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Lo que hoy en día es el barrio de Adormideras de A Coruña, flanqueado por la Torre de Hércules, la playa de San Amaro y por donde discurre el Paseo Marítimo, en los 80 era un barrio conocido como Polígono de Adormideras, en el que se estaba iniciando la construcción de viviendas y donde aún su presente estaba basado en la cantera que se ubicaba en la zona.

En aquellos inicios no había ningún tipo de servicio en la zona como el centro de salud, el centro educativo, el mercado municipal, el kiosco o la farmacia actuales, de hecho muchos vecinos que llevan décadas en el barrio recuerdan que durante mucho tiempo por allí no pasaban ni los buses urbanos ni los escolares.

Muchos apuntan que en esos primeros años "todo estaba arriba de la cuesta", es decir, cualquier cosa que necesitaban la tenían que buscar fuera del área del barrio subiendo la cuesta que discurre paralela a la playa de San Amaro. En los primeros tiempos de Adormideras, apenas estaba levantado el hotel (Eurostars Ciudad de La Coruña) y un bloque de viviendas, lo que es hoy en día el edificio San Amaro en la calle Juan Sebastián Elcano con tres portales: 22, 24 y 26.

Precisamente a uno de los pisos de este bloque se mudó la familia Carbón-Lema en 1983. El matrimonio conformado por Alfonso y Gemma, su hija Emma de tres años y su hermano pequeño de tan solo 15 días. Antes pasaron por otras zonas como Arteixo u Os Mallos pero para Alfonso, que tiene ahora 70 años, no había más opción que Adormideras dado que él es fiel al 15002 de Monte Alto y reivindica que es "muy coruñés" porque nació en el Hospital Militar de la ciudad.

Foto antigua de la familia en los 80 en Adormideras. Cedida

"Mi padre tenía un almacén en la Avenida de Navarra y yo veía el crecimiento de esta zona de Adormideras día a día y las expectativas eran maravillosas", cuenta, a lo que añade que la zona le gustó incluso más cuando se fue transformando a la vez que llegó a ella el recorrido del Paseo Marítimo.

"Llevo 41 años aquí y no me canso", reconoce sobre este barrio ubicado en una zona que ya frecuentaba en su niñez, cuando acudía a pasar jornadas con su familia o amigos al arenal de San Amaro.

Adormideras en los 80 Cedida

Echa la vista atrás mientras está de pie con la mirada fija en el arenal y es capaz de trasladarse a años atrás, cuando allí había una depuradora de agua frente al hotel y en la zona de la playa un cargadero de piedra.

Aclara que unos vagones transportaban la piedra hasta el dique de abrigo, donde se encuentra la torre de control que se conoce coloquialmente como H, y que en el mar fondeaban lanchas de pequeño tamaño.

Adormideras en los 80 Cedida

"Cuando nos mudamos en el 83 solo quedaba la estructura de la grúa, la cantera y solares donde luego se construyeron edificios. Desde casa veíamos asfalto, vallas y solares, no había ni transporte público ni servicios, solo se podía entrar y salir en coche", asegura.

"Vivir aquí en sus inicios era toda una aventura"

La familia Carbón-Lema en la actualidad en Adormideras. Quincemil

La vivienda que compró esta familia cuando se mudó a Adormideras tenía un precio de unos seis millones de pesetas y su arquitecto fue el coruñés Andrés Fernández Albalat, la figura más representativa de la modernidad en la arquitectura de la comunidad en la segunda mitad del siglo XX.

"Decidimos comprar porque teníamos los planos de lo que se proyectaba en el barrio", aseguran, a la vez que matizan que en aquel momento todos los compradores eran en su mayoría familias veinteañeras con niños pequeños.

Adormideras en los 80 Cedida

Consideran que el crecimiento del barrio fue rápido, ya que en apenas una década proliferaron los edificios y se avanzó en los servicios de esta zona donde hasta hace no tanto los inmuebles no tenían números y eran conocidos por sus nombres como San Amaro, Balea o Touliña.

El San Amaro, el primer edificio de Adormideras. Quincemil

Todas las calles tienen relación con el sector marítimo y estos detalles especiales junto a la zona tranquila que ahora es Adormideras, han derivado en que la mayoría de los vecinos fundadores continúen viviendo en el barrio. Junto a ellos, siguen buena parte de los niños que crecieron en la zona que ahora se han independizado pero continúan en el mismo entorno.

"Es un barrio tranquilo con un paseo privilegiado, una playa y dos calas casi privadas", cuentan los Carbón-Lema, que calculan que Adormideras tendrá ahora cerca de 4.000 residentes.

Adormideras en los 80 Cedida

"Venir a Adormideras en sus inicios fue toda una aventura", rememoran con nostalgia. En aquellos años incluso recuerdan que "todo lo que unía la península de A Coruña con Adormideras estaba sin edificar y Punta Herminia no era una zona de paseo, sino que había fincas con gente que trabajaba la tierra y casas bajas".

Los más pequeños de la zona jugaban en la gran explanada que ocupaba lo que hoy es una pista de patinaje y que tenía en aquel momento una moderna rampa para monopatines.

Pista de patinaje de Adormideras. Quincemil

Emma recuerda las largas tardes que pasaba allí con su grupo de amigos, con los que mantiene la relación en la actualidad, pero lamenta divertida que con 15 años la zona no le gustaba tanto "porque todo quedaba lejos y dependías de un bus urbano que pasaba cada 30 minutos".

Asimismo, Adormideras guarda mucha historia coruñesa dado que Alfonso Carbón hizo la mili donde ahora están los menhires, en lo que se conocía en los 70 como "polvorín de artillería". Por su parte, Emma apunta que esta zona es su parte favorita del barrio y admite que quiere que cuando llegue el momento repartan sus cenizas en este punto.

A todo esto se une la importancia histórica de la zona, sobre la que ella destaca que se conoció en su momento como Campo da Rata, donde se llegaron a realizar fusilamientos. Sus padres eligen como rincón favorito del barrio su propio salón sin ninguna duda: "desde nuestra ventana vemos entrar y salir los barcos de pesca, que luchan muchas veces contra el oleaje", cuentan.

Vistas desde la ventana de los Carbón-Lema. Quincemil

Sobre el paso de los años, rememoran la primera vez que visitó la ciudad uno de los barcos más grandes del mundo, el Queen Mary: "aquel día Adormideras colapsó porque todo el mundo bajó a ver el barco".

"Se veía asomar la proa desde uno de los laterales del hotel y fue todo un acontecimiento en los 90 que un trasatlántico de esas dimensiones estuviera en A Coruña", concluyen sobre este bonito recuerdo que atesoran de sus vivencias en Adormideras en este tiempo.