Álvaro es abogado y Ana, psicóloga. Ambos son autónomos.

Álvaro es abogado y Ana, psicóloga. Ambos son autónomos.

Reportajes

Los autónomos se quedan sin jóvenes: el raro caso de los emprendedores Ana y Álvaro antes de los 35 años

Los trabajadores por cuenta propia menores de 35 años han caído un 26%. "Necesitamos ayuda", piden.  

26 febrero, 2020 03:22

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Ana Fabón y Álvaro J. Escudero nacieron el mismo año (1991), estudiaron Psicología y Derecho respectivamente y se ‘licenciaron’ –con sus dificultades– como autónomos. Esa fue su elección. Pero es, cada año, la de menos en su rango de edad. En la última década, España ha dejado en la ‘cuneta’ una cuarta parte (el 26,5%) de sus empresarios menores de 35 años, pasando de 625.594 en diciembre de 2009 a 459.624 en 2019. Es decir, por el camino se han perdido un total de 165.970 jóvenes, según la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA).

Su número, además, baja en todos los rangos de edad: ha caído en 7.089 entre los menores de 25 años; en 158.881 entre los de 25 y 34 años; y en 57.392 entre los de 35 y 44. Los jóvenes autónomos están, por tanto, en peligro de extinción. “Algo estamos haciendo mal cuando España pierde una cuarta parte de sus jóvenes empresarios. Hay que revisar las políticas activas de empleo y poner en marcha unas que apoyen al emprendimiento juvenil. Su talento, en muchas ocasiones, se va de aquí. Da que pensar”, reconoce Lorenzo Amor, presidente de ATA.

Pero bien, ¿por qué cada vez hay menos? Ana Fabón y Álvaro J. Escuderos, excepciones entre la generalidad, explican a EL ESPAÑOL cuál ha sido su camino y qué dificultades han tenido a la hora de emprender por su cuenta y riesgo. De sus experiencias, sin duda, se pueden sacar muchas conclusiones sobre el panorama actual, desolador tanto para ellos como para el resto de autónomos.

Álvaro, abogado

Álvaro J. Escudero (Madrid, 1991) sabía lo que era emprender. En su casa, ya lo habían hecho su padre –también abogado– y su madre, dueña de una correduría de seguros. Y él siguió sus pasos. Terminó la carrera, hizo la prueba de acceso a la abogacía y se ‘tiró’ a la piscina. “Entonces, el mercado laboral estaba fatal y, viendo las ofertas que había, decidí emprender. Mi objetivo no era entrar en un despacho grande y esta era la forma más fiable de ser abogado”, explica en conversación con EL ESPAÑOL.

A sus 24 años –y a pesar de la experiencia previa de sus padres–, a Álvaro le costó dar el paso. “Una de las muchas dificultades a las que te enfrentas es a la falta de información por parte de las administraciones. Te sientes muy solo. Pero también la fiscalidad: el IVA lo tienes que pagar aunque no hayas cobrado la factura”, prosigue.

Álvaro J. Escudero estudió abogado y, tras terminar la carrera, se hizo autónomo. La situación era muy mala, reconoce.

Álvaro J. Escudero estudió abogado y, tras terminar la carrera, se hizo autónomo. "La situación era muy mala", reconoce.

Pero eso no le quitó la idea de la cabeza. Tuvo que elegir entre pagar la cuota de autónomo o la mutualidad privada (“130 euros, ahora mismo”) –y eligió la segunda–; se buscó la vida para encontrar clientes; y un lugar donde poder trabajar. “Estoy en un centro de negocios, pero yo lo hago todo: la labor comercial, la técnica, los juicios… Lo único que tengo externalizado es el tema de los impuestos”, confiesa.

— ¿Qué más dificultades tiene en el día a día?

— Las de cualquier autónomo. Tenemos que estar todo el día moviéndonos porque si te paras y tienes un bajón en la facturación… te lo comes con patatas. Así que siempre estás con esa tensión y calculando, porque hay meses mejores y peores, y tienes que compensar unos con otros.

— ¿Por qué no emprenden los menores de 35?

— En la abogacía, la mayoría de casos que conozco, son autónomos. Es algo bastante habitual porque sólo hay dos salidas: o entras en un despacho grande y eres un esclavo, o te haces trabajador por cuenta propia.

— ¿Qué le pide al Gobierno para que mejore esta situación?

— Que baje impuestos, que evite que los autónomos tengamos que pagar facturas cuando no las hayamos cobrado y que dé ayudas a proyectos privados para que los menores de 30 se puedan acogerse a ellas a la hora de emprender e iniciar un negocio.

Los autónomos del campo se manifiestan para pedir mejores condiciones.

Los autónomos del campo se manifiestan para pedir mejores condiciones. Europa Press

Su situación no es del todo mala, pero tampoco es la ideal. Álvaro no se plantea contratar a nadie. No por la subida del salario mínimo interprofesional (“pagaría más a quien contratase”, reconoce), sino por otros motivos. “Carga de trabajo tengo para contratar a alguien, pero ahora mismo el mercado laboral es muy rígido”, finiquita. De momento, seguirá él solo, esperando que la situación (y las posibilidades) cambien.

Ana, psicóloga 

Ana Fabón (Teruel, 1991) también desarrolla su actividad entre una infinitud de dificultades: tiene que pagar su cuota (300 euros al mes), el alquiler del despacho… Estudió psicología y, al terminar, no le quedó otra para poder ejercer. “No soy autónoma por elección, sino porque es la forma de trabajar dentro de lo mío”, lamenta. De hecho, si pudiera, no le importaría trabajar por cuenta ajena; pero, ahora mismo, sabe que es inviable.

Por las mañanas, ejerce de psicóloga sanitaria en un instituto, y por las tardes, hace lo propio en un despacho cinco veces a la semana. De hecho, ese es su principal problema. “Los alquileres han ido incrementándose. Ahora mismo, una hora tiene un coste de 12 euros”, lamenta. Pero ese no ha sido su único problema. Al principio, conseguir clientes también le costó lo suyo: “Tienes que meter dinero en Internet para que salgas porque si no...”.

Su gran beneficio es que está exenta del pago del IVA por ser servicio sanitario. Pero eso no quita que tenga infinitud de cargos difíciles de rentabilizar. “El alquiler del despacho puede costarme 200 euros al mes, más 300 de autónomo, más 200 de colegiación, más el seguro de responsabilidad civil (15 euros)...”, enumera.

Ana Fabón ejerce de psicóloga. Tiene consulta propia.

Ana Fabón ejerce de psicóloga. Tiene consulta propia.

— ¿Entiendes que no se hagan autónomos los menores de 35?

— A la gente le da mucho miedo la inestabilidad. A los que vienen por detrás les digo que es mejor que los contraten. 

— ¿Ha pensado alguna vez que se ha equivocado?

— Sí, a veces, pienso: por qué no busco un contrato, aunque sea de menos dinero pero estable. Sí, lo he pensado, pero cuando he intentado buscarlo me he dado cuenta de que no existe. Si quiero trabajar de lo mío, es lo que hay.

— ¿Le representa algún partido?

— No, ninguno. En las anteriores elecciones, cuando ellos hablaron abiertamente el tema de los autónomos, dijeron de incentivar a los jóvenes, etc. Pero no cuajó en ningún partido.

— ¿Qué le pide al Gobierno de PSOE-Unidas Podemos?

— A mí, personalmente, lo que más me afecta es el tema de los alquileres. Ojalá se dieran ayudas para que pudiéramos utilizar esos espacios. Y por otro lado, la cuota fija de autónomo. Tengo menos de 30 años y ya pago 300 euros. Pago lo mismo independientemente de lo que facture.

Álvaro y Ana son las excepciones. Son parte de esos autónomos en peligro de extinción. Con un único ‘consuelo’: la bajada de los emprendedores menores de 35 coincide con el aumento de los mayores de 55 años en la última década. Y, paralelamente, con el número total de autónomos, que ya alcanza los 3.267.428. ¿El problema? “El nuevo emprendedor no es una persona joven sino que viene en estos momentos de la mano de los mayores de 55 años, personas que están preparadas, con un importante bagaje a su espalda y que ven el autoempleo como la formula más efectiva para reincorporarse al mercado laboral”, finiquita Lorenzo Amor, presidente de ATA.