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Primero fue María Pita, después la calle Real, más adelante San Andrés, y ahora le toca al Obelisco. La humanización del centro de A Coruña ha beneficiado a muchos negocios que hasta hace poco solo veían coches pasar por delante de sus escaparates. Desde hace unos meses, las plazas de aparcamiento dieron paso a los peatones, y con ellos creció el trasiego de gente frente a los locales.

Otros, en cambio, siempre tuvieron esa suerte: la Franja, Galera, Olmos, la Estrella... En esas calles nunca faltó ambiente. Si no era un bar, era otro. El único reto, allí, siempre fue encontrar una mesa libre. Por eso zonas como Santa Catalina viven en una búsqueda constante por destacar y atraer a esa masa de gente que recorre el centro coruñés. "La gente no sabe que hay vida más allá de la Estrella", comenta David, el dueño del café Ártabro.

Su calle pasa desapercibida cuando se trata de buscar un lugar donde sentarse a comer. De ahí que los negocios de la zona se vean obligados a innovar. Ejemplo de ello es el número 2 de la calle Durán Loriga, un local de tres plantas por el que han pasado propuestas como Constante Gastrobar, la Burguería, el cubano Mamarosa o, más recientemente, el efímero Divya's Kitchen de cocina india.

¿Qué hubiera sido de estos locales si hubieran estado en la calle Galera, por ejemplo? Nadie lo sabe, pero lo más probable es que su futuro hubiese sido más prometedor. Actualmente, Jack's Burger ha logrado esquivar el destino fatal de sus predecesores gracias al ingenio y a la búsqueda de la diferencia frente al resto de hamburgueserías de la ciudad.

A su lado, en el portal 8, se encuentra OTTO Trattoria, que en otro tiempo fue Óvera. Este último apostó por la novedosa fusión "japogallega", pero aun así terminó cerrando. En su lugar, el chef Michele Peroni lidera ahora un restaurante italiano que promete calidad en cada plato.

OTTO Trattoria Quincemil

El caso más singular es el del café Ártabro, abierto desde 1929. Si no hubiera sido por la visión de David y su empeño en renovarse constantemente, seguramente habría corrido la misma suerte que los locales situados a apenas cinco metros del suyo.

"Cambio la carta cada tres meses. La última contiene solo platos hechos con pan brioche. Según me he informado, soy el único local 'briochería' de la ciudad", asegura. En su opinión, la oferta gastronómica de Santa Catalina no tiene nada que envidiar al resto de la ciudad.

Peatonalización de Santa Catalina

Aunque para David el tema de las obras de San Andrés no supuso ningún problema, ya que gran parte de su clientela viene de oficinas de la zona, no puede evitar pensar en el momento en el que su calle sea el escenario de un nuevo proceso de cambio.

"Solo quedamos nosotros. Todas las calles de alrededor se peatonalizaron. Incluso rúa Nova", confiesa. Pero con la reforma de Obelisco, el tramo que va desde Durán Loriga hasta Obelisco, por Santa Catalina, también será solo para peatones.

Otros que se beneficiaron de las reformas de San Andrés

A pesar de todo, esta calle mantiene su vitalidad. Manuel Cardos, de El Reloj, confirma que su clientela aumentó desde que finalizaron las obras de San Andrés: "Se ve mucho más tráfico de personas por la calle", señala. En su caso, el negocio goza de una ubicación más visible para quienes caminan por San Andrés: "Valió la pena la espera".

Manuel Cardos, dueño de El Reloj Quincemil

En cambio, locales como el café Ártabra no notaron grandes cambios tras las obras. "La mayoría de nuestros clientes son de oficinas", explica David. Sin embargo, el futuro inmediato podría ser distinto: con la humanización del Obelisco, la calle que conecta Durán Loriga con los Cantones pasará a ser peatonal. "Puede que nos beneficie… o no, eso no lo sabemos", reconoce.

Lo que sí está claro es que Santa Catalina esconde varias de las mejores propuestas gastronómicas de la ciudad. Por eso, sus hosteleros lo tienen claro: "Recomendamos no quedarse solo en la zona más céntrica, sino ir un poco más allá".