Fernando, de 19 años, pasaba todos los veranos en el pueblo de su madre y sus abuelos, Escobar de Polendos (Segovia). A primeros de agosto se trasladaba con toda su familia a este apartado municipio rodeado de grandes prados a poco más de una hora de Alcorcón, donde residía. El pasado fin de semana en un pueblo cercano, Cantimpalos, se estaban celebrando las fiestas patronales de la Inmaculada Concepción y Fer y su amigo decidieron pasarse un rato. Los jóvenes querían provechar una noche aburrida en Escobar para divertirse y bailar. Los momentos de risas se alargaron hasta casi las nueve de la mañana.

Durante la vuelta, cuando los dos amigos recorrían los tres kilómetros que distan ambos municipios, Fer, por motivos que aún se desconocen, se dirigió hacia una torre eléctrica y se colgó de uno de los cables. La descarga eléctrica fue tal que el joven se precipitó desde una altura de cinco metros y cayó de forma violenta al suelo. Se desplomó. Los Servicios de Emergencias no pudieron hacer nada por salvar la vida de Fer, que presentaba graves heridas. El pequeño pueblo de Escobar de Polendos está "destrozado" y sus amigos de Alcorcón todavía están asimilando la noticia. "Le quedaba mucha vida y mucho camino por recorrer", confiesa uno de ellos a EL ESPAÑOL.

Pasaba los veranos en el pueblo de sus abuelos

Escobar de Polendos es un pequeño pueblo de apenas 170 habitantes, en su mayoría jubilados, que pasan las horas comentando todo lo que sucede entre los muros de sus casas bajas. Todos allí conocen a la familia Martín; quienes acuden el mes de agosto -sin faltar a su cita ningún año- a veranear junto a sus dos hijos. El pequeño, Fernando, siempre se lleva algún amigo de Madrid. Y este año no iba a ser menos. El joven acaba de terminar un grado de Hostelería, se ha encauzado en la vida y tiene claro a lo que quiere dedicarse en un futuro. Además, lleva más de dos años de relación con una chica de Alcorcón, donde vive. Su tiempo libre lo disfruta con sus amigos, con su chica y jugando al fútbol sala. Su otra gran pasión.

Escobar de Polendos, donde veraneaban Fer y su familia.

Como a todos los jóvenes de su edad, le encantaba salir de fiesta, divertirse y era relaciones públicas de una conocida discoteca de la capital. "Lo que más me gustaba de él eran las risas que nos echábamos cuando estábamos juntos", comenta el amigo a este diario. "Era muy buena persona, aunque alguna vez la liara poco", apunta. Porque Fer era así; leal a los suyos, extrovertido, pero a la vez con un carácter fuerte. Su libertad absoluta había llegado con sus 18 años y con los 19 ya disfrutaba de todas las facetas de la vida. Incluso en el pueblo de sus abuelos, Escobar de Polendos. Allí pasaba las tardes junto a su hermano, jugando con todo aquello que se encontraba por su camino, disfrutando de las pequeñas cosas de la vida y del mundo rural.

Volvía de fiesta con un amigo

Cantimpalos, un pequeño municipio cercano -conocido por sus embutidos- celebra sus fiestas mayores la última quincena de agosto. Durante La Inmaculada Concepción se produce la aparición de las peñas, se festejan corridas de toros y se exhiben bailes públicos. Días de exaltación y emociones a flor de piel que pronto se convirtieron en tristeza.

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La noche del sábado, Fer y su amigo decidieron prepararse y dirigirse a Cantimpalos. Había orquesta y querían bailar un poco. No era la primera vez que el joven iba a las fiestas de la localidad, ya que allí contaba con un grupo reducido de amigos. La noche se alargó y cuando el sol estaba saliendo por uno de los extensos prados, los amigos decidieron volver a casa. Ya era hora de descansar. Harían el trayecto andando, ya que el pueblo no dista mucho de la vivienda de Fer y su familia. Unos tres kilómetros, poco más de media hora andando. La SG-V-2224 les lleva hasta Escobar de Polandos; una carretera recta y custodiada por varias torres eléctricas.

El joven se colgó de los cables de electricidad

En un momento dado, Fer, por causas que todavía se desconocen, se dirigió hacía una de esas torres. El joven escaló hasta la parte superior y se colgó de unos cables. La carga eléctrica que recibió le fulminó. Fer, ante los ojos de su amigo, cayó de una altura de más de cinco metros. El chico llamó rápidamente a los Servicios de Emergencia, pero era tarde. La descarga había sido tal que había acabado con la vida del joven. Hasta el lugar una UVI móvil y un equipo médico de Carbonero el Mayor, que no pudieron hacer nada por salvar al joven. Además, el incidente provocó cortes de luz en los municipios aledaños.

La carretera por donde volvieron Fer y su amigo, donde el joven perdió la vida. Google Maps

Al día siguiente, en la corrida de toros se guardó un minuto de silencio y en la homilía de la misa previa a la procesión también hubo palabras de recuerdo para el joven fallecido y mensajes de condolencia para su familia. La subdelegada del Gobierno pide prudencia y que se eviten "locuras de juventud" en unos días en los que muchas localidades de la provincia están en fiestas. "Que disfruten de las fiestas, pero que regresen sanos y salvos a casa, porque en estos casos no hay marcha atrás, solo familias destrozadas".

Todavía nadie sabe por qué Fer decidió subir a esa torre eléctrica. Probablemente, con la agitación de la noche y con despreocupación total, decidió tomar esta terrible decisión. "Las razones se las ha llevado él para siempre", explica una vecina de Escobares de Polendos a EL ESPAÑOL. El joven será enterrado en Madrid.

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