Morante de la Puebla sale por la Puerta Grande de las Ventas el día de su despedida.

Morante de la Puebla sale por la Puerta Grande de las Ventas el día de su despedida. EFE

Sevilla

El adiós de Morante por la Puerta Grande de Las Ventas y del toreo: se va una figura de época en la cumbre

Deja los ruedos tras 28 años de alternativa el día que toreó por la mañana y por la tarde en la plaza más importante del mundo.

Más información: El torero Morante de la Puebla se corta la coleta y pone fin a su carrera llevándose dos orejas en Las Ventas

Publicada

Los caminos de Morante son inescrutables, como los de Dios. Demasiados profundos y complejos como para ser comprendidos plenamente por la mente humana.

¡Paren las rotativas! El toreo, en sede vacante. Morante, bautizado como el Papa de la tauromaquia, dijo adiós este domingo a las 19:37 horas en la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo cuando nadie lo esperaba y hasta el reloj se paró.

A esa hora y delante de más de 23.000 personas, ocurrió lo que ningún aficionado quería que pasara, pero sabía que tenía que pasar.

Morante dijo adiós con todos los galones de la tauromaquia colgados en sus alamares y en la cumbre de su carrera: por la Puerta Grande de las Ventas, del toreo y de la vida.

Porque a sus 46 años, este torero lleva más primaveras vistiéndose de oro y azabache que de calle con sus variopintas camisas que luce como nadie, todo hay que decirlo.

Salida de Morante de La Puebla por la Puerta Grande de las Ventas tras cortarse la coleta.

Este 12 de octubre el maestro se empeñó en seguir haciendo historia de España sin dejar nada al azar desde que se anunció en dos carteles el mismo día en la plaza más importante del mundo.

Por la mañana, en un festival en homenaje a Antoñete y, por la tarde, para poner fin a su temporada en la despedida de Fernando Robleño, al que sus hijos le cortaron la coleta con la plaza en pie, y marcarla aún más para siempre.

No se le fue ni un detalle. Ni el novillo del festival matutino, de nombre Presumido de Osborne, la misma ganadería con la que hizo historia Chenel. Ni el precioso terno lila y oro que estrenó cuando daban las 6 de la tarde bajo el cielo de Madrid.

El brindis a Abascal

Cuando salió su segundo toro nadie imaginaba que serían sus últimos lances por chicuelinas ajustadas con el mentón en el pecho, al menos vestido de luces. Y encima, en uno de ellos se le coló por dentro. Tan violenta fue la voltereta que lo dejó tendido en el suelo, inerte.

Sobrevoló la tragedia cuando durante el tercio de varas Morante no lograba sobreponerse hasta que entre lágrimas mordió la esclavina de su capote para cambiarlo por la muleta y se lo brindó a Santiago Abascal. Este después le devolvió la montera entre lágrimas porque los de Vox también lloran.

Morante torea con la muleta en las Ventas.

Morante torea con la muleta en las Ventas. Efe

Y se puso a torear el de la Puebla como los ángeles a un toro incierto y con peligro como si fuera el último de su vida y es que lo era. Y brotó el toreo fundamental por el pitón derecho con una entrega, empaque, compás, temple y arte con los que solo premian los dioses. Seas creyente o no.

A punto estuvo de prenderlo otra vez para herirlo por derecho porque en ese terreno que pisaba los toros pegan, pero si eso hubiera ocurrido el destino habría sido tremendamente injusto. Y la tarde no estaba para eso en la que hasta la estocada fue memorable.

La despedida

Tras dar su última vuelta al ruedo, el maestro, de improviso, se llevó sus manos a su frondosa cabellera entre lágrimas para desatornillarse la castañeta que ha llevado prendida los últimos 28 años de su vida para decir adiós.

¿Será para siempre? Podría hacer como el maestro Antoñete, quien reapareció unas cuantas veces hasta ganarse el refrán Te despides más que Antoñete en las Ventas.... Da igual, Morante siempre será bienvenido.

Pero todo hace presagiar que la mala suerte perseguirá a quien no lo haya visto nunca porque no nacerá un torero igual. Y aunque sus caminos son inescrutables, el de esta tarde lo tenía bien pensado.

Morante con la coleta en la mano tras cortársela en Las Ventas.

Morante con la coleta en la mano tras cortársela en Las Ventas. EFE

Además cada vez que se ha ido, jamás se había cortado la coleta y siempre ha interrumpido la temporada tras una mala tarde o cuando su cabeza se anidaba de fantasmas por la enfermedad que lleva sufriendo desde su juventud.

"Un trastorno disociativo que, sinceramente, casi no tiene explicación. Una enfermedad muy compleja, triste y dolorosa”, contó el mismo en una entrevista para Abc el pasado mes de marzo. También que hasta pensó en el suicidio como "alivio".

Las vueltas que le habrá dado Morante a ese momento con su atormentada personalidad nadie lo sabrá, pero las más de 23.000 almas que poblaban los tendidos de Las Ventas quedaron mudas a las 19:37 horas cuando el toreo quedó huérfano.

Porque jamás habrá ninguno como él, el artista más valiente que ha dado la tauromaquia o el más valiente de los artistas. En su caso, el orden de los factores no altera el producto.

Sus últimos años

Pero también hoy es un día para refrescar las memorias porque este 12 de octubre todos seremos morantistas, pero no ha sido siempre así. Que ha sido torero distinto y único por ser diferente, está claro.

Más de calidad que de cantidad y para el que "las orejas eran despojos", como decía Curro Romero. Pero desde el año 2020, en concreto, su fenómeno debería estudiarse en las universidades.

Aunque alguno no se acuerde, cuando un extraño virus [Covid-19] se coló en nuestras vidas sin avisar y se perfilaba para darle una certera estocada a la Fiesta, vestido de seda y oro cien veces, Morante se empeñó en lo contrario.

Y a partir de ahí en estos cinco años su trayectoria y, sobre todo, su compromiso para tirar del carro de la tauromaquia ha sido imparable e impagable porque las plazas se han vuelto a llenar consiguiendo grandes triunfos si un toro le daba la mínima posibilidad.

Y todo ello casi 30 años después de enfundarse en un terno blanco y oro en Burgos a finales del siglo pasado y cuajar sus faenas más relevantes en los últimos años de su carrera midiéndose con los más jóvenes y veteranos. "Fúmate un purito", le llegó a decir hace poco el del Perú en un pique absurdo sabiendo que no podía competir.

El rabo de Sevilla, de Salamanca, la salida por la Puerta Grande de las Ventas la pasada primavera o las dos orejas de este 12 de octubre y también su cornada del pasado mes de agosto. Así ha reivindicado su tauromaquia como un auténtico misterio, interpretándolo y contándolo sin tapujos durante años en los que se le han exigido tanto.

Mucho, sobre todo cuando no conseguían entender a un torero capaz de aunar en una sola tarde con personalidad propia chicuelinas de Chicuelo, molinetes de Belmonte y los kikirikis de Joselito, rompiéndose la cintura y el tiempo en cada uno de ellos porque no se puede torear con tanta alegría y con tanta pena a la vez.

Así dijo adiós entre lágrimas este genio y figura para dejar latente su toreo eterno sin alharacas previas ni previo aviso. Tampoco le hizo falta a este mito viviente, a esta leyenda viva, que ahora merece que la salud y la felicidad le acompañen. Y ya lo dijo el Guerra, después de José Antonio, naide...