A lo largo del año, distintas festividades llegan al calendario acompañadas de sus correspondientes dulces como las filloas y las orejas por el Entroido o el turrón y los roscones por la Navidad. El Día de Todos los Santos no es ajeno a esta tradición y lo hace con un dulce menos conocido a la hora del postre: los huesos de santo.
El origen de este dulce se remonta a los siglos XVI y XVII, cuando la influencia árabe por la presencia morisca introdujo en las cocinas españolas ingredientes claves en la elaboración de este postre como las almendras. Con el tiempo, esta receta empezó a expandirse por toda la península a través principalmente de los conventos, llegando a todos los rincones del territorio.
Hoy en día, en A Coruña, algunas confiterías continúan elaborándolo en sus diferentes versiones.
En la confitería Flory, una de las clásicas de la ciudad, llevan haciendo este dulce desde hace cerca de 60 años cuando en 1967 abrieron sus puertas por primera vez.
Luz Bergondo explica que aquí los ponen a la venta solamente durante medio mes, entre el 12 de octubre y el 1 de noviembre. Con suerte, para los primeros días del mes quedan algunos, aunque es habitual que para el Día de Todos los Santos ya hayan vendido todo.
Su elaboración artesanal comienza con la almendra. "La cogemos entera, la molemos y después la tratamos para hacer los huesitos haciendo un mazapán. Luego le damos forma con un molde, todo ello a mano, y después hacemos las cremas, que también son artesanales y con fruta natural", cuenta.
Huesos de santo en la confitería Flory de A Coruña.
Las familias son quienes mantienen esta tradición, aunque entre los jóvenes también hay interés por este dulce "porque les recuerda a sus abuelos, así que lo siguen llevando".
Seguir la receta tradicional y prescindir de los procesados son las dos claves con las que cumplen en esta confitería para elaborar los huesitos que "afortunadamente, seguimos vendiendo como antes". Los sabores van desde el chocolate hasta la yema o vainilla, pasando por moka, praliné, limón, naranja, piña o melocotón. Todos ellos tienen públicos diferentes, con la gente joven prefiriendo los de frutas y la gente mayor apostando por las opciones más tradicionales.
En el centro de la ciudad, la pastelería Antoxos también ofrece este dulce desde hace por lo menos una década. Aquí, a los tradicionales sabores de yema o chocolate se suman otros como frambuesa o kinder. "La gente llega con la idea de comprar otro dulce pero los ven y llaman la atención, así que cambian a estos", explica Arsenio Hernández.
Pastelería Antoxos en A Coruña,
Como en otras, en esta confitería los huesos de santo conviven con los buñuelos, que son "un éxito siempre" al tratarse de "un dulce más de bocado". Sin embargo, estos dulces de almendra tampoco se quedan atrás ya que solamente se pueden degustar en esta época del año.
"Los tenemos hasta más o menos el 1 de noviembre porque es algo típico de estas fechas. Eso lo hace más especial", reconoce Hernández.
Siguiendo por la calle Panaderas y entrando en la calle de la Torre, la pastelería Hércules también elabora estos dulces desde hace, al menos, unos 25 años. Aquí los ponen a la venta coincidiendo con la celebración del Día del Pilar y los mantienen hasta los primeros días de noviembre.
Huesos de santo en la pastelería Hércules de A Coruña.
Sus huesos son de elaboración artesanal, partiendo de la almendra molida también a mano. Desde la confitería, Manolo López explica que durante estas semanas pueden llegar a hacer varios miles de estos pequeños dulces, que en su caso incluyen sabores de pistacho, coco, toffee o mantequilla, además de los de yema que, junto a los de avellana y almendra, son los más demandados.
Pese a ser una alternativa menos clásica que los buñuelos, en Hércules ven un interés mantenido por los huesos de santo.
¿El motivo? "Creo que debe ser porque son artesanos y eso se nota; el sabor cambia. Es un dulce muy desconocido para la mayoría de la gente, quienes vienen son los clientes habituales", cuenta López.
Para degustarlos, cualquier momento del día es bueno. Por eso, desde esta confitería reconocen que "cuando a uno le apetece se le da un mordisco y es como mejor sabe. Lo mejor es dejar la bandeja en casa y al pasar tomar uno. Eso es lo que se suele hacer. O eso es lo que nos dice la gente", reconoce entre risas.
