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A escasos metros del mercado de San Agustín se encuentra un auténtico bar de barrio en pleno centro de A Coruña. Probablemente te suene de haber pasado por delante y ver, a través de la ventana, a Javier Otero tras los fogones. "A mí me dejan ese par de metros cuadrados y de ahí no me muevo en todo el día", ríe. De su cocina salen unas 40 tortillas diarias en un día normal, y hasta 60 en verano.

En octubre de este año, el Pontejos cumplirá 50 años de trayectoria. Lo que mucha gente no sabe es que este clásico de la ciudad fue el segundo intento de negocio de la familia Castiñeira. Antes de que existiera siquiera el bar, los padres de Loli abrieron una discoteca a escasos metros del local, también en la calle Pío XII. Al poco tiempo se trasladaron al establecimiento en el que están ahora y se enfocaron más en la cocina, sin dejar del todo el mundo de la noche.

En los años 80, la discoteca Punto 3, entre otras de la zona, convertía el mercado de San Agustín en el epicentro del ocio nocturno de la ciudad. "Preparábamos los bocadillos para los que salían de la discoteca. Desde las cinco de la mañana haciendo bocatas sin parar", cuenta Javier.

Pero de eso hace ya mucho. En los últimos años, la ciudad fue cambiando, y Pontejos con ella. La zona se volvió más tranquila, pero sin perder la esencia de barrio. "Antes los clientes eran todos vecinos. Venían aquí a jugar a las cartas... ahora hay más de todo", comenta Loli. Fue gracias a la fama de su tortilla que la plaza revivió.

Pontejos, en A Coruña Quincemil

Además de callos, ensaladilla, empanadillas o pollo, entre muchas otras opciones, lo que más sale de la cocina, sin duda, son las tortillas. "El truco está en ponerles cariño y hacerlas como en casa", explica Javier, que le debe la maña a su madre: "La suya era insuperable".

Estar al lado del mercado también ayuda: el Pontejos es una extensión más de San Agustín. Todos los ingredientes salen de los puestos de la plaza. "Se saben de memoria nuestra lista de la compra", ríen. Gracias a ello, cada día te sorprenden con algo diferente: como pollo a la cerveza o milanesa. Eso sí, ve con tiempo los días de sol, porque en hora punta las tapas de tortilla se rifan entre los clientes.