Como empresario, José Antonio Ferreira (A Coruña, 61 años) está más que acostumbrado a enfrentarse a desafíos. De joven trabajaba conduciendo el taxi de su padre para poder costearse los estudios de Electrónica de Comunicaciones y reunir el dinero necesario para montar su propio negocio. Tres años después, con 22 años, lo logró y nació su primera empresa vinculada con la telefonía. Hoy lidera Ferreira Dapía Tech Consultant & Events y es autor del libro La estirpe de los emprendedores.
Sin embargo, el reto más duro al que se ha enfrentado ha sido la obesidad mórbida, una enfermedad con la que lucha desde los 10 años. "Con 13 años ya pesaba 100 kilos", recuerda. En su caso, la genética jugó un papel determinante, ya que su madre también la padecía.
Llegó a pesar 252 kilos, un peso que puso su vida en riesgo. Le provocó apnea del sueño: "No era capaz de conducir desde A Coruña hasta Santiago sin dormirme, tenía que parar a echar una siesta en Ordes". De hecho, confiesa que una vez se quedó dormido al volante y que evitó un accidente gracias a unas bandas rugosas en la carretera que le espabilaron a tiempo.
José Ferreira cambio
Con una cifra tan alta de peso las posibilidades de llegar a los 60 años con vida eran mínimas, especialmente si se suma que hasta el 2007 fumaba "dos o tres cajetillas al día". Todo cambió en el 2015, cuando un cliente que había pasado por una situación similar lo animó a ponerse en manos de un médico y someterse a una reducción de estómago.
"Me operé por mi familia, porque si no me iba a morir, y tenía dos hijas pequeñas", admite. Hoy, José pesa menos de 110 kilos, lleva 18 años sin fumar y ha reducido su talla de ropa de una 8XL a la XL.
El precio de anteponer el trabajo
El coruñés no practicaba deporte desde los 22 años, cuando lo dejó de lado para centrarse en los negocios. "Ahora sé que lo más importante eres tú mismo, no la empresa", afirma José. Volvió a practicarlo hace tres años, cuando un doctor le advirtió que, aunque había bajado la mitad de su peso, seguía siendo obeso y tenía que cuidarse más. Ahora el ejercicio es indispensable en su rutina, entrena de lunes a viernes con un entrenador personal y los sábados juega al tenis.
"Antes dormía fatal, me despertaba agotado porque, con esa cantidad de peso, tu cuerpo no descansa bien", explica. Ahora duerme una media de seis horas al día, practica el ayuno intermitente y asegura que se encuentra lleno de vitalidad para arrancar el día en el gimnasio antes de ir a trabajar.
José no duda en dedicar unas palabras de cariño a su mujer por su apoyo incondicional: "Estuvo conmigo independientemente de mi peso y eso es algo que pongo mucho en valor". También, el apoyo de sus hijas, que de pequeñas sufrieron comentarios en el colegio por la apariencia de su padre e, incluso, por la suya propia: "Mi hija mayor de pequeña estaba algo gordita y se metían con ella. Yo mismo sufrí bullying cuando era chaval por estar gordo y ellas dos lo vivieron de rebote". Con los años, dice que ambas han aprendido a cuidarse y a llevar una alimentación equilibrada para evitar la tendencia de su genética.
"Me operé por mi familia, porque si no me iba a morir, y tenía dos hijas pequeñas"
De todos los cambios que trajo consigo la pérdida de peso, hay uno que le impactó especialmente: pasar desapercibido. "Cuando perdí los primeros 110 kilos, pasé de ser un extraterrestre, que la gente se quedaba mirando, a que nadie me mirase al entrar en un sitio", cuenta. En lo que a los negocios se refiere, el empresario explica que siempre fue respetado por su carácter fuerte, pero que ahora nota que la gente le muestra su admiración por todo que ha conseguido.
En la actualidad, José comparte desde su perfil de LinkedIn, donde también habla de tecnología, seguridad y emprendimiento, su experiencia para que otros puedan encontrar también su punto de inflexión. "Mucha gente me escribe contándome sus historias", explica.
Él responde con el mismo mensaje que desearía haberse dicho a sí mismo décadas atrás: "Cuida tu salud. Da igual la empresa, da igual el dinero. Tú eres lo más importante". Después de tantas batallas, este empresario que un día soñó con montar su propio negocio ha ganado la más difícil: la de reconciliarse con su propia vida.
