Algunos de los compañeros felinos de Oh my cat.

Algunos de los compañeros felinos de Oh my cat. Oh my cat

Sevilla

Un refugio felino en forma de cafetería: la iniciativa solidaria que late en San Bernardo y busca segunda oportunidades

Este rincón con alma abrió sus puertas en mayo de 2023 como iniciativa de la asociación Ghato Verde, un colectivo que rescata, cuida y da en adopción a gatos sin hogar.

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Hay lugares que, aunque parezcan sacados de una película indie, existen. Están en Sevilla, entre calles estrechas que huelen a azahar y vida de barrio. En una de ellas -concretamente en la calle Carmen Martínez Sancho, en San Bernardo- se encuentra Oh My Cat, el primer “cat café” solidario de la ciudad.

Se trata de un salón felino donde el visitante no solo puede tomar algo con gatos: puede cambiarles la vida. Y de paso, ellos también pueden cambiar las suyas.

Este rincón con alma abrió sus puertas en mayo de 2023 como iniciativa de la asociación Ghato Verde, un colectivo que rescata, cuida y da en adopción a gatos sin hogar. Pero no lo hacen como otros. Aquí se apuesta por una convivencia respetuosa, pausada y consciente.

Lo que en Japón o Londres es un concepto consolidado, en Sevilla se convierte en un soplo de aire fresco para quienes buscan algo más que una cafetería con encanto. Además, lejos de lo que cualquiera podría esperar, en este establecimiento no hay camareros ni carta al uso.

El funcionamiento de Oh My Cat poco tiene que ver con una cafetería al uso. El acceso se hace de forma tranquila, con respeto a los verdaderos anfitriones del local: los gatos. A cambio de un donativo de cinco euros, se incluye una bebida —normalmente un té, un refresco o café— y la posibilidad de compartir un rato en un salón acogedor donde todo está pensado para el confort de los felinos.

Suelen convivir entre diez y quince gatos, todos en adopción y con historias diferentes a sus espaldas. Algunos llegaron siendo muy pequeños, otros han sido rescatados de la calle o de situaciones complicadas.

La mayoría tiene nombre, carácter definido y preferencias claras: los hay que buscan mimos, otros que se dejan ver pero no tocar y alguno que observa desde la distancia, subido a una estantería o escondido en un túnel de tela.

El espacio es pequeño, pero está cuidado al detalle. Hay sofás, mantas, plantas, juguetes y estructuras para trepar. Un salón compartido que recuerda más al de una casa que al de un local abierto al público. Se respira calma.

Un refugio pensado para ellos

Más allá de la estética cuidada o de la novedad del concepto, el verdadero sentido de Oh My Cat está en el trabajo que hay detrás. Aquí se ofrece una segunda oportunidad a gatos que no lo han tenido fácil.

La mayoría procede de camadas abandonadas, colonias urbanas o situaciones de maltrato. Llegan asustados, con las cabecitas agachadas y sin apenas apetito, pero poco a poco, gracias al amor y los cuidados de los responsables, se van dejando querer.

El proyecto está impulsado por Ghato Verde, una asociación sin ánimo de lucro que funciona gracias al voluntariado. Son quienes limpian cada mañana, quienes revisan comederos, quienes gestionan las reservas, informan a quienes llegan por primera vez y también quienes comparten las caritas de estos adorables felinos a través de los vídeos de redes sociales.

Visitas con reserva

Para visitar el salón es necesario reservar previamente en su web (ohmycat.ghatoverde.es). El horario habitual es de martes a domingo, de 17:30 a 20:30 horas. Al llegar, se explican unas normas básicas, como no despertar a los gatos, no cogerlos en brazos, evitar el uso de flash, y, a partir de ahí, cada uno puede moverse con libertad por el espacio y compartir un rato tranquilo entre ronroneos.

El donativo de cinco euros se destina íntegramente al cuidado de los gatos: piensos específicos, revisiones veterinarias, vacunas, tratamientos antiparasitarios y mejoras del espacio. Una ayuda simbólica pero fundamental para que el proyecto siga en pie.

Oh My Cat no figura aún en las rutas turísticas de Sevilla, pero quienes lo descubren suelen repetir. Por el ambiente, por los gatos y por lo que representa. No es solo un lugar bonito: es también un proyecto con fondo.