“Se lo digo a Abascal y especialmente a Casado: si a mí me dejan, en 24 horas tenemos a Puigdemont en la frontera y por su propia voluntad. Lo que cueste esa operación lo pongo yo de mi bolsillo”.

Lo asegura Gerard Bellalta, empresario, columnista y presidente del Círculo de Empresarios de Tabarnia. Un conocido polemista frontalmente opuesto al independentismo, que fue candidato a la alcaldía de Vilanova por el partido ultra PxC. Ha mantenido alguna escaramuza con los líderes separatistas. La más sonada fue la publicación de una columna en Alerta Digital, el periódico en el que colabora. Se la dedicó a Quim Torra y la tituló: “Yo me cago en tu puta madre”. Ahora acaba de ser acusado por Carles Puigdemont de tener un plan para secuestrarlo. Bellalta abonaría por ello 100.000 euros, según denuncia el político fugado. Por eso ha pedido protección.

El empresario (tiene ferreterías y cerrajerías), califica de “ridículas” la declaraciones de Puigdemont, pero sí que confirma tener un plan para atraerlo de vuelta. “No te lo voy a contar porque entonces pondríamos en alerta a su guardia pretoriana. No puedo dar esa información. Evidentemente no lo voy a secuestrar, soy una persona de ley. Solamente te digo que si me dan permiso y puedo hablar con Puigdemont, lo convenzo de que vuelva. Eso te lo aseguro”, repite, sin querer desvelar su plan.

"Me cueste lo que me cueste"

Para ello, Bellalta pude poder reunirse con Santiago Abascal “y especialmente con Pablo Casado, para que me den la protección necesaria y garanticen que esto se va a hacer bien. Yo no quiero hacer una chapuza, como han hecho algunos yendo a Waterloo para nada. Yo quiero traer a Puigdemont de vuelta a casa para que entre por la puerta grande. Me da igual que me cueste 100.000 que 200.000”. No detalla, en cambio, en qué se invertiría ese dinero.

El plan, sorprendentemente, se basaría en “tocarle la fibra. Le diría una cosa que le tocaría tanto, pero tanto, que no tendría más remedio que volver. Él mismo, por su propio pie. No cogería ni el avión, vendría en coche. A menos que sea una persona sin ética ni escrúpulos, volvería de inmediato”, relata.

Sin revelar detalles, matiza un poco el procedimiento y lo embrolla todavía más: “En realidad yo le diría eso que le tengo que decir y él me mandaría a paseo. Entonces yo llamaría a otra persona que de inmediato le convencería de que volviese”, desarrolla. Tampoco, obviamente, da la identidad de esa persona ni pistas sobre qué relación podría tener con el presidente.

"Estoy harto de pedir su teléfono"

Bellalta asegura que sólo quiere “tener la oportunidad de hablar con él, a ser posible por teléfono. Yo estoy harto de llamar a Presidencia de la Generalitat pidiendo su número de teléfono, pero no me lo quieren dar”, se sorprende. Lo que no se plantea es ir a visitar a Puigdemont a Waterloo: “No voy a hacer una payasada como hizo Boadella, o aquello de Inés Arrimadas. No me costaría ir un fin de semana allí a jugar al golf y encontrarme con él, se lo digo a mi mujer y ya está. Pero mi plan no va así. No voy a desvelar más”.

Según Bellalta, “lo que tiene que hacer Puigdemont es volver y afrontar lo que hay, como está haciendo Junqueras. Quedaría como una víctima, pero ahora ha quedado como un pocavergonya (poca vergüenza). Yo soy catalán de pura cepa y catalanista, pero el mayor mal que hay ahora en España se llama independentismo catalán y lo mal que estamos en Cataluña es culpa suya. Nos va a llevar a otra Guerra CIvil”.

Una vez le hubiera dicho a Puigdemont ‘eso’ que le tocaría tanto la fibra, asegura Bellalta que “las fuerzas de seguridad de Bélgica primero y de Francia después participarían, dando escolta a Puigdemont, Porque la idea no es traerlo por la fuerza ni coaccionado. Yo lo que quiero es que entre por la puerta grande, como un expresidente y un estadista que es”. Además, añade, “allí también se lo quieren quitar de encima cuanto antes, especialmente en el club de golf que hay cerca de su casa”.

"Un ferretero noble"

A Bellalta le ha sorprendido que Puigdemont leyese en Alerta Digital su plan “y lo haya interpretado como un secuestro. Nadie va a secuestrar a nadie. Eso es algo ridículo. No voy a ir con el ejército, yo me basto con mis palabras para convencerlo”. También asegura que le ha molestado “que se refiera a mí como ferretero. Un ferretero. Despectivamente. Pues mire, sí, soy ferretero, que es un oficio tan noble como zapatero o como cualquier otro de los que se están perdiendo en España”. También se mantiene en la misma posición que cuando se cagó en la puta madre de Quim Torra, al que considera la quintaesencia del mal: "Y eso se lo volvería a decir si lo tuviese a la cara. Lo bueno que tengo es que no soy un político. Soy un empresario que puedo opinar y expresarme como me dé la gana".

De momento, lo que prioriza es encontrar la manera de convencer a Pablo Casado de que le ayuden a poner en marcha su plan, con el que, “le aseguro que tendríamos en La Junquera a Puigdemont en 24 horas a lo sumo”. Quizás con un número de teléfono tenga suficiente.  

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