Vale. Esa fue la palabra con la que Alfonso Basterra, sobre las 10.30 horas de este miércoles, respondió al director de la prisión de Texeiro (A Coruña) cuando le informó de que tan solo unas horas antes su mujer, Rosario Porto, de 51 años, se había quitado la vida ahorcándose con un cinturón de tela en su celda en la prisión de Brieva (Ávila). El matrimonio cumplía condena, en sendas cárceles, por el asesinato de su hija adoptiva, Asunta Basterra, cuyo cadáver fue hallado el 22 de septiembre de 2013 en una cuneta del municipio coruñés de Teo, a las afueras de Santiago de Compostela, en septiembre de 2013. 

En el recuento de la mañana, según esgrimieron fuentes penitenciarias a EL ESPAÑOL, los funcionarios de la prisión abulense echaron en falta a la reclusa y fue cuando acudieron a su celda y la encontraron ahorcada. La mujer estaba sola en su habitáculo. Nadie más ocupaba esa celda. Acto seguido, los operarios de la prisión avisaron al 112 y los servicios de emergencia le practicaron maniobras de reanimación pero solo pudieron certificar su muerte.

Poco después del hallazgo, a 500 kilómetros de allí, en la cárcel coruñesa de Texeiro, la dirección del centro informaba de la manera más rápida posible al recluso Alfonso Basterra sobre la muerte de su esposa. Tal y como marca el protocolo en estos casos, al tratarse del fallecimiento de un familiar, el director de la prisión es el encargado de trasladar la noticia al interno. En su caso, según apuntan fuentes de la prisión a este diario, era importante que se enterase antes de que lo leyese o viese en algún medio de comunicación. 

Su reacción, sin embargo, fue indiferente. "Le avisaron y nada, se sorprendió, pero sin hacer estridencias. No se derrumbó, ni armó escándalo, estaba bastante entero. Lo aceptó y ya está. No esterioriza nada, es muy distante. No reacciona. Y aunque esto era una noticia fuerte, no la somatizó externamente", cuentan las mismas fuentes. 

Las cartas

Alfonso Basterra, junto a su hija, Asunta, a la que asesinó.

Hubo medios, en cambio, que aseguraron que Basterra rompió a llorar tras conocer la noticia. "No ha derramado ni una lágrima. Primero habló con el director y después se reunió con el psicólogo, y no creo que allí se pusiese a llorar", precisan desde Texeiro. 

Tras ser informado por el centro, el condenado por el asesinato de su hija se entrevistó con el psicológo, quien determinará en las próximas horas qué medidas se toman con el interno en relación al fallecimiento de su mujer, Rosario Porto. Según apuntan fuentes penitenciarias, lo más seguro es que este profesional dictamine en su informe que se disponga a Basterra de un procololo antisuicidio

Por el momento, en el centro se le ha asignado acompañamiento, esto es que un interno que tiene confianza con el recluso esté en todo momento con él. "No le ha hecho demasiada gracia, ha dicho que no le hace falta. Asignar acompañamiento es un paso previo que adoptamos en la prisión, pero la última palabra la tiene el psicólogo. No obstante, me imagino que en un 99% le pondrán el protocolo antisuicidio". En 2018, Alfonso Basterra aseguró en una entrevista que "no guardaba rencor a ninguno" a los que le habían encerrado en prisión pero que su intención era la de que "quitarse la vida cuando fuese un hombre libre". 

Desde hace tres meses, este recluso está en el módulo 9, un área diseñada principalmente para enfermos mentales en la que los usuarios suelen estar acompañados. Aunque hasta ahora Basterra no tenía un interno de acompañamiento. "Lo van cambiando a menudo de módulo, yo creo que lo pusieron ahí por su perfil de baja peligrosidad no porque necesite estar ahí", indican fuentes de la prisión coruñesa. 

El mismo tiempo que lleva en ese módulo es el mismo que Alfonso Basterra llevaba sin cartearse con su mujer, Rosario Porto, según explican las mismas fuentes. Era la única comunicación que ambos mantenían hasta hace tres meses. "Cuando estaban los dos juntos en la prisión de Texeiro, no se juntaban, no tenían vis a vis. Pero sí se mandaban cartas y por lo que cuentan la última se la mandó hace unos dos o tres meses". 

Traslado

Rosario Porto, madre de Asunta Basterra, en los juzgados.

La madre de Asunta llegó el pasado mes de marzo a la prisión de mujeres de Ávila. No bien comenzaba el confinamiento y el estado de alarma, Instituciones Penitenciarias ordenaba el traslado para que siguiera cumpliendo allí la pena impuesta. Porto cumplía pena por el asesinato de su hija adoptiva y ya había cumplido 7 años en tres prisiones -A Lama (Pontevedra), Teixeiro (A Coruña) y Brieva (Ávila)-.

Esta reclusa ya había intentado quitarse la vida en otras ocasiones. El 12 de noviembre de 2018 se enroscó un cordón alrededor del cuello estando en la ducha y llamó a voces a su compañera de celda alertándola de lo que estaba haciendo, por lo que los funcionarios acudieron de inmediato y el episodio terminó ahí. Aunque no quedó acreditado que quisiera acabar con su vida, a partir de ese momento se intensificó el protocolo de prevención de suicidios y se le asignó a otra interna de confianza.

Previamente también había tratado de autolesionarse y el 24 de febrero de 2017 fue ingresada en el hospital tras ingerir una gran cantidad de pastillas de un medicamento que tomaba habitualmente por prescripción médica. Sucedió en idénticas circunstancias. A las ocho de la mañana de aquel día, al abrir la puerta de su celda, se la encontraron tirada en el suelo en estado de semiinconsciencia tras la ingesta masiva de las pastillas.

Cuando la trasladaron a Ávila, a Rosario Porto no le sentó muy bien esa decisión. No entendía por qué la alejaban de su tierra y de un centro en el que ya se encontraba medianamente integrada. A finales del pasado año, su abogado, José Luis Gutiérrez Aranguren, llegó a revelar que la mujer se encontraba presa de "una profunda depresión". Ahora, tras conocer la noticia del suicidio, por la que se ha enterado a través de los medios y no por la cárcel de Brieva, su letrado ha manifestado que la última vez que habló con ella "le dijo que no tenía protección antisuicidios". 

Gutierrez Aranguren era la única persona con la que mantenía contacto en el exterior y solicitó, tras el traslado de su cliente de cárcel, que los fines de semana el psiquiatra que Rosario Porto tenía en Galicia le atendiese en Brieva. Sin embargo, la prisión nunca le contestó. 

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