Durante años, he visto cómo la estrategia de las empresas a las que acompaño en sus procesos de transformación se ha construido sobre un principio aparentemente sólido: “competir dentro de nuestro sector”. Fabricantes con fabricantes, bancos con bancos, telcos con telcos. Sin embargo, tengo que decir que ese principio, está desapareciendo ante nuestros ojos.
Que grandes empresas entren en nuevos sectores, es una de las grandes tendencias que me llevé del último Transformation Leaders Forum, evento que reúne a una veintena de líderes, que están liderando iniciativas de transformación en algunas de las principales empresas de este país y que tuvo lugar hacer un par de semanas en Madrid.
Y es que lo que hace solamente una década habría parecido una excentricidad, hoy es una tendencia clara. Prueba de ello es el dato de la Global CEO Survey 2025 de Pwc donde cerca del 40% de los CEOs reconocen que sus empresas ya están compitiendo en sectores nuevos. La cifra es significativa. Pero lo más revelador es la razón: 4 de cada 10 directivos creen que, si siguen por el camino actual, su empresa no será viable en diez años.
La urgencia de reinventarse es clara.
Sin embargo, el ritmo de transformación sigue siendo lento, en el mismo informe los CEOs afirman que solo el 7% de los ingresos recientes proviene de nuevos negocios. Eso revela una brecha peligrosa entre el reto y la capacidad para abordarlo y esa brecha de reinvención es la gran vulnerabilidad de nuestro tejido empresarial actual.
Además, detrás de este fenómeno hay un catalizador claro: la inteligencia artificial.
Históricamente, entrar en un nuevo sector requería una gran inversión: en activos, en talento especializado, en canales de distribución. Hoy, impulsados por la IA podemos hacer un estudio de mercado, generar un producto mínimo viable, crear una campaña de marketing, lanzar un canal digital y hasta ofrecer atención al cliente sin levantar una oficina ni contratar a un solo empleado.
La IA ha convertido lo que antes eran grandes barreras de entrada, en una simple línea pintada con tiza en el suelo o lo que es peor, en un plan estratégico. Esto permite que empresas de sectores tradicionales se lancen a competir en espacios donde no tienen historia, pero sí capacidad tecnológica, de conocimiento de su cliente o simplemente de datos.
Es el caso por ejemplo de Apple, que nació como una empresa de ordenadores y hoy compite en sectores como la banca y los servicios financieros con Apple Pay y Apple Card, el entretenimiento con Apple TV+ o la salud con Apple Watch
O el caso de Tesla, que empezó como fabricante de coches eléctricos, pero que ha expandido su alcance al sector energético con baterías para hogares y redes eléctricas inteligentes, la conducción autónoma o incluso la robótica con su robot humanoide Tesla Bot.
Y en España también estamos viendo transformaciones, como por ejemplo Movistar, nacida como operadora de telecomunicaciones que ahora compite en el sector del entretenimiento con las grandes multinacionales, en el sector de la ciberseguridad o incluso intentó competir en el sector del hogar con Movistar Home sin éxito.
La pregunta que debemos hacernos las empresas hoy ya no es: ¿En qué sector operamos? sino ¿dónde con nuestros datos, el conocimiento del cliente y la inteligencia artificial podemos crear valor?
Es por eso que los directivos y empresarios que estamos al frente de organizaciones debemos ver la disolución de las fronteras sectoriales no como una amenaza sino como una oportunidad.
Estoy seguro de que en la próxima década, las empresas que sobrevivirán no serán las que defiendan su territorio histórico con fuerza, sino las que sepan mirar más allá de su sector, del producto, del miedo a la transformación y tengan el valor para reinventarse.