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Zara es una marca icónica que ha revolucionado la moda en España. Desde hace algún tiempo, el buque insignia de Inditex ha dado un paso más allá, incorporando una nueva línea de cafetería en algunas de sus tiendas.

Tras la reforma integral con motivo del 50 aniversario, el primer Zara de la historia inauguró su cafetería en A Coruña. Sin embargo, no fue la primera: Zacaffé abrió sus puertas en 2024 en Madrid y ahora Gal·la Mora relata su experiencia en redes sociales.

Dos cafés y tres dulces por 36 euros

"¿Alguna vez se te ha ocurrido ir a merendar a Zara?", pregunta Gal·la Mora a sus seguidores. La exconcursante de La Isla de las Tentaciones visitó hace unos días una tienda de Zara para probar su café y algunos de sus postres.

En una publicación en redes sociales, Gal·la Mora comenta a sus seguidores que la entrada de la cafetería es la misma que la de la tienda; "así que cuando te cansas de mirar ropa, puedes ir a tomar un café".

A diferencia de otros establecimientos, en esta cafetería el pedido se realiza a través de una tablet, donde se puede consultar el menú y elegir directamente. Gal·la Mora y su pareja optaron por dos cafés -uno latte y otro con hielo- y tres postres diferentes, comenzando por el de pistacho con apricot (albaricoque).

"A mí es que el pistacho no me gusta mucho, pero la textura sí", comenta una valoración inicial, para después añadir que "está muy bueno". La siguiente degustación -un bizcocho con crema de chocolate- subió el nivel, para luego coronar con la tarta de queso: "Creo que es el que más me ha gustado".

"¿No es lo mejor?", pregunta Gal·la Mora a su pareja, a lo que el chico responde con sinceridad: "No", ya que le recuerda a "un sandwich con nata" y prefiere el dulce de pistacho con albaricoque.

A la hora de pedir la cuenta, la creadora de contenido y exconcursante de La Isla de las Tentaciones explica que se paga directamente desde el teléfono móvil, a través de un código QR. "Nos ha salido por un total de 36 euros. Me parece bastante caro, pero es muy mono", considera.

"Se lo iba a recomendar a aquellos hombres que acompañan a sus mujeres a hacer la compra y siempre se quedan sentados, pero obviamente se acabarían gastando un ojo de la cara", concluye.