
Interior del Mercado de Abastos de Marqués de Pickman. Sevilla
Cierra inesperadamente el Mercado de Nervión tras más de 70 años de servicio: "Esto es el pez gordo que se come al chico"
"Me habría gustado jubilarme aquí", afirma Víctor Vera, que con sus 48 años es el más joven de los tenderos que aún mantienen sus puestos abiertos.
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El Mercado de Abastos de Nervión entonará el 14 de junio su adiós más definitivo ante unos vecinos que lamentan su pérdida. "Esto es, una vez más, el pez gordo que se come al chico", declara Víctor Vera, dueño de uno de los establecimientos que pronto echará la persiana.
Ubicado en el número 25 de la calle Marqués de Píckman, este mercado lleva en pie desde 1954, y en sus mejores momentos, regentaba hasta 23 puestos de propiedad privada.
Charcuterías, fruterías, una pescadería, carnicería, recova, panadería y tienda de comida casera eran algunos de los servicios que ofrecía a diario a los vecinos del barrio.
Cada puesto tenía su clientela fiel, sus rutinas marcadas, su forma de entender la venta y el trato al cliente. El bullicio mañanero, los olores que se mezclaban en los pasillos, los saludos entre tenderos y compradores formaban parte del paisaje cotidiano de este espacio.
De los puestos iniciales, ahora solo quedan cuatro en activo. Uno de ellos es Recova Carnicería Hermanos Vera, cuyo dueño afirma que el cierre se ha debido a la falta de "un cambio generacional".
"Es un negocio que tradicionalmente ha pasado de padres a hijos, pero los hijos de ahora han tirado por otros derroteros", explica.
"Me habría gustado jubilarme aquí", afirma Víctor Vera, que con sus 48 años es el más joven de los tenderos que aún mantienen sus puestos abiertos.
Su futuro será, dice, "una incertidumbre total". "Los vecinos me piden que abra otra carnicería, pero las condiciones de los autónomos son muy malas", lamenta.
Y lo sabe de buena mano, ya que, después de más de 20 años ejerciendo detrás de un mostrador y de haber servido con cariño y dedicación a sus vecinos, "ni siquiera" le ha quedado paro. Asegura, en este sentido, estar "en shock" por toda la situación.
Otro supermercado
"Estábamos prestando un servicio y estábamos funcionando, pero un grupo inversor nos ha dado más dinero que el de la tasación", por lo que los propietarios más mayores, ante la imposibilidad de traspasar o alquilar sus negocios, han decidido vender.
Esta entidad inversora alquilará el espacio a un supermercado. Los propietarios tienen prohibido revelar el nombre de esta empresa, ya que los compradores temen "que no se cierre el trato".
"Esto es, una vez más, el pez gordo que se come al chico", insiste Vera. “Los mercados de abasto están destinados a desaparecer”, reflexiona. Explica que el público al que históricamente iban dirigidos, principalmente personas mayores, “está desapareciendo”.
Con ellos se va también una forma de consumir más cercana, más personal, que ya no encaja en la lógica del beneficio inmediato. “Para las grandes empresas, un supermercado es más rentable que varios puestos independientes vendiendo al por menor”.
Vera afirma que "la gente del barrio está muy apegada" a ellos. "No querían que nos fuéramos de aquí", insiste. Una declaración que se sostiene al ver los mensajes de apoyo y de cariño que vecinos y usuarios han publicado en las redes sociales.
"Muchos de mis mejores recuerdos están dentro de ese mercado", apunta una usuaria llamada Patricia Muñoz. "Una parte de mi historia familiar se va con ese mercado", señala otro de los perfiles que ha comentado en el vídeo que el famoso creador de contenido Malacara ha publicado.
"Ha sido mi casa"
"Mi amigo Juanma -dueño de la única frutería en pie dentro del recinto- me dijo que no me pusiera triste, pero que el mercado al que voy semanalmente echa este sábado el cierre para siempre. En unos meses esto será otro supermercado", reza el audio del vídeo.
El sevillano sostiene no saber cómo reaccionar, "si con enfado o con tristeza". También dice tener la sensación de no poder decir nada porque, en definitiva, el mercado no es nada suyo. "No es mío y, sin embargo, ha sido mi casa", sentencia.
"Es una noticia triste no solo para las personas que trabajan allí ni para los vecinos, sino para el modelo de vida sostenible que se tenía hace unos años", entona a modo de crítica.
Como colofón, lanza una crítica clara y directa: “Si tuviera que mandar un mensaje, sería pedirle a la gente que intenten comprar, en la medida de lo posible, en comercio local”.
Y añade, con ironía pero sin perder la intención pedagógica: “¿Que no tiene sandías en diciembre? Bueno, es que quizá no tienes que comer sandías en diciembre”.