La historia comienza a finales de los años sesenta, cuando Elsa Hokholt construyó la casa con la que había soñado durante tanto tiempo. En ella iba a pasar mucho tiempo cuando se retirara. Hasta que llegara ese momento, la casa fue utilizada tantas veces como les fue posible, especialmente en verano. A los hijos de Elsa, Jørn y Lisbeth, les encantaba pasar sus vacaciones allí.

Jørn Hokholt todavía recuerda los buenos momentos que la familia pasó en la casa, y lo felices que fueron sus amigos cuando vinieron invitados a la exótica España, a Casa Elsa.

“Para nosotros fue como un sueño”, cuenta en conversación con EL ESPAÑOL. “Era algo muy especial tener una casa en España en ese momento. Pasamos todas nuestras vacaciones allí, era la única casa de vacaciones que teníamos. Tengo tantos buenos recuerdos. La casa se ha usado mucho, porque, por supuesto, continuamos viajando a España cada verano cuando fuimos más mayores”.

Lisbeth & Jørn delante de su casa okupada en Torre del Mar. Cedida

Sin su hogar

Pero este año no hubo vacaciones de verano en su apreciada Casa Elsa, en Torre del Mar, Málaga. El otoño pasado, en septiembre, la casa fue invadida por unos okupas.

“No encuentro palabras para explicar lo que hemos pasado desde entonces. No se trata de españoles que lo están pasando mal por problemas económicos, sino gente que se aprovecha del sistema. Saben que con la Ley en la mano pueden hacerse dueños de tu casa cuando lo deseen. Es increíble”.

Fue un vecino el que contactó a la familia Hokholt en septiembre del año pasado para decirles que alguien había entrado en Casa Elsa. Se había dado cuenta en seguida por la gran fiesta que montaron los nuevos vecinos, que duró toda la noche.

“Me habían contado que en un caso así, para que los ocupantes fueran expulsados, era importante informar de la situación a la policía dentro de las primeras 48 horas. Estábamos en Noruega, así que hicimos un poder notarial a un conocido. Entre otras cosas, esta persona trajo copias de nuestros pasaportes cuando fue a la policía para denunciar el caso. Allí le dijeron que la firma debía ser confirmada por un notario español. Antes de llegar a ese punto ya habían pasado más de un par de días, así que acabamos cogiendo el primer vuelo a España”.

Los okupas en la terraza. Cedida.

Lo que sucedió cuando llegaron a Casa Elsa fue el comienzo de una pesadilla que ha durado hasta hoy.

No acudir a la policía

“Hay muchas cosas que nos han sorprendido, no sé por dónde empezar. Contratamos a un abogado para trabajar en el caso. Nos dijo que bajo ningún concepto debíamos ir primero a la policía. Al parecer era importante enfrentarse primero con los okupas y luego acudir a la policía, ya que de esta forma tendríamos más posibilidades de que el caso prosperara. Mi castellano no es muy fluido, por lo que pensamos que lo más seguro era ir a la policía en cualquier caso.”

Allí se enteraron de que poco podían hacer para sacar a los okupas de la casa sin una sentencia, y eso podría llevar mucho tiempo. Cuando Jørn le dijo a la policía que tenía la intención de visitar la casa y hablar con los okupas, se le aconsejó que no lo hicieran, ya que se trataba de viejos conocidos de las autoridades.

“Llamé al abogado para informarle de que había denunciado el caso a la policía. Se enojó mucho. Era de la opinión de que debería de haberme enfrentado a los ocupantes con el fin de buscar algún tipo de respuesta violenta, hasta el punto de que me llegaran a golpear o atacar de alguna manera, porque entonces podría haber sido un caso criminal y no civil”.

La policía yendo a la casa okupada.

No se quedó la cosa ahí: “Le dije que para nosotros Casa Elsa era muy importante, pero no tanto. Sólo era necesario echar un vistazo a los okupas para darse cuenta de que no estaban entre los mejores hijos de Dios. Su manera de expresarse y comportarse es aterradora. Uno de ellos me hizo señal de que me cortaría el cuello si me acercaba. Fue muy incómodo. Lo que más me sorprende es lo tranquilos y cómodos que están. Quizás esto no sea tan extraño, porque cuando acude la policía no es para echarlos a ellos, sino para sacarnos a nosotros de la propiedad”.

"Se defiende a los criminales"

Hasta la fecha, la familia Hokholt ha acudido en dos ocasiones a los tribunales en relación con el caso, la más reciente hace un par de semanas. Han perdido ambas veces. La siguiente vista será en septiembre.

“El último juicio es un capítulo en sí mismo. El juez estimó que no teníamos ningún caso porque no se trataba de una vivienda habitual si no de una segunda residencia. Resulta que ese hecho no tiene nada que ver con el caso, y debido a este malentendido no tenemos que esperar tanto tiempo para un nuevo juicio. En todo caso, no sé por qué siempre tengo la impresión de que hemos hecho algo mal. Se defiende a los criminales. Nuestra voz no cuenta. Es simplemente increíble”.

La familia espera poder recuperar finalmente su casa en septiembre, de lo contrario considerarán contactar a alguna de las empresas dedicadas a deshacerse de los okupas a cambio de unos honorarios.

Los okupas incluso han cultivado una planta de marihuana en la terraza de la casa.

 

“Hemos pensado mucho en esto últimamente, pero nos da un poco de miedo por varias razones. ¿Qué pasa si alguien resulta herido? ¿Y qué pasa si los ocupantes desaparecen, solo para regresar más tarde para vengarse? Tienen un pitbull que está listo para atacar, lo he experimentado en persona. La última vez que fui a hablar con ellos, me puse un guante grueso y llevé un spray de pimienta en caso de que el perro me atacara. También contamos con que nos costará aún más dinero contratar a alguien para echarlos. Hemos costeado el consumo de electricidad y agua de los okupas durante casi un año ya, además de pagar a los abogados. Tengo la impresión de que esta pesadilla no acabará nunca”.

Desde que el caso se publicó por primera vez en la televisión estatal NRK en Noruega, la familia ha recibido muchas llamadas de otros compatriotas que tienen el mismo problema en España.

“Hay muchas historias, y todos están tan sorprendidos como nosotros”, declara Jørn. “Algunos me han contado cosas mucho peores de lo que nosotros hemos experimentado. Lo que no podemos entender es por qué las autoridades españolas no están haciendo nada al respecto. Esto es una desgracia para el país y ahuyenta a los posibles compradores de viviendas. Uno compra una casa en España para disfrutar de este maravilloso país, no para quedar atrapado en una maraña de problemas. La gente de mi entorno dice que de momento no quieren comprar casa en España. No pueden soportar la idea de tener que lidiar con okupas y tener que pasar por lo que hemos vivido nosotros. No sabemos qué sucederá cuándo y si recuperamos nuestra casa. Ya no es la misma casa, todo está destrozado. Nos espera una ruina económica”.

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