Imagen de archivo de un avión de la compañía Ryanair.

Imagen de archivo de un avión de la compañía Ryanair. E.P.

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Aceitunas para despegar de Sevilla a Londres: científicos sevillanos convierten basura en combustible para aviones

Microalgas, orujillo o restos de poda de olivo son algunos de los materiales usados para crear el biocumbustible, siguiendo así un enfoque de economía circular.

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El sector del transporte "contribuye con más de un 30 por ciento a las emisiones globales de gases de efecto invernadero", motivo por el que "abordar su descarbonización es urgente".

Así se expresa Tomás Ramírez, catedrático de Química Inorgánica en la Universidad de Sevilla y uno de los coordinadores del proyecto BioCAs-CCU. Esta iniciativa busca crear combustibles renovables aprovechando residuos como microalgas, siguiendo así un enfoque de economía circular.

Esto implica reutilizar materiales que normalmente se desecharían, convirtiéndolos en algo útil en lugar de generar más residuos. El objetivo es producir biocombustibles avanzados que puedan ser usados, especialmente, en el sector aeronáutico y de transporte pesado.

Estos materiales podrían ser microalgas, biomasa (orujillo y restos de poda de olivo) y residuos de destilación de ésteres metílicos, aunque estos materiales podrían ser "versátiles".  

BioCAs-CCU busca ser un avance significativo en la lucha contra el cambio climático al integrar conocimientos científicos básicos con soluciones de ingeniería práctica, fomentando el uso de combustibles sostenibles para lograr un transporte sin emisiones dentro de un modelo de economía circular.

El estudio, cuya denominación completa es 'Síntesis de biocombustibles avanzados mediante estrategias CCU (Carbon Capture Utilization), combinando nuevos sistemas catalíticos con microrreactores fabricados por impresión 3D', ha recibido financiación de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y los fondos Feder de la Unión Europea. 

Asimismo, el Instituto de Ciencias de Materiales (ICMS) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) están colaborando en el proyecto BioCas a través del grupo de investigación Surfcat.

Este equipo de científicos, dirigido por Tomás Ramírez Reina y Luis Bobadilla Baladrón, se está encargando de diseñar catalizadores heterogéneos avanzados. Estos catalizadores son materiales que ayudan a acelerar las reacciones químicas necesarias para producir hidrocarburos de alta densidad energética.

Abarata costes

Tomás Ramírez, catedrático de Química Inorgánica en la US, explica a EL ESPAÑOL que, "en términos de eficiencia", los procesos de producción de biocombustibles sintéticos se dilatan en el tiempo, lo que aumenta su precio. En este sentido, BioCas-CCU "disminuye notablemente el gasta energético y abarata costes".

Esto se debe a la novedad que aporta el proyecto: "un proceso catalítico integrado que permite en una sola etapa convertir gas de síntesis (mezclas de CO, CO2 e H2) proviniente de la gasificación de residuos, en precursores de biocombustibles para avaición (SAFs)". 

Además de los catalizadores, trabajan en el desarrollo "de sistemas cataliticos compactos generados por 3D printing, lo que conecta al proyecto con la revolución industria 4.0".

Otros beneficiarios

El especialista en química explica que, con la ejecución de este proyecto, "sectores del transporte pesado más allá de la avaición", como el "transporte marítimo, camiones pesados, etc." podrían beneficiarse. 

El proyecto también puede aplicarse "al sector de la bioenergía y biorefinerías", así como al "sector de gestión de residuos", ya que el proceso que están siguiendo es "versátil" y se puede acomodar "a residuos agrícolas, textiles o urbanos, entre otros".

Calentamiento global

Los aviones son una de las principales fuentes de contaminación en el sector del transporte. Emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOx), partículas ultrafinas y vapor de agua directamente en la atmósfera, especialmente en la estratósfera, donde sus efectos se agravan.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se estima que el sector de la aviación comercial es responsable del 2 al 3 por ciento de las emisiones globales de CO2.

Sin embargo, su impacto climático real puede ser mayor debido a otros gases y efectos indirectos, como la formación de estelas y cirros artificiales, tal y como apuntan estudios de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

El principal motivo de la contaminación es el uso de combustibles fósiles como el queroseno, que, al quemarse, liberan gases de efecto invernadero. Además, las emisiones de NOx contribuyen a la formación de ozono troposférico, un gas con alto poder de calentamiento global.

Esto, sumado a la gran altitud a la que vuelan los aviones, hace que estos gases permanezcan en la atmósfera durante más tiempo, intensificando el calentamiento global.

Así, luchar contra esta contaminación es fundamental para frenar el cambio climático, ya que, a medida que la demanda de vuelos aumenta, también lo hace el impacto ambiental de la aviación, tal y como aseguran desde la OACI.