquilo para la que tenía encima. Además, me había parecido una buena persona, afable y educado. Me recordó su forma de hablar sus conversaciones distendidas con Vito Quiles cuando lo entrevista.
Y me puse a escribir el borrador de este artículo que me he atrevido a publicar hoy.
P.d. Este artículo es un relato ficticio y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.