Sevilla

Los mejores churros de Sevilla se venden entre la sede de la soberanía de los andaluces y una de las Vírgenes más conocidas de España. Las churrerías, que aún abundan en la ciudad, hacen de este alimento simple un manjar

La receta de los churros, en realidad, es la cosa más simple del mundo: agua y harina. Un poco de sal y aceite caliente. Hay poco misterio más, se puede pensar.

Pero sí que tiene su truco, porque los mejores churros de Sevilla consiguen ser sabrosos sin exceso de aceite; ricos sin resultar pesados

[La mejor ensaladilla de Sevilla se sirve en un bar que cambió su nombre por un enfado de Walt Disney]

Los mejores churros de Sevilla -o uno de los mejores, porque tiene serios competidores- comparte espacio con uno de los rincones más conocidos de la ciudad aunque, en realidad, no está en la zona más turística. 

Junto al Parlamento

La churrería con los mejores churros de Sevilla es la que está situada frente al Arco de la Macarena y junto al Parlamento de Andalucía. Es, además, un comercio casi centenario. Cuatro generaciones han pasado ya por él y están a punto de soplar las cien primeras velas. Será en 2027. 

Abiertos desde las seis de la mañana, a esa hora su cola es una mezcla curiosa -sobre todo los fines de semana- de personas que aún no se han acostado y de quienes han madrugado para comprar churros. 

Pero no hay que madrugar tanto para comer uno de los mejores churros de Sevilla. Porque están abiertos hasta las 12 de la mañana. Sus precios son ajustados. Al final, lo que venden tiene una materia prima que no es cara. Los churros de La Macarena son un capricho asequible. 

La Virgen de la Macarena

Quienes pasen por esta churrería casi centenaria pueden luego acercarse a la Basílica de la Macarena, una de las imágenes que más devoción despierta en Sevilla. Está justo enfrente.

Cerca tiene también el Parlamento de Andalucía que, aunque no puede visitarse en su interior siempre, sí que tiene unos jardines delante ideales si no se quiere volver a casa a comerse los churros. 

Cerca está también lo que queda de la muralla que rodeaba Sevilla hasta su ensanche en el siglo XIX. Un trozo de historia cerca de los mejores churros de la ciudad son un atractivo complicado de empatar.